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General: Falleció Patricio Echegaray, líder del Partido Comunista Argentino
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 10/08/2017 11:22 |
Falleció Patricio Echegaray, líder del Partido Comunista Argentino
El Secretario General del Partido Comunista, Patricio Echegaray Foto: Matias Aimar 15/05/2014
El Partido Comunista de Argentina expresó en Buenos Aires su más sentido dolor por el fallecimiento de su presidente, Patricio Echegaray, quien falleció hoy a los 70 años.
Víctima de una enfermedad que lo mantuvo resistiendo hasta el último minuto de su vida, Echegaray ejerció la Secretaría General del Partido Comunista desde 1987, siendo su presidente durante el último año. En el año 2000, fue electo legislador de la Ciudad de Buenos Aires, apuntó en un comunicado esa organización política.
Nacido en Jáchal, en la provincia de San Juan, abrazó la militancia comunista desde muy temprana edad, siendo estudiante secundario y militó durante toda su vida en el comunismo.
Durante su trayectoria fue dirigente estudiantil en la Universidad Nacional de San Juan, y de la Confederación General del Trabajo en su provincia natal. En 1980 fue elegido Secretario General de la Federación Juvenil Comunista y nueve años más tarde asumió como Secretario General del Partido Comunista, recordó esa organización.
Impulsor del histórico XVI Congreso que determinó el viraje revolucionario del PC, Echegaray se involucró activamente en los procesos revolucionarios y de integración en la región, como la revolución Sandinista en Nicaragua y El Salvador, la lucha de la guerrilla de las FARC-EP en Colombia y la Revolución Bolivariana de Venezuela.
También con la Revolución Cubana durante el período especial y después, donde forjó una sólida amistad y colaboración política con el líder histórico Fidel Castro, agregó el PC.
Sus restos serán velados mañana en la sede del Comité Central del Partido Comunista, señala el texto, firmado por el secretario general de ese brazo político, Víctor Kot, y por el secretario de Relaciones Internacionales, Jorge Kreyness.
La embajada de Cuba en Argentina, en nombre de todo el pueblo cubano, lamentó profundamente el deceso del destacado líder comunista, ‘entrañable y fiel amigo de Fidel y de la Revolución cubana’.
Hasta siempre querido amigo. Hasta la victoria siempre Patricio, difundió la embajada en una nota. La muerte de Echegaray causó un hondo pesar también dentro del Movimiento de Solidaridad con Cuba (MasCuba) y del Club Argentino de Periodistas Amigos de Cuba, que lamentaron su profunda pérdida en momentos tan necesarios en la batalla de ideas y en la lucha por la resistencia y la liberación en América Latina.
(Información de Prensa Latina)
Patricio Echegaray junto a Fidel Castro, compartiendo en el despacho del líder histórico de la Revolución Cubana. Foto: Archivo
Patricio Echegaray en un evento sobre la Revolución Socialista de Octubre. A su derecha, el destacado intelectual argentino Atilio Borón
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sentido pesame ahora es cuando es un buen comunista..... |
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Mis condolencias a todos los camaradas argentinos.
Desde Venezuela Bolivariana
Que en Paz descanse |
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El compañero tiene su espacio en Blogspot.
Estas son sus últimos posteos durante la era macrista.
Pobre Patricio ! ! ! la mala sangre que se habrá hecho ! ! ! !
Un fallo a favor de la impunidad
La corte Suprema de Justicia ha producido un fallo que aplica la “ley del 2x1”, dejada de lado desde el 2001, con el propósito de reducir las condenas de los condenados por crímenes de lesa humanidad.
Esta medida, en el marco del traslado de represores condenados a Campo de Mayo como en el caso de Etchecolatz y el llamado de la Iglesia a la “reconciliación”, abre camino a un proceso de estancamiento y retroceso en la línea de juzgar y condenar a los responsables de la represión, los secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones durante la última dictadura sin olvidar a los crímenes cometidos por la Triple A.
