Fidel con boina. diciembre 7 de 1961. Foto: Liborio Noval
NACIÓ DEL PUEBLO
“Porque él nació del pueblo y en medio del pueblo permanece, y por eso su grandeza es la del pueblo cubano. Todo lo que ha hecho, todas sus acciones, son la plasmación de las más altas aspiraciones de la patria de José Martí. La paz en la que yo creo no está ni estará divorciada de la justicia, de la libertad, de la esperanza de un mundo mejor y todo eso lo encarna Fidel.”
Jorge Amado, Escritor brasileño
(Entrevista realizada por Winston Orrillo para Prensa Latina, 1986-12-11)
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SUS IDEAS NO ENVEJECEN
Las ideas como las que Fidel Castro defiende no envejecen nunca. Sigo reteniendo del líder cubano la imagen de un heroico homérico, tanto por sus incontables combates pletóricos de juventud como por su impresionante personalidad. Fidel es la esperanzada luz de un futuro más solidario y más justo.
Rafael Alberti, Poeta español
(Mensaje a Fidel, 1996-08-13)
Fidel Castro en enero de 1959. Foto: Archivo de Asuntos Históricos del Consejo de Estado
CREE QUE ES POSIBLE EL CIELO EN LA TIERRA
Fidel Castro es un hombre privilegiado por su formación cristiana, su opción marxista y la asimilación de la prédica martiana. Es una persona tímida, que casi pide permiso para ser quien es… A pesar de toda su genialidad, de toda la historia que encarna, consigue hacernos sentir su hermano.
Fidel es un hombre que pone su vida en función de la utopía, es un hombre que jamás en esta vida encontrará su plenitud porque Fidel cree que es posible el cielo en la tierra
Frei Betto, Teólogo brasileño
(“Absuelto por la Historia”. Editorial Ciencias Sociales., 2002)
Con Fidel y Teófilo Stevenson. La Habana, 1996.
EL MÁS GRANDE QUE CONOCIÓ
Fidel Castro es el hombre más grande que he conocido en mi vida. He conocido montones de gentes, grandes músicos, grandes literatos, grandes políticos… Jamás nadie me dio la impresión de una cosa íntegra, de un personaje total, en todos sus aspectos, en cada una de sus frases, como Fidel. El pueblo está al lado de Fidel de una forma absoluta, el pueblo de Cuba dice que ojalá Fidel sea eterno. El pensamiento generalizado en América Latina es que Cuba es la realización de todos los pueblos que aspiran a ser; es nuestra esperanza.
Foto que se exhibe en el museo del Paralelo 17. Ningún líder extranjero llegó más profundamente al campo de batalla y al corazón del pueblo vietnamita que Fidel. Su frase, cumplida en hechos, sobre la disposición de Cuba de dar hasta la propia sangre por el heroico pueblo, es recordada en los encuentros con los visitantes cubanos, que siempre somos, sin duda, objeto de la más cálida hospitalidad. Foto: Luu Hai/Cubadebate
JAMÁS OLVIDAREMOS
Los cubanos, con el compañero Fidel al frente, han sido muy solidarios con nuestro pueblo y con nuestra lucha. Los vietnamitas jamás olvidaremos ese apoyo.
Ho Chi Minh, Líder vietnamita
(Periodicos Revolución y Hoy, 1965-07-29)
Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto Chile
SERÍAMOS BORRADOS
La República de Cuba ha sido restaurada y el deber de todos los hombres de América es defenderla.
El lenguaje de Cuba es el de la verdad, es el lenguaje de Martí, de O´Higgins, de Bolívar. Cuba representa el pensamiento de Sarmiento. Cuba es en estos momentos la esperanza de todo un siglo de falsa independencia y esperamos conquiste e implante su propia justicia.
El que no esté con Cuba, con su revolución, con Fidel Castro está del otro lado, de la ignominia y de la traición. Si la Revolución Cubana se extinguiera seríamos borrados de la pizarra del mundo.
Pablo Neruda, Poeta chileno, Premio Nobel de Literatura
(Periódico Revolución, 1960-01-04)
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MAESTRO DE HUMANISMO
Desde que yo era niño lo vi como a un maestro de humanismo. Todavía lo veo de esa forma.
Silvio Rodríguez, Cantautor cubano
Fidel y Malcom X
ES UNA INSPIRACIÓN
“Es una secuoya, viejo árbol gigante que mientras otros han sido segados, él sigue en pie y están desesperados para hacer el corte final. Y entonces no tendremos a nadie, como él. Tendremos a otras personas maravillosas y nosotros mismos, seremos los que tengamos que ser, pero él es una inspiración.”
Alice Walker, Escritora norteamericana
(Documental “Fidel” de la realizadora Estela Bravo, )
Fidel Castro en Mesa Redonda. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
SE EQUIVOCARON CON FIDEL
Fidel Castro no ha caído del cielo. El encarna el último episodio de un proceso político que va en ascenso.
América latina ha dado tres genios políticos: Toussaint Louverture, Simón Bolívar y Fidel Castro; y debo decir que es mucho dar, porque los genios políticos no surgen así por así. Humboldt había previsto parte de eso cuando a principios del siglo XIX, después de un recorrido por América, comentó que los dos lugares mas politizados eran Caracas y La Habana, es decir Venezuela y Cuba.
Estamos en medio de una ruptura histórica, de cambio de una sociedad por otra, como pasó cuando el capitalismo sustituyó al feudalismo; cuando el feudalismo sustituyó a la esclavitud. Debido a que estamos en esa ruptura histórica los norteamericanos se equivocaron con Fidel; también se equivocaron con Ho Chi Minh y se seguirán equivocando más, más y más.
Juan Bosch, Escritor, político, ex presidente de la República Dominicana
(Camino de la Victoria, Casa de las Américas, 1978)
Fidel Castro en enero de 1959. Foto: Archivo de Asuntos Históricos del Consejo de Estado
ESCULTOR DE LA REVOLUCIÓN
Fidel es un hombre que plasma la Revolución en sí misma como tal: como dirección, orientación, fisonomía. Es evidente que para el conjunto del pueblo cubano, al margen de sus cualidades, de su eficacia como dirigente, es ya un símbolo que adquiere un valor fuera de lo humano, fuera de lo cotidiano. Cuando se oye la palabra Fidel en la boca de un niño, de un adulto, además del valor directo, tiene una serie de resonancias como en la música de armónica que toca las fibras de la sensibilidad, de la conciencia. Fidel es el escultor de la Revolución Cubana.
