Policías y manifestantes se enfrentan en la marcha que tuvo lugar este miércoles en la capital de Brasil. EVARISTO SAAFP
Policía y manifestantes se enfrentan en la marcha más violenta desde la nueva crisis política
Un incendio y diversos actos vandálicos obligan a cerrar todos los ministerios
El presidente brasileño Michel Temer autorizó este martes que las Fuerzas Armadas ocupen la capital, Brasilia, para contener las protestas que piden su dimisión y la convocatoria inmediata de elecciones. La decisión se produjo después de que una marcha convocada por sindicatos y movimientos sociales de izquierda acabara con ataques contra diversos edificios ministeriales. El ministerio de Agricultura fue incendiado en la planta baja, pero el fuego fue extinguido poco después. Otros edificios oficiales sufrieron actos vandálicos de todo tipo. Poco después el Gobierno decretó la evacuación y cierre de todos los ministerios.
"El acto iba a ser pacífico, pero degeneró en violencia, vandalismo y falta de respeto, agresiones al patrimonio público y amenazas a personas, muchas de ellas funcionarios que se encuentran aterrorizados (...) las tropas están llegando para asegurar que los edificios de los ministerios se mantengan intactos; es inaceptable el caos y el descontrol", dijo el ministro de Defensa en comparecencia urgente para anunciar el despliegue del Ejército. Por el momento las Fuerzas Armadas tomarán Brasilia durante una semana.
Mientras tanto, en la Explanada de los Ministerios miles de manifestantes se enfrentaban a las bombas de humo y al gas lacrimógeno de los agentes de la Policía Militar. Según las primeras informaciones hay un hombre herido por un balazo en el rostro. Los servicios médicos de Brasilia pidieron donaciones urgentes de sangre ante la previsión de un elevado número de heridos. La Policía Militar también informó de seis agentes lesionados.
Al margen del incendio en el ministerio de Agricultura también hubo daños importantes en el ministerio de Cultura, donde se rompieron cristales, ordenadores y se quemaron documentos después de ser invadido. Al menos otros seis ministerios sufrieron daños, igual que la Catedral y el Museo Nacional de la República. Todos estos edificios son obra de Oscar Niemeyer y están considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Inicio de las protestas contra los casos de corrupción que está viviendo el país brasileño. ADRIANO MACHADOREUTERS
La marcha que acabó con fuertes disturbios comenzó en realidad de forma pacífica, liderada por los principales sindicatos del país, como la Central Única de los Trabajadores (CUT) y Força Sindical, además de movimientos sociales de izquierda independientes. El lema principal pasó del ya tradicional "Fora, Temer" al "Diretas já", en referencia a la convocatoria de elecciones anticipadas para elegir a un nuevo presidente.
La Constitución brasileña establece que si Temer finalmente cae asuma el puesto el actual presidente dela Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, un conservador aliado del presidente. En un plazo de 30 días tendría que producirse una elección indirecta: el propio Congreso Nacional elegiría a un sustituto, una opción que no contemplan los manifestantes, recelosos de que los aliados de Temer busquen un recambio similar.
La escalada de tensión en Brasilia se produce justo una semana después de que se iniciara la actual crisis de Gobierno, la más profunda que vive Brasil desde su redemocratización. Una grabación secreta reveló que el presidente Temer cometió un presunto delito de obstrucción a la Justicia. En una conversación privada con el empresario Joesley Batista dio luz verde a la entrega de sobornos para comprar el silencio del ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, preso en la cárcel desde hace meses. Poco después el Tribunal Supremo Federal autorizó investigar a Temer por corrupción, obstrucción a la Justicia y organización criminal. El presidente, sin embargo, no parece dispuesto a tirar la toalla tan fácilmente. En sus comparecencias tras el escándalo reiteró que no piensa dimitir bajo ningún concepto y en su entrevista más reciente incluso lanzó un desafío: "Que me echen, yo no renunciaré".