El fallo está en sintonía con un gobierno en el que participan muchos de los sectores civiles que fueron parte de la dictadura cívico-militar y que bregan no solo por la reducción de las penas de los militares condenados, sino que envían una señal de impunidad para los civiles que están siendo juzgados por complicidad con estos crímenes.
Desde el Partido Comunista llamamos a los partidos políticos, a las fuerzas sociales y al conjunto de la sociedad a oponernos firmemente a este fallo y coordinar acciones para lograr que se deje sin efecto al mismo y no se retroceda en los avances que se han realizado en la lucha por el juicio y castigo a los culpables.
Patricio Echegaray Presidente del Partido Comunista 4/5/2017
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La administración Trump acaba de provocar un hecho gravísimo que significa la intromisión directa de los EEUU en la guerra civil de Siria y cambia la naturaleza de ese conflicto con graves amenazas a la paz, no solo en Siria y en la región, sino en el mundo.
No es la primera vez que los EEUU para justificar su accionar recurren a las provocaciones como ya lo hizo en Irak y como lo hizo en su momento en el golfo de Tonkín lo que le permitió avanzar en la guerra con Vietnam.
Esta maniobra alienta las ínfulas guerreristas en la región, especialmente israelíes y turcas y aunque se proclame la voluntad de luchar contra el terrorismo, de hecho será una maniobra de aval y sostén del terrorismo tanto de ISIS como de Al Qaeda.
La presencia en la región de fuerzas de otras superpotencias militares como Rusia, hace que el clima político que se constituye en la región sea de máxima peligrosidad.
Se necesita un pronto accionar de los pueblos, los partidos políticos, los movimientos sociales, el Movimiento por la Paz, de los partidos políticos, de los movimientos sociales en todo el mundo, así como del Consejo de Seguridad de la ONU condenado este accionar.
Al contrario de lo dicho por Trump en su discurso sobre el ataque con decenas de misiles Tomahawk a Siria, donde refiere que al intervenir EEUU la paz de la región se hace más posible, se trata de actuar enérgicamente contra esta intromisión sorpresiva, brutal y extremadamente peligrosa de la administración Trump en la política internacional.
Todos los gobiernos democráticos del mundo deben plantearse la necesidad de un llamamiento internacional que condene este ataque y ponga freno a la posibilidad de su repetición.
La política del capitalismo y la hegemonía militar de los EEUU viene imponiendo en los últimos años graves amenazas contra la paz mundial.
Pero este ataque a Siria, que contradice lo propuesto por Trump en su campaña, lleva la situación mundial a una escalada de las tensiones. Se requiere urgentemente actuar para poner fin a estas acciones perversas que pueden generar un nuevo holocausto para la humanidad.
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Ante la activa participación comunista en las multisectoriales contra el ajuste y con el objetivo de dificultarnos la movilización de amplios espacios de la sociedad en esta línea, distintos sectores de derecha, apoyados en los medios de comunicación masivos del sistema, atacan a nuestro Partido con la infame mentira del supuesto apoyo a la Dictadura, tal como se volcó en un reciente reportaje de La Nación on line. La verdad histórica es que el Partido Comunista y la Federación Juvenil Comunista estuvieron a la vanguardia del combate contra la Triple A y para tratar de impedir, mediante la unidad del campo popular, el golpe de estado de carácter represivo, que se veía claramente después del llamado y la utilización en la represión de las Fuerzas Armadas, por parte del gobierno justicialista. Fracasadas las gestiones ante Ricardo Balbín, Abal Medina, Oscar Alende, Horacio Sueldo (Democracia Cristiana) y otros dirigentes políticos de primera línea, el golpe se consumó, y el PC y la FJC, al igual que muchos otros sectores del campo popular, fueron duramente atacados por la represión que significó aproximadamente 5000 despedidos en el campo gremial, lo que liquidó la acumulación de fuerza sindical que se había producido desde el Cordobazo, y que tan alto papel jugara en la batalla contra el