Julio Cortazar, intelectual argentino (“A dos manos”, Ediciones Unión, 1982)
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OFRECIENDO SU CORAZÓN
“El pueblo cubano y Fidel Castro nos están ofreciendo su corazón, su vida, todo, y yo creo que esto es un ejemplo maravilloso de vida, entereza, y tenemos que seguir unidos y seguir luchando, porque la lucha no ha terminado.”
Adolfo Pérez Esquivel, Argentino, Premio Nóbel de la Paz
(Intervención en Tribuna Abierta Internacionalista, La Habana, 2000-05-03)
Fidel, Raul, y Nemesia, en la clausura del VI Congreso del PCC
Fidel y Raúl en Cinco Palmas.
ADMIRO SU DIRECCIÓN
Yo había estado interesado en Fidel Castro durante muchos años. Leí todo lo que escribió Herbert Matthews acerca de él y había leído mucho de la otra literatura que sé habia escrito sobre la Revolución Cubana, de manera que aunque no estoy de acuerdo con todo lo que ha hecho y personalmente no soy comunista, no obstante admiro su dirección y considero que es uno de los lideres más importantes del mundo de hoy.
Cierta prensa internacional ha tratado de desfigurar la imagen de Fidel, pero no siempre creo todo lo que dice la prensa internacional. También a Ho Chi Minh se le vituperó mucho por parte de la prensa. Una vez que conocí al Presidente Castro, mi opinión sobre su capacidad, realmente se alzó mucho.
George McGovern, Político norteamericano, ex senador por el Partido Demócrata.
(Luis Báez: A dos manos, Ediciones Unión, La Habana, 1982-01-01)
Fidel y Chávez en el acto por el 10mo aniversario de su encuentro. Chávez recibe la Orden Carlos Manuel de Céspedes.14 de diciembre de 2004 Foto: Estudios Revolución/Cubadebate
FIDEL NO LE PERTENECE SOLO A CUBA
“Fidel no le pertenece solo a Cuba, les pertenece a este mundo nuestro, a esta América nuestra. Después de casi medio siglo de lucha, Fidel les puede mostrar la cara con integridad plena y con moral absoluta, no solo al pueblo cubano, sino a todos los pueblos del mundo.”
Hugo Chávez Frías
(Palabras pronunciadas por Hugo Chávez en homenaje al 75 aniversario de Fidel celebrado en Venezuela. 13 de agosto de 2001, 2001-08-13)
Cuba tiene marcado un destino: el de la rebeldía perenne en su defensa de las causas justas. Con esa convicción, querido Fidel, los jóvenes cubanos seguiremos celebrando tu eternidad, y con la fe infinita, como nos enseñaste, en que sí se pudo, sí se puede y sí se podrá
Desde los años 80 del pasado siglo se ha generalizado el concepto “política de resistencias”, para expresar nuevas formas del accionar popular en el enfrentamiento a la ofensiva neoliberal y a las consecuencias del derrumbe del campo socialista. Al mismo tiempo en muchas ocasiones se ha repetido que la Revolución Cubana es un ejemplo de resistencia frente a las políticas del imperialismo norteamericano que incluyen el bloqueo económico, financiero y comercial, disímiles formas de acciones terroristas, junto con guerra mediática y de pensamiento.
Fidel. Foto: Archivo.
Por supuesto que es válido expresar que somos un pueblo ejemplo de resistencia frente a muchos obstáculos y agresiones. Pero esa es una apreciación incompleta, si no se tiene en cuenta que la forma de resistir no se limita a acciones defensivas, sino que incluye la permanente ofensiva revolucionaria.
El hecho cierto es que en Cuba se ha desarrollado una cultura que integra dialécticamente lucha y resistencia, y su artífice ha sido Fidel Castro. Su legado socio político demuestra que frente a las agresiones e injerencias del imperialismo norteamericano y sus lacayos no basta el rechazo defensivo, sino que debe involucrar la lucha y acción revolucionaria a partir de los intereses de la nación y la sociedad cubana, sin admitir imposiciones, ni condicionamientos.
Fidel demostró que la transformación revolucionaria a favor del socialismo ha sido el núcleo de la resistencia. Aquí radica uno de sus aportes a la teoría y práctica de la revolución social: enfrentar y desafiar los diversos intentos por subvertir la revolución y hacerlo a través de acciones transformadoras y de una cultura de lucha frente a las adversidades y agresiones.
Es un concepto que tiene en cuenta las contradicciones externas y el antiimperialismo en los procesos hacia el socialismo. El tema se refuerza si se recuerdan los problemas enfrentados por Ho Chi Minh en Viet Nam y Salvador Allende en Chile, junto con Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro en la República Bolivariana de Venezuela, donde hoy se está librando una heroica batalla por la soberanía y la independencia nacional. Son solo algunos ejemplos de contextos diferentes en los que la dialéctica lucha-resistencia ha tenido, y tiene, expresiones muy dramáticas.
Cultura de lucha y resistencia desde las perspectivas de Fidel se expresa en el despliegue de una praxis plagada de firmeza política, radicalidad, ética y acumulado simbólico y en un pensamiento crítico de la hegemonía imperialista, de los argumentos a favor del capitalismo y en una posición política desde los intereses del pueblo.
También porque Fidel transformó los mecanismos tradicionales del ejercicio de la política al propiciar el involucramiento consciente del pueblo en las acciones defensivas y constructivas que de forma integral deben desplegar los procesos revolucionarios como el cubano. De igual forma porque promovió el aprendizaje en el pueblo, lo que se convierte en una de las fortalezas para desafiar a las fuerzas contrarrevolucionarias internas y externas, superar los miedos a hacerlo y ganar batallas para preservar la soberanía nacional y continuar la construcción del socialismo en nuevos y complejos escenarios internacional e interno.
