Pablo Milanés no guarda muchas esperanzas con respecto al destino de la Isla. Según declaraciones que recoge el diario español El Mundo, el cantautor no cree que la muerte de Fidel Castro, ni la reanudación de las relaciones con EEUU, alteren "la situación en la que viven los cubanos".
"En Cuba es muy difícil que se altere cualquier cosa. El pueblo cubano es un pueblo adormecido por un sistema estancado, que es incapaz de aportar nada nuevo", considera.
Aunque aclara que eso es algo que no tiene nada que ver con la enorme riqueza cultural del pueblo de Isla, que califica como "muy talentoso".
"Pero todo el talento que se puede ver en los músicos cubanos está al margen de la política. Y las cosas que suceden no influyen en nada", dice. Pone el "ejemplo" de "una persona que nació en 1959, que tiene ya 57 años y que no ha conocido otra realidad más que ésa".
En opinión de Milanés a esta situación habría que sumar el contexto internacional. "El país está entre dos aguas. De un lado, el Gobierno de Cuba y, del otro, Donald Trump. Al final, la víctima es el propio país, que no es capaz de definir su propio futuro", sostiene.
El cantante y compositor llega este viernes al festival Noches del Botánico de Madrid, España, con un programa que estuvo interpretando en La Habana.
Milanés actuará también este verano en Las Palmas de Gran Canaria (14 de julio), Santa Cruz de Tenerife (15 de julio), el festival La Mar de Músicas de Cartagena (el 17 de julio, donde recibirá un homenaje) y el festival Starlite de Marbella (22 de julio).
Para todos ellos dice haber escogido "canciones muy diversas, algunas de las cuales no fueron destacadas y otras que quedaron en la oscuridad", dentro de una producción que abarca medio centenar de álbumes. Ha elegido un formato más íntimo, de trío, acompañado de piano, bajo y batería, para sus presentaciones.
El autor de "Yo no te pido" o "Yolanda" defiende que sigue conservando el espíritu de la Nueva Trova. "La canción se hizo como un reflejo de la sociedad, de la actualidad que está viviendo un pueblo. Era un sistema de información en el medioevo y los trovadores eran unos voceros que iban dando cuenta de lo que pasaba en aquella época", explica.
"Pero es además un medio de información para adquirir sensibilidad. Puede proporcionar sosiego espiritual y aportar muchas cosas más".
Por eso, le molesta especialmente cuando "la grosería, el mal ritmo y la mala música agota el verdadero destino de la canción", porque es "una forma de desvirtuarla", en referencia a temas de hoy que se vuelven virales como "Despacito" o del reguetón".
"Que la música se haya convertido en un negocio parece que es algo que no tiene marcha atrás. Y no nos damos cuenta de que ese negocio hace que se impongan cosas que no tienen por qué ser necesariamente buenas", opina.
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