lopezreguismo. Hasta ahora, hemos sufrido la pérdida de más de doscientos compañeras y compañeros detenidos-desaparecidos y cincuenta asesinados cuyos cuerpos pudimos rescatar. El equipo jurídico del Partido Comunista, sus abogados, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre presentaron cientos de Habeas Corpus, y nuestros aparatos clandestinos ayudaron a que cientos de perseguidos pudieran salir al exilio en el exterior o exiliarse internamente, ocultándose en zonas recónditas de nuestro país, asistidos por documentación consistente, que permitiera eludir la represión. La dictadura realizó sobre las fuerzas de izquierda no solo una brutal acción represiva, si no que también desarrolló una poderosa acción de inteligencia. La idea de que un sector militar se rebelaría en acompañamiento de Montoneros después de su paso a la clandestinidad, fue una de esas acciones; así como también trabajaron para exacerbar la tendencia del PC a analizar las contradicciones entre “pinochetistas” y “no-pinochetistas”. Esta fue, sin duda, una lectura errada que se basaba en antecedentes reales de contradicciones al interior de las Fuerzas Armadas, una de cuyas últimas expresiones había sido el General Carcagno, pero que habían sido sepultadas por la brutal hegemonía de los sectores fascistas y pro-yankis. El Partido Comunista no tuvo un solo gesto de cooperación y mucho menos de participación en los cargos políticos que los militares abrieron “generosamente” a la colaboración de ciertos partidos políticos. Así es como pudo constatarse un total de aproximadamente 794 funcionarios civiles en la dictadura, entre ellos 310 intendentes y funcionarios de la Unión Cívica Radical, 169 del Partido Justicialista, 109 del Partido Demócrata Progresista, 94 del Movimiento de Integraciòn y Desarrollo (MID), 78 de Fuerza Federalista Popular, 23 del Movimiento Popular Neuquino (MPN), 16 del Partido Demócrata Cristiano (PDC), 4 del Partido Intransigente y 1 del Partido Socialista Democrático. No hubo un solo comunista en puestos ejecutivos o de cualquier índole burocrática en el proceso dictatorial. La nefasta mentira del supuesto apoyo a la dictadura por parte de los comunistas es promovida por los que tuvieron distintos grados de complicidad, buscando el objetivo de impedir la acumulación del Partido Comunista con su digna actitud, y se suma a otras mentiras como la del famoso “oro de Moscu”, que fue en cambio usufructuado por todos los que dirigieron el comercio exterior argentino, es decir: peronistas, radicales y militares que se enriquecieron con todo ese comercio y en el cual el Partido Comunista no tuvo nada que ver.
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El PC repudia las acciones golpistas contra el gobierno de Brasil
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Sobre el acuerdo con los fondos buitres
Acordar con los Fondos Buitres con la expectativa de futuras llegadas de capitales vuelve a ser el discurso dominante en un país donde las inversiones extranjeras han demostrado, en gran medida, ser realizadas para generar las condiciones de una enorme fuga de capitales hacia los países donde residen las casas matrices de los inversores.
Nada garantiza además, que pagando a los buitres llegarán las inversiones.
La fragilidad de la Argentina frente al tema de la deuda queda nuevamente demostrada como una amenaza permanente para nuestra economía y para la sociedad.
Estalló por el aire, de este modo, la idea de que la deuda había dejado de ser una “pesada carga” para el país, y volvió a ocupar el centro de las preocupaciones y debates de los trabajadores y el pueblo argentino en general, ante las consecuencias del acuerdo que hipotecará el presente y el futuro de los argentinos.
El Comandante Fidel Castro en 1985 había manifestado, sobre la deuda externa de nuestros países, que era “inmoral pagar una deuda con la que nada tuvo que ver el pueblo, en la que el pueblo no recibió ningún beneficio, una deuda que se malgastó, se despilfarró o se fugó”.
Ante la persistencia de futuros endeudamientos con las consecuencias previsibles según indica la experiencia, es necesario reconsiderar esos sabios consejos que indicaban que la deuda era impagable, inmoral, ilegítima e injusta.
