SANCTI SPÍRITUS.–La Tabernaemontana apoda estuvo a punto de desaparecer hasta en las mismas lomas de Banao, justamente el lugar donde un equipo de trabajadores y especialistas de la unidad empresarial de base (UEB) Sancti Spíritus Norte, de Flora y Fauna, la ha puesto a buen recaudo.
Endémica de esta parte del país y entre las más amenazadas de Cuba, la susodicha especie de la flora –también conocida como Huevo de gallina– tuvo su peor momento años atrás, sobre todo por su presencia casi exclusiva en zonas de uso intensivo para la agricultura y la ganadería.
El cuidadoso monitoreo y el énfasis puesto por el equipo encabezado por Oliver Valle Hernández, principal experto de conservación en el paraje, permitió no solo la reproducción de las semillas y las posturas, sino también el establecimiento de plantaciones primarias en la región, desde donde ha comenzado a extenderse por parcelas diseñadas para su fomento.
El hecho de por sí clasifica como meritorio; sin embargo, sus protagonistas aseguran que los trabajos no terminan con la salvación de la Tabernaemontana apoda: el colectivo responsabilizado con la actividad florística en la Reserva Ecológica trabaja también en el rescate del árbol conocido como mantequero (Magnolia cubensis), la sabina (Podocarpus angustifolius) y el nogal del país (Jungla insularis), todos incluidos entre las 50 especies más amenazadas del archipiélago.
Con más de 6 000 hectáreas en sus dominios, la Reserva Ecológica Lomas de Banao no es una vitrina de cristal aislada por los caprichos del hombre, sino un escenario vivo de permanente interacción, donde en los últimos tiempos resulta creciente la afluencia de visitantes, obsesionados con darse un chapuzón en una de las pozas de la zona, fotografiar el paisaje o subir hasta la finca La sabina, en un ejercicio que semeja más una carrera de fondo que una excursión.
UN PUENTE ENTRE LOS CAYOS
El fomento de la actividad turística en los islotes ubicados al norte de las provincias de Ciego de Ávila y Villa Clara y las rutas establecidas desde el centro sur de la Isla –Trinidad y Cienfuegos– hacia estos cayos ha puesto a la naturaleza espirituana en lo que muy bien pudiera considerarse una encrucijada de privilegio.
Aun cuando la prolongada sequía de los últimos años ha mantenido descomercializado el balneario de Rancho Querete, en Yaguajay, uno de los lugares de mayor afluencia en condiciones normales, fuentes del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) aseguran que en el 2016 el número de turistas en áreas protegidas del territorio ascendió a más de 225 000, una cifra relativamente discreta, pero a la vez reveladora de las potencialidades de la región.
Para Ernesto Pulido García, secretario ejecutivo de la Junta Coordinadora Provincial de Áreas Protegidas, entre lo más significativo de los últimos tiempos sobresale el fortalecimiento del sistema, que abarca ocho zonas con administración (estatus legal con aprobación del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, presupuesto y equipo técnico) y otras ya propuestas que cuentan con envidiables condiciones naturales y esperan por su reconocimiento oficial.
Entre las primeras figuran el Paisaje Natural Protegido Topes de Collantes, el Parque Nacional Caguanes, las Reservas Florísticas Manejadas Lebrije y Lomas de Fomento, el Refugio de Fauna Tunas de Zaza, la Reserva Ecológica Lomas de Banao y las Áreas Protegidas de Recursos Manejados Jobo Rodo y Buenavista, mientras que con la segunda condición se cuentan los deltas de los ríos Agabama e Higuanojo y las zonas conocidas como La Tasajera, La Chucha y Hornos de cal.
Interrogado por Granma a propósito de la celebración en Sancti Spíritus de las festividades con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, Pulido García reconoce que en este territorio el sistema ha venido consolidándose sobre todo en lo referido al programa de uso público y al mejoramiento de la infraestructura.
«Se ha incrementado el número de guías –dice–; la capacitación, fundamentalmente en el dominio de otros idiomas; la cantidad de productos, sobre todo en Caguanes; se creó un nuevo centro de visitantes en Banao; se concluyó un muelle en Tunas de Zaza, donde además estamos haciendo pesca al fly o de captura y suelta y se terminó el canopy del Valle de los Ingenios».
POR LAS CUMBRES DE GUANIQUICAL
En Topes de Collantes dicen que si Osbel Romero hubiera empatado todas sus caminatas por los diferentes senderos de la región –Vega Grande, El Caburní, La Batata, Codina…– hoy, sin muchas exageraciones, estaría llegando al mítico monte Everest.
Sin pretender emular con los sherpas nepalíes que trepan corriendo por las crestas del Himalaya, este guajiro de la zona del Caburní asegura que no recuerda los pares de zapatos que ha gastado en su condición de guía de Gaviota subiendo y bajando hasta los saltos de agua, las cavernas y los valles que conforman el Paisaje Natural Protegido.
Nombrado por los aborígenes como Guaniquical y ubicado a unos 800 metros sobre el nivel del mar, Topes de Collantes está reconocida como el área protegida de mayor uso público en Cuba, con varios hoteles y más de diez productos turísticos como excursiones, caminatas, recorridos y senderos, todos repartidos en sus más de 20 000 hectáreas.
Según investigaciones bien fundamentadas, solo en las alturas de Trinidad se localizan más de 50 especies florísticas, de ellas más de una veintena amenazadas, con predomino del endemismo de montaña, lo que unido a la exclusividad de sus recursos hídricos, sus valles y sistemas cavernarios, convierten a la región en una maravilla de la naturaleza cubana, que no pocos nacionales y extranjeros intentan descubrir año tras año.
Topes, sin embargo, cuenta con un don más atractivo todavía: a 20 kilómetros de su centro se localiza una de las ciudades coloniales más pintorescas y mejor conservadas del Caribe, custodiada por excelentes playas y por el emblemático Valle de los Ingenios, una suerte de «todo incluido» que no abunda en muchos paquetes turísticos.