Llover sobre mojado: Venezuela es el país con las mayores reservas petroleras del mundo y ese atractivo no deja de resultarle apetitoso a la banca de inversión.
El fin de semana pasado se supo, según un reporte de WSJ, que Goldman Sachs -el gigante mundial de inversiones- había adquirido 2.800 millones de dólares en bonos de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), con vencimiento en 2022. Antes que se hiciera pública la venta, los papeles habían estado en manos del Banco Central de Venezuela (BCV).
La reacción inmediata de la derecha venezolana fue de rotundo rechazo a la operación. El presidente de la Asamblea Nacional (AN), Julio Borges, dirigió una carta a Goldman Sachs por considerar que la compra le arrojaba "un salvavidas a un régimen autoritario" y aseguró que "toda deuda" adquirida por la nación debe ser refrendada por el Parlamento. Pero, si es cierto que el país está al borde del colapso, ¿por qué una banca de ese calibre decide hacerse de los títulos de la petrolera venezolana? ¿Qué tan cierto es que se trata de un nuevo endeudamiento?
Negocios son negocios
Según la información de WSJ, la operación oxigena a la economía venezolana con unos 865 millones de dólares. En medio de la convulsa situación política en el país producto de las protestas violentas convocadas por la oposición, que han dejado un saldo de más de 50 víctimas fatales y más de mil heridos; y un descalabro financiero tras la prolongada caída y leve recuperación de los precios del petróleo, la inyección de recursos es una buena noticia para el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Pero no se trata de filantropía. Los bonos venezolanos siempre han sido un "tiro al piso", es decir: seguros y de alto rendimiento. "Si ellos compran es porque saben que podemos pagar. Nadie hace negocios para peder", recalcó a RT una fuente de la petrolera venezolana.
Sin embargo, la operación no se hizo directamente entre la banca de inversión norteamericana y el BCV. Los papeles fueron adquiridos por una institución financiera ubicada en el Caribe, que luego los puso a disposición del mercado a través de un intermediario. Una vez ofertados, Goldmand Sachs compró entre 85 y 90% ellos, precisó la fuente.
¿Nueva deuda?
Aunque el presidente de la Asamblea Nacional diga que se trata de un nuevo endeudamiento, no es cierto. El bono 2022 figura desde 2014 en el balance de Petróleos de Venezuela entre los bonos sin colateral, es decir, sin garantía de activos. Se transan únicamente con el respaldo de una promesa de pago.
¿Esa acaso no es una jugada demasiado arriesgada? Por lo visto, no. Pese a los funestos augurios que siempre se han hecho sobre la salud financiera de la estatal venezolana, Pdvsa nunca ha caído en impago. Además, el respaldo de ser el país con las mayores reservas mundiales de crudo parecen ser suficientes para inyectar seguridad a los inversores.
Pero la derecha no ha cesado de hostigar en el ámbito internacional para impedir la entrada de financiamiento al país. El domingo pasado, por ejemplo, el economista Ricardo Haussmann -acérrimo crítico del gobierno venezolano y exministro de Finanzas en los años 90- publicó un artículo en El Nacional, en el que calificaba a los papeles venezolanos como los "bonos del hambre".
Haussman, profesor en Harvard y antigua ficha del Fondo Monetario Internacional (FMI), llamaba a los inversionistas a no adquirir bonos de Pdvsa ni desear "que a la deuda venezolana le vaya bien", puesto que, a su juicio, el gobierno del presidente Maduro prefiere pagar a los tenedores antes que mejorar las condiciones de vida de sus nacionales.
"Cualquier persona decente que invierta en bonos venezolanos debe sentirse 'levemente nauseabunda' (...) La solución es exigir que JP Morgan excluya de inmediato a Venezuela de los índices de bonos de mercados emergentes que calcula", exhorta en su artículo el exministro del único presidente destituido en Venezuela por corrupción.
Indignación opositora
Una de las razones que esgrime la oposición venezolana para permanecer en las calles es el deterioro de la economía. Sin embargo, su dirigencia ha hecho lo que ha estado en sus manos para bloquear el acceso a financiamiento. En esa tarea, Borges ha estado en la vanguardia.
En abril de este año, el diputado opositor envió una docena de cartas a importantes bancos globales para exigirles no hacer ninguna operación con Venezuela. Hoy hizo lo mismo con Goldman Sachs y agregó una amenaza: "Tengo la intención de recomendar a cualquier futuro gobierno democrático en Venezuela a no reconocer, ni pagar estos bonos", refiere Panorama.
Aunque una nota publicada en El Universal asegura que la compra se hizo porque la banca de inversiones confía en un eventual "cambio de gobierno", la reacción de la oposición no ha expresado la más mínima credibilidad ante ese escenario. Lo cierto es que el gigante norteamericano se ha hecho de los bonos de una estatal petrolera que tiene en su haber la mayor reserva mundial de crudo y jamás ha caído en 'default'. Eso, por lo visto, está lejos de ser un mal negocio.
Nazareth Balbás