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General: Reveladas las cartas escondidas de Juan Ramón y Zenobia
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Da: Ruben1919  (Messaggio originale) Inviato: 27/05/2017 09:30

Reveladas las cartas escondidas de Juan Ramón y Zenobia

Un epistolario reúne la correspondencia completa entre el premio Nobel español y su esposa


Se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1913 y acabaron juntos para siempre. Esta institución publica ahora las más de 700 cartas que se intercambió la pareja junto a 55 poemas inspirados por ella. Componen un relato en el que va reflejándose la forja de una obra. Caben en ellas un cortejo contra todos los elementos, la felicidad de los recién casados y el barranco nómada del exilio con sus depresiones. Monumento de amor, se llama. No se trata tan solo de un libro. Es más bien un acontecimiento. Ni más ni menos que 10 años de trabajo para desentrañar un contenido a veces indescifrable. De las 727 cartas, notas y postales, más de 600 son inéditas. “Estaban en la Universidad de Puerto Rico. Escondidas”, asegura Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta del poeta.

Un largo litigio enfrentó a la familia con la institución donde se depositó el legado del Nobel en la isla, hacia 1958. “Finalmente, llegamos a un acuerdo para el reparto y nos devolvieron los documentos personales, entre ellos las cartas”, comenta la sobrina. Hasta la fecha existían las que en su día publicó el crítico Ricardo Gullón. “A mí siempre me extrañó que hubiera tan pocas. Se lo comenté a mi padre, Francisco Hernández-Pinzón, que fue uno de sus sobrinos preferidos. En una de mis visitas a la Universidad, con el cambio de la responsable de la sala que allí llaman de Juan Ramón y Zenobia, me dijo que había muchísimas y me las enseñó. Las habían ocultado”.

Desde el exilio

Carta del poeta a su esposa escrita por las dos caras.
Carta del poeta a su esposa escrita por las dos caras.

Así comenzó un trabajo de jeroglífico: “Cuando estaban en el exilio, ella aprovechaba todos los márgenes con letra muy apretada y en papel finísimo. Tenía calculado el coste del correo por peso y no se podía pasar”, comenta Hernández-Pinzón. Zenobia siempre se ocupó de la hacienda y las tareas cotidianas. Juan Ramón, se limitaba a soñar su obra, en una senda que le llevó hasta el Nobel.

Francisco Giner de los Ríos inculcó en el poeta (Moguer, 1881), junto al doctor Luis Simarro, “una ética y esa espiritualidad humanista, mezcla de la filosofía alemana y la mística española, tan importante para la Institución Libre de Enseñanza”, agrega María Jesús Domínguez Sío. Es experta en el poeta y autora de la introducción y el estudio riguroso del epistolario. “Se trata de un libro muy importante, supone la biografía sentimental de los dos, pero también el retrato fiel de toda una época”.

No fue fácil convencer a la familia de aquella chica bien, que había repartido su vida entre España y Estados Unidos, de la conveniencia de un partido así: un poeta pobre, y manirroto: “Está usted muy rumboso con los regalos”, le reprocha Zenobia en una ocasión, al principio de su cortejo. Además, daba muestras de tendencia a la reclusión y de ser bastante neurasténico. Tenía que vivir siempre en casas alquiladas cerca de un hospital por miedo a la muerte súbita que se llevó a su padre, un industrial acaudalado de Huelva, cuando tenía 19 años. “Aunque ustedes me consideren un triste, no puede imaginarse la profunda alegría que el conocimiento de ustedes ha traído a mi vida”, le escribe a la madre de Zenobia, Isabel Aymar, que jamás aprobó esta unión.

Antes de la boda, su suegra le escribía a su amiga María Cordech: “Un hombre que ha pasado 16 años de su vida escribiendo 33 tomos de poesías que en general sólo describen sensaciones sin aspiraciones ni ideas, ¿le parece a usted bien calculado para ser esposo y padre?”.

Finalmente hubo matrimonio. Aunque sin hijos. En Nueva York, en junio de 1916, con la ausencia del padre de la novia. Ambos quedaron comprometidos en un ensueño de eternidad que ya venían pronosticando desde novios, en una carta de 1913: “Yo le enseñaré una cosa muy preciosa que tengo gran entusiasmo por que usted me traduzca. Es de Rabindranath Tagore”. El poeta acepta encantado, y en diciembre de 1913, rechazado como pretendiente pero no rendido, escribe: “No abandono mi idea de traducir ciertas cosas con usted, para que, ya que se ha hecho completamente imposible otra clase de unión entre nosotros, vivamos juntos, después de nuestra muerte, en esa eternidad relativa de los libros”. No bajó la guardia y sellaron más de 40 años juntos. Formaron una de las uniones más sólidas de la literatura en español.

CUANDO EL POETA SE NEGÓ A APRENDER INGLÉS

Hubo dos promesas que Juan Ramón Jiménez se hizo al salir de España hacia Estados Unidos por causa de la Guerra Civil. No volver mientras el poder estuviera en manos de Franco y no aprender inglés. La primera fue cumplida. Dejó este mundo en Puerto Rico, en 1958, pocos meses después de que a su esposa, Zenobia Camprubí, la abatiera el cáncer y a él le concedieran el Premio Nobel de Literatura. “Murió de pena, una pena que le había afectado tras el destierro, pero que fue imposible de superar sin Zenobia”, asegura su sobrina, Carmen Hernández-Pinzón.