Fidel tuvo conciencia de que la construcción del socialismo no es un camino recto o lineal, por lo que requiere de permanente renovación y descubrimiento de los nudos que pueden afectar su avance. El análisis de su obra y concepciones sociopolíticas muestra que tuvo bien claro que se trata de un proceso contradictorio y plagado de desafíos que exige una permanente tensión creativa para evitar que decisiones coyunturales arriesguen los objetivos estratégicos.
Uno de los núcleos de la correlación entre creación revolucionaria y resistencia frente a las amenazas ha sido el reconocimiento de las tendencias del desarrollo social y del rol que tienen la subjetividad y la acción consciente de los seres humanos en la elaboración de la estrategia revolucionaria y en la implementación de las tácticas que cada momento requiere. Fidel lo reconoció utilizando el arma de la crítica para devaluar el sistema capitalista y para rechazar las concepciones dogmáticas sobre la nueva sociedad; y lo hizo desde una posición autocrítica a lo largo de la Revolución Cubana.
El “sentido del momento histórico” le permitió adentrarse en importantes problemáticas que condicionan el desenvolvimiento de la revolución social: la salida del subdesarrollo; las vías al socialismo; la pluralidad del sujeto revolucionario; la revolución como movimiento de masas en correlación con el tema del poder político y la concepción de la revolución como proceso continuo.
Desde esas perspectivas resulta evidente que para Fidel la acción revolucionaria es la vía para enfrentar disímiles desafíos por lo que tiene que ser creativa, permanente y progresiva. Debe basarse en los intereses del pueblo y del país; no puede estar condicionada por intereses y presiones foráneas. Para él ha sido el combate la vía fundamental de resistencia a las acciones imperialistas y a las pretensiones de cualquier variante de reformismo antisocialista encaminado a abortar el proceso revolucionario. Pero además debe tener al pueblo como protagonista
Desde la perspectiva del involucramiento del pueblo y de los trabajadores en particular, las medidas y transformaciones revolucionarias han sido decisivas en los escenarios más críticos. Han funcionado como la mejor forma para resistir agresiones o enfrentar desajustes internos. Incluso han influido en la renovación del consenso político a favor de la revolución y se han convertido en oportunidades aprovechadas para una mayor democratización de las decisiones. Varios ejemplos dan fe de la existencia de una cultura política que combina lucha y resistencia, entre los cuales destacamos los siguientes:
Ante la huida del Dictador Fulgencio Batista, el primero de enero de 1959 se produjo un intento de golpe de Estado para crear una junta de gobierno que evitara el acceso del Ejército Rebelde al poder, y por ende usurpar el triunfo revolucionario. Resistir aquella maniobra golpista contrarrevolucionaria requería evitarla a través de acciones rápidas y coherentes con los objetivos de la naciente revolución, lo que se logró a través de una audaz acción política: el llamado de Fidel ese mismo día a una huelga general obrera. Aquella huelga se realizó exitosamente con un doble significado: evitar la acción golpista y reafirmar el carácter popular de la revolución con el protagonismo de los trabajadores.
El desarrollo de la educación y la cultura como vías para generar una consciente resistencia popular a las amenazas foráneas e internas y a la guerra de pensamiento a que ha sido sometida la Revolución Cubana. Muchas son las acciones desplegadas en este campo con vistas a elevar la cultura política y la formación ideológica del pueblo, principal actor de la resistencia a los intentos imperiales contra la revolución. Hitos en ese camino han sido la campaña de alfabetización en 1961, la preparación organizativa y cultural para el despliegue de la participación popular a través de canales estables y el acercamiento entre Estado y sociedad civil, junto con las políticas fomentadas por Fidel para lograr interacción y diálogo entre dirigentes y pueblo.
El marco sociopolítico del primer lustro de los años 60 en el que se realizó la declaración del carácter socialista de la Revolución en abril de 1961 en medio de la agresión militar de Estados Unidos que culminó con la invasión mercenaria por Playa Girón y ,más tarde, con la Crisis de los misiles en octubre de 1962 cuando Cuba ratificó su soberanía con relación al derecho a defenderse de las agresiones imperiales. Desde entonces Fidel desarrolló una concepción política para promover la democratización de la defensa del país como única vía para enfrentar las agresiones armadas y terroristas fraguadas por el imperialismo norteamericano contra Cuba. La creación de las milicias estudiantiles y de trabajadores a lo largo de todo el país, con hombres y mujeres, se convirtió en un recurso de extraordinaria capacidad defensiva que ha tenido variantes como por ejemplo el concepto de guerra de todo el pueblodesplegado desde los años 80 y 90 ante la intensificación de acciones contrarrevolucionarias.
Las consultas y ensayos para crear el sistema de órganos del poder popular que sucedieron al fracaso de la zafra azucarera de los 10 millones en 1970. Ante la incertidumbre que aquel fracaso produjo y la desestabilización que provocó en los objetivos de desarrollo económico del país, una de las repuestas constructivas fue la apertura a un proceso de institucionalización de la revolución y de nuevas formas de ejercicio democrático.
La reafirmación del socialismo en Cuba en los años 90 ante la crisis económica y los impactos del derrumbe del socialismo en Europa del Este y la URSS. En aquellas condiciones se amplió el involucramiento popular, se conformaron los parlamentos obreros y se modificó el sistema electoral con la clara intención de ampliar las formas de democracia directa, a partir de una reforma a la Constitución en 1992, entre otras medidas.
Entre los mecanismos políticos fomentados por Fidel se destaca la capacidad de crítica y autocrítica que con gran altura ética fue capaz de promover reflexiones y rectificaciones para enfrentar las amenazas externas e internas susceptibles de existir en el complejo proceso de transición socialista. Ejemplos de gran trascendencia e impacto social fueron la apertura de un proceso de rectificación de errores a partir de 1985 y su intervención el 17 de noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana en la que intercambió con estudiantes y profesores acerca de la meritoria hazaña del pueblo que impidió que en Cuba se produjera el derrumbe del socialismo como ocurrió en otros países, a la vez que realizó un profundo análisis de problemas endógenos que podían arriesgar la continuidad de la revolución.
