Hay gente que ayuda, que tiende su mano, que abre una puerta para iniciar caminos.
Y de pronto, esa misma gente que te sostuvo con su fuerza y su cariño, te deja caer y te lástima tanto, tanto, que puede ser hasta criminal.
Cuando se comienza una obra se sigue.
Y si hay motivos para retirar el apoyo se explica, pero jamás se debe usar el elegante silencio de la gente bien educada, que cierra y abre su corazón como si tuviera un portero eléctrico.
No debemos sufrir por eso. También hay otros que saben ayudar. Que además de hacerlo son felices porque pueden brindarse, en una ofrenda solidaria y humana.
No desmayemos por eso ni suframos demasiado, por quién nos prometió el cielo y nos dejo caer de cara contra la tierra.
Tal vez es una manera de hacernos fuertes.
Y cuando un día seamos nosotros quienes podamos ayudar a otros que empiecen a vivir, lo haremos con delicadeza, con ternura, con verdadera solidaridad.
De mi autoria