En la segunda promesa transigió algo más, un tanto presionado por la preocupación de su esposa de que no se adaptara en su estancia en Estados Unidos. Aunque la cerrazón del poeta en un principio se debía a razones prácticas: “La herramienta de un poeta es el lenguaje y temía que al adentrarse en otra lengua, eso pudiera contaminarse”, comenta María Jesús Domínguez Sío, especialista en el poeta onubense.

En Puerto Rico, Juan Ramón se sintió ya más en casa. “Paseaba por el viejo San Juan como si hubiera vuelto a Cádiz”, comenta Hernández-Pinzón. “Iba a recibir a los españoles que llegaban allá donde estuviera para poder hablar con ellos” en su lengua materna, añade Domínguez Sío. La pureza del lenguaje no admitía contrapartidas. Ni para sobrevivir mejor.



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Da: Ruben1919 Inviato: 27/05/2017 15:25

El 'Monumento de amor' de Juan Ramón y Zenobia sale a la luz

  • El volumen que edita la Residencia de Estudiantes recoge un total de 727 cartas y 55 poemas

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí. EFE

C. SIGüENZA (EFE)

"Quiero que de este amor, único en mi vida, quede algo perdurable, además de mi dolor...". Así hablaba Juan Ramón Jiménez a Zenobia Camprubí en una carta en 1915, en la que mostraba su deseo de escribir un libro sobre este gran amor. Su proyecto ve ahora la luz con el título de Monumento de amor. Editado por la Residencia de Estudiantes, acaba de publicarse este libro Monumento de amor, con el título del proyecto que ideó Juan Ramón y que nunca pudo ver en vida. Años después Ricardo Gullón publicó algunas cartas sueltas de Zenobia, y ahora, tras años de intenso trabajo, sale a la calle

Se trata de un volumen, con edición de María Jesús Domínguez de Sío, que reúne 727 cartas y 55 poemas, ocho de ellos inéditos, que se completa con los retratos de ambos, Juan Ramón y Zenobia, hechos por ellos mismos. Estas cartas estaban en el Archivo de Puerto Rico del poeta y Zenobia y fue Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta del de Moguer y heredera de la familia, quien las encontró en un viaje que hizo en 1995.

"Me encontré este material que tenía guardado y me traje fotocopias de las cartas, pero era un galimatías, algunas de ellas estaban sin fecha. Así es que ha sido un trabajo muy complejo, sobre todo, el que pertenecía a la primera etapa de la relación. A partir de la boda todo era más fácil", explica la propia Hernández-Pinzón. Monumento de amor es muy especial para la familia del autor de Diario de un poeta recién casado porque fue el último proyecto en el que trabajó Hernández-Pinzón, con su padre, el sobrino de Juan Ramón, quien no lo pudo ver publicado en vida y quien "tenía la obsesión de dejar claro que la relación del poeta con Zenobia fue un gran amor, y no como se ha dicho en algún caso". "Le molestaba que se dijera que tuvieron mala relación, o que Juan Ramón incluso le hubiera maltratado. Ella fue una mujer muy inteligente y liberal, y si hubiera habido el más mínimo problema, se hubiera divorciado. Estuvieron hasta los últimos días muy enamorados. El dejaba cartas escritas para ella incluso para que las leyera cuando él no estuviera", argumenta Hernández-Pinzón.

Para Juan Ramón, Zenobia fue todo desde el momento que la conoció en 1913, aunque ella al principio tuvo reticencias, al igual que su familia, pero tras tiras y aflojas, encuentros y desencuentros, se casaron en Nueva York, en 1916. Cuando él contaba con 34 años y ella 28. A partir de ese momento, se iniciaba una bella historia de amor, de compromiso y de compenetración intelectualidad, que se prolongó durante cuatro décadas.

En agosto de 1915 Juan Ramón escribe a Zenobia: "Aunque nos muramos, ya viejos, los dos, el impulso espiritual de nuestro amor vivirá siempre en el mundo, como una flor inmortal que volviera cada primavera. Zenobitilla". Y el 24 de diciembre de 1915 Zenobia escribe a Juan Ramón: "Yo procuraré siempre ser una buena mujer para ti, con lo cual quiero decir todo lo que en mí quepa de útil para ti, para ayudarte a ser valiente, para no ser una carga y para empujarte siempre para arriba en todo lo que alcancen nuestras almas. Quiero que te refugies en mí contra toda desilusión y contra lo mediocre y mezquino de la vida".

"Los dos nos hicimos el uno al otro de nuevo y nuestro amor ha sido mejor en la vejez que nunca. Ahora, si quieres vivir para mí, vamos a dedicarnos los dos a ordenar tus papeles lo mejor que podamos", vuelve a escribir Zenobia en una carta fechada el 12 de enero de 1952.



 
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