Inspiro y elevo a otros por medio de mis pensamientos y gestos considerados.
Puede que recuerde un tiempo en mi vida cuando un maestro o un amigo me dio ánimo. Yo también tengo esa habilidad. Las palabras que digo tienen el potencial de inspirar y elevar a otros, porque ofrecen energía positiva. Asentir con la cabeza o brindar una sonrisa cálida irradia una vibración armoniosa que afecta a otros positivamente.
Es un honor y una gran responsabilidad mantener una visión elevada por las vidas de los demás. Ofrezco aliento mediante palabras alentadoras y gestos amables. Siento que contribuyo al bienestar del mundo cuando apoyo a los demás.
Inspiro y elevo a otros por medio de mis pensamientos y gestos considerados.
Que el Dios de la paciencia y de la consolación les conceda a ustedes un mismo sentir, según Cristo Jesús.—Romanos 15:5
El perdón abre un lugar en mi corazón para la paz y el amor.
El perdón es una expresión poderosa de amor. Cuando deseo perdonar a alguien, comienzo con el simple deseo de liberar el resentimiento.
Elijo dejar ir toda mala voluntad o amargura hacia otra persona. El perdón no ignora el comportamiento que en principio causó el disgusto. Sin embargo, me libera de sentimientos negativos que me perjudican. También evita que lleve mi vida con sentimiento de culpa.
Yo soy el que tiene que ser liberado. Ya no necesito justificar mi razonamiento para hacer a otro culpable de mi dolor.
Siento la bendición de Dios al reemplazar el resentimiento aparentemente justificado con el perdón. He abierto un lugar en mi corazón para la expresión plena de la paz y el amor.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.—Lucas 23:34