En todos los casos han sido escenarios adversos que debieron ser enfrentados con medidas revolucionarias y con educación política e ideológica. En esa combinación están las bases de la resistencia, junto con las bases para la continuidad de la revolución.
Ese es uno de los legados de Fidel que contribuye al avance de la revolución: el combate como resistencia a las acciones injerencistas, a la imposición de valores y patrones de conducta ajenos a la liberación nacional y al socialismo. Es también el legado de la Revolución Cubana y un arma para enfrentar las acciones contrarrevolucionarias y la guerra de pensamiento que hoy tenemos que librar contra el imperio del norte y sus acólitos de turno, los internos y los externos.
Fidel era un ávido lector. Foto: Fidel Soldado de las Ideas.
Leer fue una de las grandes pasiones de Fidel Castro. Hábito adquirido desde la etapa escolar, la letra impresa formó parte inseparable de sus hábitos cotidianos, aun ante las más difíciles circunstancias o en medio de arduas y colosales tareas. Se sabe que una de sus rutinas como estadista consistía en devorar a diario, muchas veces a primera hora y luego de largas sesiones de trabajo nocturno, decenas de informaciones contenidas en despachos cablegráficos y publicaciones periódicas.
Colaboradora suya desde finales de los 90 hasta el final de su existencia, la escritora y periodista Katiuska Blanco ofreció en 2007 la siguiente estampa de la significación de la lectura en la formación intelectual del líder revolucionario:
“Siempre ha dicho que se fascinó primero por los grandes héroes de la Antigüedad, por los grandes mitos de la historia universal: Aníbal, Alejandro, César, Napoleón… Luego se deslumbró ante los héroes de nuestra región como Simón Bolívar, José Artigas, San Martín, Sucre, Benito Juárez, y de ese sentimiento pasó a la admiración por los hombres de nuestra historia patria: Carlos Manuel de Céspedes, Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí. Influyeron marcadamente en él los diarios de Gómez, el epistolario de Maceo, las crónicas de Miró Argenter y toda la obra martiana. En presidio tuvo tiempo para leer y lo hizo infatigablemente. Entre sus libros favoritos menciona siempre la novela Juan Cristóbal, de Romain Rolland, y las biografías de Stefan Zweig, la de Balzac… Creo que él puede haber recibido alguna influencia de Balzac en los métodos y ritmo de trabajo, los horarios, la dinámica de su quehacer, y sobre todo la obsesión por el párrafo perfecto, la línea perfecta, la palabra exacta”.
“Vida de Shakespeare”, uno de los textos que Fidel leyó durante la prisión y el exilio. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.
Gabriel García Márquez, desde la cercanía de la amistad, reveló en el prólogo que introdujo en 1988 el libro del periodista italiano Gianni Miná sobre Fidel, que “en sus automóviles, desde el Oldsmobile prehistórico y los sucesivos Zilsoviéticos, hasta el Mercedes actual, ha habido siempre una luz para leer de noche: muchas veces se ha llevado un libro en la madrugada, y a la mañana siguiente lo comenta”.
En ese mismo texto, García Márquez apunta un dato interesante: el dominio del inglés por parte de Fidel. Dice que lo lee, pero no lo habla. El novelista ignoraba que el líder había concedido varias entrevistas a periodistas norteamericanos, al menos durante el primer lustro de la Revolución en el poder, en las que respondió de manera fluida todas las interrogantes. Un programa de la TV Cubana recuperó, en meses pasados, una de esas piezas memorables: el diálogo sostenido con Lisa Howard, de la cadena ABC, en febrero de 1964.
Una foto de 1959 también resulta reveladora. En ella se ve al joven comandante sumergido en la lectura de Mount Vernon: The Story of a Shrine (Mount Vernon: la historia de un santuario) (1953), volumen que resume los esfuerzos de una asociación de mujeres por rescatar y rehabilitar la estancia que perteneció a George Washington, Virginia.
Su autor, Gerald White Johnson (1890-1980), fue un escritor liberal que hizo época en Estados Unidos en los tiempos de la Guerra Fría cuando se atrevió a escribir en 1950 un artículo titulado Por qué los comunistas son valiosos, a contrapelo de los aires macartistas que comenzaban a respirarse. Se consideró un defensor de los valores patrióticos del pueblo norteamericano, sin resbalar por la pendiente del chovinismo.
Es de sobra conocida la simpatía de Fidel hacia Ernest Hemingway y abundan los testimonios del trato cordial que se dispensaron entre 1959 y 1960, antes de que el norteamericano partiera de la isla hacia su país donde puso fin a su vida. Como para disipar cualquier duda sobre los vínculos del estadista con el escritor, en junio pasado Valerie Hemingway, nuera del narrador y quien convivió con este durante aquella etapa, declaró en La Habana: nunca ocultó su admiración por Fidel Castro.
“Era su amigo y se sentía satisfecho de serlo y confiaba en que la Revolución sería beneficiosa para los cubanos. (…) Tener que salir de Cuba en 1960, tras el deterioro de los vínculos entre ambos países y la presión de las autoridades norteamericanas, lo entristeció hasta la depresión. Nos separamos definitivamente en Madrid, desde donde partí para Dublin y Hemingway hacia su casa en Ketchum, Estados Unidos”.
Antes del conocimiento personal, Fidel había situado entre sus lecturas favoritas la novela Por quién doblan las campanas. Se ha citado con frecuencia la confesión que le hiciera en 1975 a los norteamericanos Kirby Jones y Frank Mankiewicz: “Yo leí Por quién doblan las campanas cuando era un estudiante. Hemingway habló sobre diferenciar un grupo combatiente guerrillero de un ejército convencional. La novela fue uno de los trabajos que me ayudó a trazar estrategias para pelear contra el ejército de Batista”.