En nuestro país no se atendió el camino de la investigación realizada por Alejandro Olmos sobre la legitimad de la deuda, que hizo posible el fallo del juez Ballesteros, quien sostuvo que el endeudamiento se había realizado para solventar negocios privados y que los beneficiarios fueron algunos grupos económicos ligados a los centros financieros internacionales, tales como Macri, Fortabat, Bunge & Born, Bridas, Bulgheroni, Pérez Companc, Techint (Rocca), Soldati, Pescarmona, que contrajeron la deuda privada, que más tarde sería estatizada con seguros de cambio.
Se impulsó de esta manera la lógica del “desendeudamiento” promocionada en los últimos años, que consistió, en realidad, en lograr quitas importantes sobre los intereses de la deuda y no sobre el capital, la cancelación en efectivo de la deuda con el FMI, el acuerdo con el “Club de París”, la jurisdicción en cortes de Estados Unidos y la sumisión a sus leyes, que constituye un grave traspie para la soberanía, y en definitiva, el pago de aproximadamente 190 mil millones de dólares (datos de la Agencia CIFRA), haciendo que Argentina sea prácticamente exportadora de capitales.
La renegociación con los Fondos Buitres y el sistema financiero internacional solo acarrearán una nueva espiral de endeudamiento que pone en serio riesgo las reservas del país.
Ante este nuevo ciclo de endeudamiento, pensamos que es necesario abrir el debate y retomar la idea de suspender los pagos de la deuda y realizar, aunque tardíamente, una verdadera auditoría sobre la legalidad y el origen de la misma, sobre la negociación en curso y el hecho de que las quitas actuales son sobre los punitorios, es algo que no debería ser descartado graciosamente.
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10.8.2017
Ha muerto Patricio Echegaray, la más significativa figura argentina en el campo de la lucha antiimperialista. Ningún líder en la izquierda de nuestro país alcanzó desde el asesinato del Che Guevara hace ya medio siglo la gravitación internacional que supo tener Patricio y el respeto que suscitaba en las fuerzas y partidos populares y revolucionarios de los países de Nuestra América. A la hora de despedirlo, de rendirle este postrer homenaje, es imprescindible situar su figura en el momento histórico en el cual hubo de desplegar su protagonismo. Los hombres hacen la historia pero como Marx recordaba en El Dieciocho Brumario, la hacen según circunstancias concretas y legados históricos que escapan a su voluntad. Y esas circunstancias difícilmente podrían haber sido peores en el momento en que, después de una larga experiencia de organización y lucha en la FEDE, Patricio Echegaray asumía la Secretaría General del Partido Comunista Argentino.
En la Argentina, el frágil experimento democrático iniciado con la presidencia de Raúl Alfonsín estaba siendo crecientemente amenazado por una rebelión militar que irrumpiría escasamente un año después de que Patricio se hubiera hecho cargo de la conducción del PC. La amenaza de un resurgimiento del golpismo se combinaba con el fracaso económico del alfonsinismo, la irreductible combatividad cegetista (sugestivamente desaparecida ni bien Alfonsín fuese sucedido por Carlos S. Menem) y el acoso permanente del peronismo, todo lo cual hacía temer por un catastrófico derrumbe del recién nacido proceso democrático y colocaba al partido ante gravísimos e inéditos desafíos. En América Latina las dictaduras iniciaban una lenta (e incompleta) retirada en Brasil y Uruguay, mientras que en Chile el pinochetismo permanecía firmemente en control de la situación. En suma, los partidos comunistas de la región a duras penas comenzaban a curar las heridas de un pasado atroz y de una persecución implacable. Más al norte, Cuba resistía como un faro de potente luz que convocaba a nuestros pueblos al no pago de la deuda y a resistir el chantaje imperial. Hacia allí dirigió su mirada Patricio y encontró, en Fidel y en toda la dirigencia revolucionaria cubana, el apoyo que necesitaba para hacer frente a los retos que le planteaba la historia.
