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General: A Fidel debemos lo que somos, él nos hizo personas de bien
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Da: Ruben1919  (Messaggio originale) Inviato: 17/05/2017 21:18

Aniversario 58 de la Ley de Reforma Agraria

A Fidel debemos lo que somos, él nos hizo personas de bien

Granma entrevistó a Alejandro Pérez Bonachea, uno de los campesinos beneficiados con la Ley de Reforma Agraria en 1959

REMEDIOS, Villa Clara.–Cuando triunfa la Revolución, Alejandro Pérez Bonachea, tenía apenas 18 años y era un guajirito medio analfabeto que solo conocía el lenguaje del trabajo en el campo.

Allí, en la finca La Julia, perteneciente al arrendatario Placido Atilano González, su padre, también llamado Alejandro, supo malvivir de manera honrada en un pequeño conuco, de dónde sacaba parte del sustento que le permitía alimentar a una extensa prole de 15 hijos.

«Oiga, aquello sí era miseria. La casita era de guano y tabla de palma, y desde luego, el piso era de tierra. No olvido que muchas veces comíamos harina por la tarde, y si venía una visita mi mamá escondía la caldera porque la mataba la pena», recuerda el campesino, quien no olvida como perdió a dos de sus hermanitos por una enfermedad que antes llamaban acidosis, es decir vómito y diarrea, de la cual ahora nadie muere.

«Para poder subsistir, mis hermanos salían a buscar trabajo y hacer zafra a donde se pudiera. Y de escuela, ah, de eso no se hablaba, yo nunca pude asistir a un lugar como ese. Lo poco que aprendí me lo enseñó un tío mío que en las horas de reposo mostraba lo poco que sabía», refiere el labriego.

Pero todo aquel panorama desolador comenzó a cambiar el 17 de mayo de 1959, cuando desde la Sierra Maestra, Fidel Castro firmó en La Plata la Primera Ley de Reforma Agraria, considerada como la medida más radical de la Revolución en aquellos primeros años, la cual benefició a miles defamilias campesinas.

«Estábamos sentados alrededor de la mesa, conversando en familia y al amparo de una chismosa, cuando nos enteramos de la noticia por un vecino cercano que la escuchó por un radiecito de pila que tenía. Recuerdo a mi padre, que era una gente muy clara, cuando dijo: parece que ahora sí la cosa va en serio», expresa Alejandro, quien no olvida el momento en que recibieron la propiedad de la tierra por intermedio de su padre.

Fue así como todo comenzó a cambiar para la humilde familia, que ahora no tendría que entregar al terrateniente parte de la cosecha, ni otros favores exigidos por los poderosos dueños de la tierra que expoliaban a los más pobres.

Mi viejo era analfabeto, pero desde el inicio supo apreciar el cambio que se instauraba con la Ley de Reforma Agraria. Yo creo que por eso nos inculcó que había que cumplir con Fidel y con la Revolución en todo lo que hiciera falta, con honestidad y honradez, y en eso todos los hermanos cumplimos, porque hemos sido gente de bien, refiere Alejandro Pérez.

Luego de recibir el título de propiedad, la prole se trasladó hacia la zona de Carrillo, donde había fincas más fértiles, y hasta los días de hoy, señala el labriego, quien a sus 76 años aún trabaja la tierra y aporta a su cooperativa varios productos de inestimable valor.

Allí, junto a su fiel esposa Olga Curbelo, el recio agricultor ha realizado más de 50 cosechas de tabaco, además de aportar frijoles, viandas, leche y vegetales, producciones que van a parar todas a manos del Estado.

«Cómo no voy a ser un hombre agradecido, si todo lo que tengo se los debo a Fidel. Miré ahí están mis tres hijos: Alejandro, que se hizo técnico medio; Osmany, graduado de ingeniero en Telecomunicaciones, e Idalis, que labora como enfermera en el hospital de Remedios. Ellos tuvieron la suerte de nacer con la Revolución, de lo contrario fueran guajiros brutos igual que yo», dice con orgullo el tronco de la familia.

Pie de foto: Junto a su esposa Olga, Alejandro Pérez agradece  a Fidel por la Ley que cambió su vida y la de la familia.



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