No se ha insistido tanto sobre el Fidel lector de ficciones movido por el simple placer de asistir a una aventura de la imaginación. Otro gran amigo suyo, el ya desaparecido comandante sandinista y poeta Tomás Borge, en la entrevista titulada Un grano de maíz (1992), le arrancó esta confesión:
“Se me acaban los libros y entonces tengo que salir a buscar. Anoche estaba leyendo una novelita de ficción que se llama El perfume, de Patrick Süskind. Es un tema inusitado, muy interesante, muy ameno. (…) Tengo libros, algunos son más pesados, otros son menos pesados. Tengo en remojo otra que se llama La muerte es un asunto solitario, de Bradbury, también de ficción. Todo depende, Tomás, del trabajo que tenga, de las actividades en que esté envuelto”.
Es posible entonces divisar a un hombre, atribulado por responsabilidades y acosado por el implacable paso de un tiempo humano que sabe insuficiente de cara a las tantas realidades por transformar y los tantos desafíos por vencer, mientras descifra, curioso y gustoso, los secretos del alma del perfumista Jean Baptiste Grenouille, quien roba a sus bellas víctimas los fluidos corporales para la elaboración de esencias perturbadoras, o se pregunta cómo fue a parar, en la novela de Bradbury, el cadáver de un anciano encerrado en una jaula de leones que aparece de noche en un lugar de la costa californiana.
Leer fue una de las grandes pasiones de Fidel Castro. Foto: Archivo.
Estamos en la biblioteca de la Facultad de Artes y Letras. En una pared —presidiendo— está el retrato de la profesora Vicentina Antuña, directora-fundadora de la Escuela de Letras y Arte, que se derivó de la Ley de Reforma Universitaria, proclamada en la Escalinata de la Universidad de La Habana el 10 de enero de 1962.
La Escuela de Letras y Arte se inauguró el 14 de febrero de 1962. En su claustro se integraron profesores de la Facultad de Filosofía y Letras e intelectuales cubanos y extranjeros provenientes de otras instituciones; paulatinamente se incorporaron jóvenes graduados. La Facultad cumplió 55 años en febrero. La institución mantiene un bien ganado prestigio. Sus graduados son profesionales reconocidos en Cuba y en otras naciones.
Pienso que intercambiar opiniones en torno a Palabras a los intelectuales aquí en la Facultad podría asumirse como una forma de oportuna celebración.
Me alegra que en el público se encuentre la profesora Sonia Almazán, porque ella puede testimoniar cómo la Facultad ha participado en numerosas acciones de la vida cultural ya habanera, ya nacional.
La profesora Vicentina Antuña fue la primera jefa de la Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación desde los días finales de enero de 1959. Siempre quiso simultanear las responsabilidades con el estricto cumplimiento de su docencia como profesora de latín. También organizó el Consejo Nacional de Cultura como institución autónoma. Al morir se desempeñaba como presidenta de la Comisión Cubana de la UNESCO.
Entre enero de 1959 y 1962, Vicentina participó en los procesos de modernización y rearticulación de las disciplinas e instituciones culturales. En honor a la verdad, una parte del claustro también lo hizo. Basta mencionar a José Antonio Portuondo, Mirta Aguirre, Roberto Fernández Retamar y Graziella Pogolotti. De este modo, algunos de los temas de historia cultural que vamos a tratar en el panel, tuvieron repercusiones en la historia de la facultad.
II.
Quiero recordar a Alfredo Guevara (dirigente de la FEU, graduado de Filosofía y Letras), quien siendo presidente del ICAIC impartía clases de cine en esta Facultad.
En su última década de vida, Alfredo quiso reunirse con jóvenes universitarios. También organizaba en su oficina debates sobre temas culturales y políticos de naturaleza teórica con intelectuales de diferentes edades y profesiones. Aprendí y me divertí muchísimo.
Alfredo decidió multiplicar las experiencias y organizó giras para discutir con jóvenes en diferentes universidades. La pervivencia del proyecto “dialogar- dialogar” es el mejor de los homenajes.
III.
El discurso Palabras a los intelectuales, pronunciado por Fidel Castro en junio de 1961, continúa siendo un texto muy importante. Merece que se siga analizando y discutiendo con beneficio para todos.
Reitero algunas observaciones, explicadas con más detenimiento en otras ocasiones:
Para una cabal comprensión del texto, se requiere que sea mejor contextualizado. Defiendo las ediciones bien anotadas.
Los diversos tipos de lectores, las prioridades generacionales, necesitan el máximo de informaciones en cuanto a tiempo y a espacio: ¿quiénes participaron en las discusiones?; ¿qué plantearon los oradores?; ¿qué tòpicos se esclarecieron?; ¿cuáles fueron los temas de mayor repercusión?
Creo que la edición anotada debería incluir una relatoría: ¿qué se discutió en cada una de las tres jornadas?; ¿quiénes hablaron?; un resumen de lo que dijeron. Elier Ramírez (compilador) preparó Un texto absolutamente vigente. A 55 años de “Palabras a los intelectuales” (Ediciones UNIÓN, La Habana, 2016). Allí, republicó “Cuando se abrieron las ventanas de la imaginación”, de Lisandro Otero, elaborado a partir de sus notas.
IV.
Insisto en que todos deberíamos continuar las búsquedas en agendas, libretas de notas, cartas, etc.
Si se publicó en la revista Encuentro de España una versión de lo debatido el primer sábado en torno al esclarecimiento de lo ocurrido con el documental de Saba Cabrera Infante, estoy convencida de que existen las versiones de las otras dos sesiones. Hay que perseverar.
V.
Mi insistencia en la exhaustividad de los contextos se debe a que son imprescindibles para entender la originalidad de los métodos de Fidel.
Fidel es un genio político latinoamericano, un líder mundial del siglo XX. Predominará la admiración por sus métodos. Justamente desde esa perspectiva quiero comentar Palabras a los intelectuales.
VI.
Fidel tuvo una formación básica como joven político en la Facultad de Derecho. Aprendió muy rápido.
Sugiero la lectura de la versión de su discurso el 27 de noviembre de 1946, en el mausoleo de los ocho estudiantes de medicina en el cementerio de Colón. Se aprecia a un orador hábil que enlaza la conmemoración histórica con dos temas de actualidad para un público de jóvenes: los atropellos de que están siendo víctimas otros estudiantes y la escandalosa corrupción de José Manuel Alemán, ministro de Educación.