Pero en esa misma época, ya bien entrada la segunda mitad de los ochentas, el desenfreno belicista de Ronald Reagan en Estados Unidos unido al siniestro protagonismo de Juan Pablo II demolían los últimos bastiones que protegían a la Unión Soviética y los países del Este Europeo. En noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín y con él se venía abajo la República Democrática Alemana, que según algunos expertos norteamericanos habían pronosticado sería el último país del Pacto de Varsovia en regresar al capitalismo. Fue el primero, y por la brecha abierta en el muro ingresaron, en frenético tropel, las tropas de asalto del capitalismo dirigiendo todo su poderío para conquistar el botín más preciado: desintegrar a la Unión Soviética, cosa que lograrían en poco más de un año, y acabar para siempre con la Revolución Rusa, el acontecimiento más trascendental de la historia del siglo veinte. Consumada la victoria estadounidense en la Guerra Fría comenzarían a escucharse los himnos de victoria que anunciaban el inicio del Nuevo Siglo Americano. La única superpotencia que quedaba en pie redobló sus esfuerzos para diseñar el nuevo orden hemisférico y elaborar los contornos de lo que luego sería el ALCA, es decir, la definitiva subordinación económica, y por lo tanto política, de América Latina y el Caribe a los dictados de Washington. El Consenso de Washington se imponía con una potencia arrolladora en toda la región y desaparecida la URSS y China avanzando por un inesperado sendero, el futuro del socialismo aparecía ante los ojos de millones de personas definitivamente clausurado. En Nuestra América Cuba se debatía en medio de las penurias del “período especial” mientras que muchos de sus “amigos” le aconsejaban a Fidel que arriase definitivamente las banderas de un proceso que a escala global se había derrumbado. En el resto de los países del área el neoliberalismo más desenfrenado reinaba sin contrapesos: Menem, Sanguinetti, Lagos, Sarney, Salinas de Gortari, Carlos A. Pérez, Sánchez de Losada, Fujimori eran las estrellas rutilantes del nuevo mundo que brotaba del veredicto final de la Guerra Fría. La historia había terminado, decía Francis Fukuyama, y el capitalismo de libre mercado y la democracia liberal aparecían como las grandes triunfadores. Había que entregar las armas y abandonar la lucha. Ese era el mensaje que le llegaba a Patricio.
Para enfrentar tan amenazante coyuntura había que remar contra la corriente, y Patricio lo hizo sin desmayos acompañando la epopeya de Cuba para salvar su Revolución y los pocos frentes de lucha que quedaban en pie en América Latina y el Caribe: Colombia, con la consolidación territorial de las FARC-EP y el Frente Farabundo Martí en El Salvador, que resistió con heroísmo la ofensiva norteamericana hasta obligar a los invasores a firmar lo que para Washington fue un vergonzoso armisticio. En Nicaragua la revolución sandinista había sido derrotada por una repugnante combinación de injerencia militar norteamericana y corrupción oficial y en el resto del continente las pocas fuerzas de izquierda pugnaban por reunir sus fuerzas diezmadas por las dictaduras y luego confundidas y desorientadas por el arrasador tsunami neoliberal, la resignación a que las inducía el posmodernismo y la confusión ideológica resultante, fenómeno este particularmente grave en la Argentina. De la noche a la mañana grandes partidos comunistas de América Latina y Europa desaparecían del mapa. En México el otrora formidable PCM se desintegró en mil fragmentos y en un acto tan asombroso como imperdonable repudiar su nombre y su cuasi centenaria identidad. En otras latitudes, los partidos comunistas se hundían en la irrelevancia o se desdibujaban casi por completo, cambiando de piel y recubriéndose con otra de indudable matiz socialdemócrata, cuando no escandalosamente social-liberal. En Italia, sede del mayor partido comunista del mundo occidental el periplo iniciado por la revisión eurocomunista terminó con la defunción, sin dejar rastros, del gran partido de Gramsci y Togliatti, mientras que en Francia y España las identidades comunistas permanecían pero sufriendo un tremendo drenaje de sus fuerzas y quedando reducidas a una mínima expresión. La súbita conversión de tradicionales partidos comunistas y numerosas camadas intelectuales, otrora celosas custodias de la ortodoxia marxista, a la nueva fe del capitalismo triunfante produjo estragos en el terreno de la política y la cultura y renovó la urgencia de librar una gran batalla de ideas premonitoriamente convocada por Fidel.