El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt promovió el uso de la oratoria y el periodismo radial. Esa modernización se generalizó en Cuba con celeridad. Fidel, como la mayoría de los dirigentes estudiantiles de los 40 y 50, conocía muy bien los usos políticos de los espacios radiales.
Por razones similares, ya graduado de abogado y matriculado en una segunda carrera, se entrenó en el periodismo de investigación.
Disfrutaba practicando la cultura de los debates. Se concentraba totalmente; aprendía de los argumentos de otros participantes y los reutilizaba para lograr pactos y consensos.
VII.
Entre las creencias generalizadas de 1959 estaba que Fidel casi no dormía, porque vivía participando en infinitas reuniones.
En febrero del 59, se hizo famosa la audacia con que Fidel logró convencer a los trabajadores azucareros de que no se fueran a una huelga. Durante horas, en el teatro de la CTC, escuchó pacientemente las demandas de todos los que pidieron la palabra y después estructuró respuestas convincentes ya temáticamente agrupadas. Cuando terminó la plenaria azucarera, los obreros salieron a defender un proyecto político y social de inmediata ejecución revolucionaria, donde ellos eran los protagonistas.
VIII.
Desde mayo de 1959, cuando inauguró el curso académico, Fidel visitaba con frecuencia la plaza Cadenas de la Universidad de La Habana. Allí entrenaba sus habilidades para construir políticas. También se actualizaba y se divertía.
Para los que hemos envejecido en la Universidad, Fidel era un miembro de nuestra comunidad. Se aparecía en la Plaza Cadenas con los temas sobre los que quería oír criterios. También, los estudiantes aprovechaban y colocaban los suyos en los intercambios.
Los profesores de la Escuela de Letras siempre consideraron prioritario que los jóvenes aprendieran cómo se hacía la política real. En minutos, circulaba la noticia de que Fidel estaba en la Plaza Cadenas. Se interrumpían las clases y los jóvenes se iban corriendo a participar. Entre 1968 y 1975 presencié discusiones acaloradas, en las que primaba el máximo respeto.
IX.
Antonio Núñez Jiménez escribió En marcha con Fidel, cuatro tomos (1959, 1960, 1961, 1962). Como buen científico y cronista, estructura los relatos de forma amena y variada. Diseña un eje principal: la decodificación de los métodos de un intelectual con las más insólitas aspiraciones de nuevos conocimientos.
Sugiero la lectura de las escenas sobre los encuentros de Fidel con los campesinos serranos; y las de las exploraciones científicas de territorios; después, en las tertulias entre ellos, discuten alternativas de desarrollo local.
Recomiendo los capítulos sobre cómo se implementó la primera Ley de Reforma Agraria; las intensas discusiones con todos los jefes de zonas agrarias.
X.
El éxito de Fidel en las tres reuniones de junio de 1961 con sus colegas intelectuales se deriva de un método ya perfeccionado de hacer política.
En su discurso, respondió a todas las preguntas e inquietudes. En Palabras a los intelectuales cada párrafo remite a intertextos. Precisamente, no puede entenderse a cabalidad si no se conoce lo dicho en las tres sesiones.
“A la luz del Che” (2010). Foto: Roberto Chile.
XI.
Revisando los periódicos entre mayo y agosto de 1961, comprendí que originalmente el congreso fundacional de la UNEAC se iba a efectuar en junio. Y hasta el día antes, la prensa así lo anunciaba.
Probablemente, se tornó álgida la querella acerca del documental de Saba Cabrera Infante; había un riesgo de que las pasiones se desbordaran. En dicha coyuntura, lo más urgente era el esclarecimiento total del episodio en una asamblea pública de los intelectuales. Se llamaba a testimoniar a todos los implicados.
Como salieron nuevos tópicos, se organizó una segunda sesión. Y como volvieron a aparecer inquietudes, se realizó la tercera y última; pero, si hubiera sido necesaria, se habría convocado a una cuarta.
Las tres jornadas intensas estuvieron cada una separadas por una semana. Debe sumársele el gran impacto del excelente discurso. En resumen, durante todo el mes de junio y las primeras semanas de julio, para dar un rápido cumplimiento a los acuerdos de las tres discusiones, se reconfiguró el sistema de instituciones culturales; se reordenaron tendencias y grupos; se aliviaron tensiones; se pactaron formas de tregua.
Con tiempo para planificar bien el éxito y discretamente se podría reorientar el congreso hacia nuevos objetivos.
XII.
Por cierto, en la semana entre la primera y la segunda sesión, los críticos de cine se reunieron en la Casa de las Américas y volvieron a ver el documental de Saba Cabrera Infante. Ellos ratificaron su opinión de que en ese momento no debía exhibirse en los circuitos de cine.
No se trataba de una persecución, ni de un problema personal. Se trataba de la percepción colectiva de un grupo de expertos (que hacían dicha labor cotidianamente para cumplir con la política de autorizar o no la exhibición de un material cinematográfico cubano o extranjero). Habría que decir que en todas las naciones capitalistas y comunistas era una práctica política.
XIII.
No debería olvidarse que la Biblioteca Nacional entonces era uno de los más concurridos centros culturales habaneros. Hacer una asamblea en un teatro, donde continuamente estaban entrando y saliendo personas, era resaltar su naturaleza pública y sectorial. No había secretos. (Al igual que en febrero de 1959, lo más natural había sido que la discusión con los obreros azucareros hubiera transcurrido en el teatro de la CTC).
A mediados de julio, los organizadores del congreso hicieron pública la noticia de que la nueva fecha sería en agosto (justo en los días en que se conmemoraba el asesinato de Federico García Lorca). Por alusión se redefinía el evento hacia la amplificación de la solidaridad y de la herencia revolucionaria internacional.
En 1959, se había privilegiado la Revolución Mexicana. El expresidente general Lázaro Cárdenas, invitado de honor a los actos del 26 julio en la Plaza Cívica, vino con decenas de intelectuales. Los aportes culturales de la Revolución Mexicana tuvieron un amplio realce.
En 1960, continuó el motivo de la Revolución Mexicana (era el cincuentenario) y se recordó lo ocurrido en Guatemala (1954). Jacobo Arbenz fue el invitado de honor a los actos del 26 de julio en el Caney de las Mercedes, Sierra Maestra.