En ese contexto histórico, tan poco promisorio, Patricio desplegó su accionar. Dotado de una fuerte personalidad y comunista indoblegable, las circunstancias probaron que era también un avezado piloto de tormentas, capaz de mantener el pulso firme en el timón de la nave del PC en medio de una borrasca universal. Mientras contemplada azorado y entristecido el hundimiento de partidos hermanos a lo largo y a lo ancho del planeta él perseveraba en el intento de salvar al navío que había sido echado a la mar en el Teatro Verdi de La Boca apenas un año después del triunfo de la Revolución Rusa. En medio de tanta devastación Cuba demostraba que se podía, y que había que apelar a las fuerzas morales y políticas que le permitieron a la isla sobrevivir a la debacle generalizada de la izquierda mundial para salvar al Partido Comunista del naufragio. A lo largo del camino sorteó trampas de nada inocentes “progresistas” que le decían que había que liquidar al partido para fundirlo en nuevas construcciones políticas y dudosas alianzas de sospechosos contornos; o que había que “aggiornarlo” ideológicamente, eufemismo que en términos prácticos era una capitulación en toda la línea, abandonando la lucha anticapitalista y antiimperialista para así ingresar al condominio de partidos burgueses, revestidos de una débil pátina “progre” para gerenciar un inverosímil “capitalismo con rostro humano”, oxímoron político jamás visto y que jamás se verá. Como persona de una fina sensibilidad comprobó con tristeza la deserción de muchos, ganados por la desesperanza, o por un súbito arranque de eclecticismo teórico y político combinado en no pocos casos con oportunos tránsitos hacia otras expresiones políticas que prometían mejores recompensas. Pero en la oscuridad de esa noche también percibió, precozmente, el destello de una pequeña luz que comenzaba a titilar en el extremo norte del continente. Otro faro se estaba encendiendo en Caracas y Patricio, tras las huellas de Fidel, comprendió que estábamos en vísperas de una nueva batalla. Que el capitalismo era incorregible e irreformable, y que en Latinoamérica se iniciaba una fase de ascenso en la lucha de clases que ponía en evidencia la precariedad de todo el tinglado económico y político montado por el neoliberalismo. Con su coraje y convicciones de siempre se dispuso a ocupar su puesto en lo que prometía ser una nueva ronda en la inacabable lucha en contra del imperialismo. Y allí estuvo, y se convirtió en un animador extraordinario del proceso que nacido con el ascenso de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela corrió como reguero de pólvora por toda Nuestra América. En pocos años el mapa sociopolítico de la región mudó radicalmente, y gobiernos de izquierda y progresistas surgieron en casi todos los países y con un denominador común: poner coto a la dominación imperialista y avanzar en la unidad de los pueblos de América Latina y el Caribe. Este proceso tuvo su culminación en la derrota del más completo proyecto de sumisión de nuestros países al yugo norteamericano: el ALCA, sepultado en Mar del Plata en noviembre del 2005 y en donde Patricio tuvo un indiscutible protagonismo junto con los principales líderes políticos y sociales de la región. Luego de tan resonante victoria su espíritu analítico le decía que había que continuar la lucha, porque ahora quedaba la tarea, inmensa, de perfeccionar la articulación de las diferentes fuerzas políticas y movimientos sociales en el plano continental para tornar irreversible la victoria obtenida en Mar del Plata. Atento lector de los clásicos de la emancipación latinoamericana, de Bolívar y Martí, de Fidel y el Che entre tantos otros, orientó su acción en esos años siguiendo los consejos de Martí en “Plan contra Plan”. Sabía que el enemigo imperialista buscaba dividirnos y dispersarnos, y que para contrarrestar sus propósitos teníamos que aunar fuerzas, encontrarnos, juntarnos. Por eso, aparte de ser el mayor dirigente antiimperialista de la Argentina y uno de los principales de Latinoamérica y el Caribe Patricio hizo de la unidad de las fuerzas de izquierda y antiimperialistas uno de sus principales proyectos políticos. Fiel a las enseñanzas del Che sabía que sin ella no podríamos librar exitosamente el combate contra la agresión norteamericana. No muchos en la izquierda lo comprendieron, y menos todavía comprenden hoy la importancia decisiva, excluyente, del enfrentamiento con el imperialismo, cuestión que baña con imborrable deshonor a quienes así actúan.