El congreso fundacional de la UNEAC (agosto de 1961) enfatizó la solidaridad antifascista con el republicanismo español. Se alababa la praxis de la intelectualidad cubana, que heredaba y actualizaba el gran evento internacional de julio de 1937, con sesiones en Valencia, Madrid, Barcelona y París.
Nicolás Guillén y Alejo Carpentier estaban entre los organizadores del congreso. Félix Pita colaboraba. Juan Marinello mantenía su protagonismo (aunque no aparecía en público porque estaba operado de la vista). Leonardo Fernández Sánchez cumplía funciones importantes en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En resumen, los cinco cubanos que habían sido delegados en Valencia continuaban haciendo su tarea solidaria.
El argentino Ezequiel Martínez Estrada, quien trabajaba en la Casa de las Américas, fue uno de los latinoamericanos invitados al congreso.
XV.
Palabras a los intelectuales, como documento de política cultural unitaria, se aplicó en las sesiones y los acuerdos del congreso fundacional de agosto de 1961, en la búsqueda de un equilibrio de tendencias en la membresía del comité nacional, en la de las vicepresidencias y la secretaría, en las publicaciones, en los concursos.
XVI.
Las contradicciones epocales no pueden subestimarse. Desde la fundación de la Tercera Internacional Comunista (1919) se implantó el prejuicio erróneo de que los políticos no eran intelectuales.
El propio título del famoso discurso de Fidel marca una falsa otredad, que se mantuvo como imaginario hasta la primera década del siglo XXI.
Guillén y Che Guevara eran amigos. El primero le pidió al segundo que cediera a la UNEAC los derechos para realizar la primera edición de Pasajes de la guerra revolucionaria. Che aceptó, pero rechazó la invitación de pertenecer a la asociación.
XVII.
Me parece que ya es hora de privilegiar otros discursos de Fidel en particular sobre los temas culturales y sus interacciones con los miembros de la UNEAC a partir del congreso celebrado el 28 de enero de 1988, cuando Abel Prieto fue elegido presidente de la UNEAC.
La participación de Fidel en los plenos del comité nacional y en los congresos de la UNEAC es tan importante como su presencia en la Universidad de la Habana entre 1959 y 1975.
Creo que debería estudiarse la originalidad de su pensamiento en el discurso del 20 noviembre de 1993 (por azar concurrente lezamiano, día del natalicio de Félix Varela), del cual solo se cita la frase de que lo primero que hay que salvar es la cultura.
Pienso que los métodos de Fidel para hacer política cultural tuvieron un desarrollo sorprendente durante el llamado “período especial”. Asombra su creatividad. Demostró una gran disciplina y tenacidad para actualizarse.
XVIII.
Conozco investigadores extranjeros que se están dedicando a profundizar en el llamado “período especial”. Reconozco que estoy fascinada con el proyecto de analizar la última década del siglo XX y la primera del XXI en cuanto a problemáticas culturales. Es muy diferente haberlo vivido que estudiarlo.
XIX.
Los métodos de Fidel se renovaron en el llamado “período especial”. Me parece que dicha investigación debería privilegiarse. Quizás sería oportuno dedicar algún espacio de “Dialogar-dialogar” a ese objetivo.
La región por la cual se sigue luchando ¿sería posible sin el legado del líder histórico de la Revolución Cubana? Un pensamiento al cual pueden acudir quienes aspiran al bienestar de sus naciones… aun cuando no se declaren revolucionarios
No está con nosotros pero su pensamiento nos acompaña. Y a sus ideas habrá que volver una y otra vez. De ellas habrá que seguir bebiendo, como lo hacemos desde hace más de un siglo después con Martí o con Bolívar.
Y es que para «seguir» a Fidel no resulta imprescindible su presencia física. Si no bastaran sus enseñanzas en el verbo queda de cuerpo presente su obra; esa de la que nosotros, los cubanos, constituimos una gran porción.
Conste que no se trata de seguirlo solo porque se le admire. Su legado es necesario para quienes desbrozan caminos dentro y fuera de nuestra región, incluso para quienes no se declaren revolucionarios y aspiren, sencillamente, al bienestar de sus países.
Sí, la Revolución Cubana partió en dos la historia del continente, como nos dijera el entonces canciller de Venezuela Nicolás Maduro en entrevista concedida en el año 2008 al colega Roger Ricardo Luis y a mí.
No solo marcó una nueva etapa la irrupción por la vía armada, y a 90 millas del imperio, del primer proceso radical de cambio económico y social de nuestro hemisferio, en los tiempos modernos…
Ese «antes y después» en América Latina y el Caribe no habría sido realidad sin la posterior resistencia de Cuba frente a todos los embates; la ductilidad y el tino de su proceso para ajustar los pasos a dar sin perder su Norte (o más bien su Sur). Sí, ajustes y correcciones porque no somos perfectos y el socialismo, también lo sentenció el Comandante, es un proyecto difícil y todavía se construye…
La Revolución Cubana ha marcado un antes y un después, les decía, por su salvaguarda de la soberanía y la dignidad de la nación. Y eso hay que remarcarlo cuando se sigue intentando insuflar en nuestros países el deseo de un mentiroso bienestar atado a la más triste de las sumisiones.
«Objetivamente, la historia de América Latina no podría entenderse, o sería otra, sin la Revolución Cubana», recalcaba Maduro en aquella ocasión.
Y, claro. ¿Cómo podríamos hablar de Revolución Cubana sin Fidel?
Hombre aclamado y querido por las multitudes que saludaban su paso en cualquier país, Fidel será, cada vez más, referencia obligada.
Cuando uno relee algunos de sus muchos y enjundiosos discursos y artículos quizá sienta, por momentos, que la impronta de su pensar no iba tan marcadamente en dirección a Latinoamérica. Pero se trata solo de una «ilusión óptica» provocada por la magnitud de su humanismo.
Fidel, como Martí, pensó en todos los pobres de la tierra y nuestra región —en tanto entorno natural de Cuba— ha sido tan importante para él como relevante poner fin al apartheid y que se terminara de descolonizar a África. Él irradió hacia todo el Tercer Mundo.
Claro que sin él Latinoamérica sería otra mucho más dependiente y pobre la región donde se desbrozan, aun con todos los coletazos, argucias y agresiones de los poderes de siempre, caminos adelantados que, de momento, parecen ir en reversa cuando la región se adentra —hoy bajo nuevas amenazas— en ese nuevo mundo posible que, en la práctica, se traduce en el nuevo orden económico internacional por el que tanto clamó el Comandante en Jefe en diversos escenarios, y en esa convivencia solidaria que consideró insoslayable.
Sin ella, alertó Fidel en Declaración Conjunta con Hugo Chávez en diciembre del año 2004, no podría hablarse, en última instancia y con todas las de la ley, de verdadera integración.
…Y la integración, ya lo había sentenciado mucho antes, es imprescindible para que América Latina y el Caribe puedan enfrentar a «los grandes». Pero ahora se trataba de un paso superior.
«Dejamos claro que si bien la integración es, para los países de la América Latina y el Caribe, una condición imprescindible para aspirar al desarrollo en medio de la creciente formación de grandes bloques regionales que ocupan posiciones predominantes en la economía mundial —suscribieron ambos líderes en aquel documento—, solo una integración basada en la cooperación, la solidaridad y la voluntad común de avanzar todos de consuno hacia niveles más altos de desarrollo, puede satisfacer las necesidades y anhelos de los países latinoamericanos y caribeños y, a la par, preservar su independencia, soberanía e identidad».
Casi 13 años después, la entonces Alternativa y hoy Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) se sigue irguiendo como el proyecto de unidad más acabado de la región, aun bajo las presiones para que nuevos países no se sumen, como puede entenderse del golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras en el año 2009 y también, en alguna medida, de las guerras de cuarta generación.
Usando guantes de seda pero arremetiendo con todo desde diversos frentes (algunos, antes impensados, como el mediático o la extorsión financiera y alimentaria), los poderes fácticos protegidos y alentados desde Washington tratan de doblar el brazo a países como Venezuela, donde una reversión significaría un duro golpe a los mejores proyectos integracionistas que surgieron desde el ALBA y, además, le daría carta blanca a la nueva administración estadounidense para volver a campear por su irrespeto entre las naciones latinoamericanas, como lo fue hasta que los proyectos de verdadero cambio llegaron a la región, precisamente, después del triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, y la edificación de la V República.
El poder de los parteros
Sobre el porqué no cesan de emerger los resortes que buscan los retrocesos, el Comandante en Jefe, previsor como siempre, nos dio anticipada luz.
A propósito de la Cumbre de las Américas celebrada en Colombia, y justo cuando daba sus primeros pasos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) —esa evidencia de unidad en la más absoluta diversidad que la región debe seguir salvaguardando—, Fidel Castro manifestaba, en abril de 2012: «Tal vez la Celac se convierta en lo que debe ser una organización política hemisférica, menos Estados Unidos y Canadá. Su decadente e insostenible imperio se ha ganado ya el derecho a descansar en paz», después de una útil advertencia:
«Las transnacionales yanquis jamás renunciarán al control de las tierras, las aguas, las minas, los recursos naturales de nuestros países. Sus soldados debieran abandonar las bases militares y retirar sus tropas de todos y cada uno de nuestros territorios; renunciar al intercambio desigual y el saqueo de nuestras naciones».
Sabemos que Fidel poseía el don de encantar y el verbo fácil para hacer comprensibles los asuntos políticos o económicos más complicados a los más diversos auditorios.
Aún están frescos en la memoria sus encuentros con sectores sociales, sindicales, políticos e intelectuales de Latinoamérica a principios de la década de 1980, para explicar la inmoralidad y la inviabilidad del pago de la deuda externa, en un entorno que Fidel previó haría trascendental al año 1985.
Al influjo de sus convicciones el continente no anglosajón también se concientizó y luchó desde abajo contra el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) propuesto en Miami, en la Primera Cumbre de las Américas, por el entonces presidente Bill Clinton, y que diez años después, en la cita de Mar del Plata, ese cónclave mandó (como diría Chávez: ALCA… rajo) con el decisivo impulso del líder bolivariano y de sus colegas Lula da Silva de Brasil, y Néstor Kirchner de Argentina, a los que se sumó el resto del Mercosur con la postura de Uruguay y Paraguay.
Después, los sojuzgados por la ola neoliberal de los años de 1980 y 1990 seguirían llevando al poder a Gobiernos más o menos radicales, pero enfilados en la defensa de la soberanía (que es lo mismo que decir antimperialistas), y en la justicia social.
Esos sojuzgados de siempre volverán a hacer lo mismo si hoy el imperio y la derecha tuvieran éxito en la vuelta de tuerca a la que la unidad se debe oponer.
Fidel ya lo había previsto en metáfora de fácil comprensión para las féminas de la región que lo escucharon, reunidas en el Palacio de Convenciones de La Habana, durante la clausura del Tercer Encuentro Continental de Mujeres, el 7 de octubre de 1988, a tenor del plebiscito celebrado dos días antes en Chile y durante el cual la mayoría de la población decidió, haciendo uso del voto, el fin del régimen del dictador Augusto Pinochet.
«[…] Pero estos cambios que se hacen imperiosos, inevitables, por las buenas o por las malas, por vías pacíficas o por vías violentas, porque no son los hombres los que inventan los métodos, es la propia vida, es el desarrollo de los acontecimientos... Si una mujer está en estado, tiene que dar a luz; a lo mejor es un parto suave, a lo mejor es una cesárea, con más dolor, con menos dolor. Pero este hemisferio lleva adentro la criatura de los cambios, y de los cambios profundos, y esos cambios vendrán con dolor o sin dolor.
«Ese parto será menos doloroso o más doloroso, en dependencia del sentido menor o mayor de la responsabilidad, de la menor o mayor sabiduría de los hombres que hoy ostentan responsabilidades públicas.
«Desde luego, los partos necesitan parteros y los pueblos son los grandes parteros de los cambios».
La real integración latinoamericana debe erigirse sobre el principio de la solidaridad. Foto: Archivo de JR