Cuba, Colombia, Bolivia, El Salvador, Nicaragua y Venezuela lo conocieron de cerca. Fidel, Raúl, Manuel Marulanda, Evo, Shafik Handal, Ortega, Chávez, Correa sabían que encontrarían en él un interlocutor inteligente y un hombre de probadas convicciones revolucionarias. Encontrarían también a un internacionalista tal como lo manda la mejor tradición comunista, a un militante de la unidad de la izquierda y a un intransigente antiimperialista. Y también a un hombre de coraje, valiente como pocos y tan distinto de los que con mucha razón Álvaro García Linera definiera como “revolucionarios de cafetín”.
Cierro esta semblanza con la cual despido a un amigo y un camarada ejemplar con una historia que me fuera contada por Fidel y que retrata a Patricio de cuerpo entero. “Cuba necesitó siempre gente como Patricio”, un día me dijo. “Muchas veces teníamos que enviar mensajes o establecer contactos en distintos países, y no podíamos hacerlo con nuestra propia gente. Patricio fue uno de los más activos colaboradores en ese terreno, nos ayudó mucho.” Pensé que la historia terminaba allí pero el Comandante siguió y me dijo que “hace muchos años había una misión que era muy peligrosa y no encontrábamos a un amigo de total confianza para hacerla. Había que ir a Colombia, meterse en la selva y llegar donde Marulanda. Necesitábamos entregarle una documentación y, además, que alguien pudiera conversar con él en nuestro nombre, transmitirle lo que pensábamos los cubanos de la situación y las perspectivas de la guerrilla de las FARC. Sabíamos que, por su inteligencia y sus conocimientos de la realidad colombiana Patricio podría hacerlo, pero no queríamos arriesgarlo. Si en el difícil trayecto hasta llegar al comando central de las FARC tropezaba con una patrulla del ejército colombiano, o con paramilitares, era hombre muerto, y a alguien como él había que preservarlo. Pero el tiempo pasaba y no hallábamos quien pudiera ir. Finalmente lo llamamos y le pedimos que viniera a La Habana que teníamos algo que conversar con él. A los pocos días ya estaba con nosotros. Le explicamos cuidadosamente nuestros planes, y los peligros que correría en una travesía que duraría entre dos y tres meses, cruzando selvas enmarañadas, ríos torrentosos, debiendo salvar exitosamente, con el acompañamiento de los guerrilleros, al menos tres círculos de seguridad que custodiaban el acceso al campamento central de las FARC. Había que ir a pie, abriendo brechas en la selva a machetazo limpio; a veces en precarias canoas, ocasionalmente a caballo. Y siempre atentos al enemigo que estaba por todas partes. ¡No dudó ni un minuto! Le dijimos que lo pensara, que se jugaba la vida, que habíamos tomado todas las precauciones pero si había una pequeña falla en la operación –una señal mal interpretada, una delación, un accidente, un problema de salud- su suerte estaría echada. Insistió, me dijo que iría y al día siguiente estaba comenzando el entrenamiento para llevar adelante la misión. La realizó con un éxito total. Estuvo con Marulanda y la plana mayor de las FARC y no sólo entregó nuestro documento sino que, tan interiorizado estaba del mismo, que pudo explicarlo hasta en sus más mínimos detalles y persuadir a la dirección de las FARC de la necesidad de revisar sus tácticas como movimiento guerrillero. Fue un acto heroico de solidaridad y camaradería revolucionaria, una contribución extraordinaria a la causa de la revolución, y por eso mi gratitud y la de Cuba con Patricio será eterna.”
Ese era Patricio Echegaray. Un imprescindible, como decía Bertolt Brecht. Seremos fieles a su memoria.
¡Hasta la victoria, siempre, querido amigo y camarada!
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Lo lamento muchísimo, era un gran tipo y mejor estratega es una gran perdida para el P.C |
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