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General: A 75 años, ¿cómo se recuerda el Holocausto
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De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 27/01/2020 16:02
HISTORIAS
          Auschwitz fue el campo de concentración y exterminio más brutal y más masivo de los instalados por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Según estadísticas del Museo del Holocausto de Buenos Aires, 1.100.000 personas fueron asesinadas en ese campo, uno de los cuatro que el régimen encabezado por Adolf Hitler instaló en el territorio que ocupó fuera de Alemania.
 
Más de un millón de esas víctimas fueron judíos. También fueron asesinados polacos no judíos, prisioneros de guerra soviéticos, homosexuales, gitanos y testigos de Jehová. El campo, compuesto por tres complejos principales y con alrededor de 40 “sub-campos”, empezó a funcionar como sitio de concentración, trabajo forzado y exterminio en 1940. El 27 de enero de 1945 los Aliados liberaron Auschwitz.
 
La localidad polaca anexada por los alemanes se llamaba Oswiecim. Fueron los nazis los que renombraron la zona como Auschwitz. En los suburbios, 43 kilómetros al oeste de Cracovia, se desarrolló el campo de concentración y exterminio. En un principio utilizaron las barracas de ladrillo que habían pertenecido al ejército polaco, y luego el régimen expandió las instalaciones destinadas al genocidio: desde complejos fabriles y granjas en las que obligaban al trabajo esclavo hasta cámaras de gas y crematorios masivos. Para llevar a cabo su plan, el nazismo expropió y demolió unas mil casas.
 
El régimen nazi se valió del tendido ferroviario europeo para llevar a cabo su plan de exterminio. En esa red, Auschwitz fue uno de los puntos principales a los que llegaban vagones de carga y de pasajeros con los prisioneros que serían forzados a trabajar o directamente asesinados. En los vagones, habitualmente sellados para que nadie lograra huir, se sometía a las personas capturadas al hambre, temperaturas extremas y condiciones de higiene inviables. Solía haber un solo balde para que todos resolvieran sus necesidades fisiológicas. Por tren se trasladó a más de un millón de prisioneros: se les decía que iban a trabajar, aunque en general directamente se los mataba. El Ministerio de Transporte alemán coordinaba los itinerarios de las víctimas: el uso del tren fue especialmente intensivo luego de que el nazismo dispusiera la autoproclamada “solución final” que desencadenó el exterminio masivo de judíos a partir de 1942.
 
Destinado a torturar, someter al trabajo esclavo y asesinar, Auschwitz fue creciendo para cumplir con su objetivo de exterminio. A las barracas del ejército polaco que sirvieron para encerrar a los primeros prisioneros se les sumaron nuevas construcciones con esos fines y también destinadas a la ejecución de las víctimas. Dado ese crecimiento, el nazismo dividió el espacio en tres campos. Las SS -organismo a cargo de la policía y de control del nazismo- coordinaban el funcionamiento de Auschwitz, que llegó a tener más de cuarenta “sub-campos” bajo su órbita.
 
Según estimaciones del Centro Mundial de Conmemoración de la Shoá de Jerusalém, Yad Vashem, en ese campo fueron asesinados más de un millón de judíos, 70.000 polacos no judíos, 25.000 gitanos y 15.000 prisioneros de guerra soviéticos. Además hubo otros grupos perseguidos, como homosexuales, testigos de Jehová y personas con discapacidad.
 
Los vagones del terror
Estos vagones de mercancías empleados por la Red Ferroviaria Nacional de Alemania para transportar alimentos, ganado y otros artículos fueron usados durante la guerra para deportar prisioneros a los campos de Auschwitz.
 
Auschwitz I
Campo principal
Auschwitz I fue el campo de concentración original, a partir del cual empezaron a crecer otros anexos. Las primeras víctimas fueron ciudadanos polacos, especialmente intelectuales, y también prisioneros de guerra soviéticos. El campo llegó a encerrar a entre 15.000 y 20.000 personas a la vez: había allí una cámara de gas destinada a la matanza masiva de personas.
 
Escape imposible
Alambrados electrificados y francotiradores de las SS que disparaban a quienes se acercaban al perímetro hacían prácticamente imposible la fuga del campo.
 
Auschwitz II
Birkenau
Auschwitz-Birkenau, o Auschwitz II, fue el campo de concentración y exterminio en el que la crueldad nazi llegó a su máxima expresión. Allí llegó a haber hasta 90.000 prisioneros hacia 1944 y fue donde se concentró la mayor cantidad de asesinatos del régimen encabezado por Hitler. El nazismo montó cuatro crematorios y usó dos antiguas granjas como cámaras de gas en las que se exterminaba a través del uso de Zyklon B, una sustancia letal.
 
El campo de Auschwitz II
La construcción del campo de concentración comenzó en octubre de 1941. Poco tiempo después se decidió usarlo como campo de exterminio. Fue construido sobre terreno pantanoso y expuesto. La edificación se llevó a cabo por etapas, siendo el objetivo final alojar alrededor de 200.000 prisioneros. Participaron en su construcción prisioneros de guerra soviéticos y presos polacos y judíos.
 
Las barracas de Birkenau
Originalmente diseñadas para albergar 550 prisioneros cada una, esta cifra se llegaba a duplicar lo que provocaba pésimas condiciones sanitarias que elevaron el índice de mortalidad entre los prisioneros.
 
La cámara de gas y los crematorios
En 1943 comenzaron a funcionar en Birkenau cuatro instalaciones destinadas a exterminar de forma más eficiente a los prisioneros. Podían cremar unas 4 mil personas diarias. Durante la primavera de 1944, esta cifra llegó a superar las 10000.
 
Auschwitz III
Monowitz - Auschwitz III, también llamado Monowitz, fue centralmente usado como un campo de trabajo forzado. En esa zona los prisioneros eran obligados a llevar a cabo tareas para la planta química Buna-Werke de la industria alemana IG Farben. Entre otras actividades, la firma producía combustibles y goma sintética, pero en determinado momento se vieron obligados a participar de la fabricación del gas letal Zyklon B que luego se aplicaba en las cámaras para asesinarlos. Cuando los prisioneros de Monowitz se debilitaban o enfermaban de forma irreversible eran trasladados a Auschwitz-Birkenau para su ejecución.
 
El campo de Auschwitz III
Activo desde octubre de 1942, fue concebido como un campo de trabajo forzado al servicio del fabricante de caucho sintético IG Farben. En la práctica fue también campo de concentración y campo de exterminio. Las tropas de las SS cobraban salarios de IG Farben por el trabajo realizado por los prisioneros de Monowitz.
 
Según el Museo del Holocausto de Buenos Aires, 1.100.000 personas fueron exterminadas en Auschwitz. Más de un millón de las víctimas eran judíos. También se ejecutó a 15.000 prisioneros de guerra soviéticos, 25.000 gitanos, 70.000 polacos, así como a homosexuales, testigos de Jehová y personas con discapacidad, entre otras víctimas.
 
A 75 años, ¿cómo se recuerda el Holocausto en Buenos Aires?
 
A partir de 2005, Naciones Unidas determinó que el 27 de enero sería el día Internacional de la Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. 75 años después de la liberación de Auschwitz por parte de las tropas soviéticas, en Argentina la memoria sigue viva y tiene una función pedagógica: hay que conocer las atrocidades de la Historia para que no se vuelvan a repetir.
 
En Buenos Aires, el Museo del Holocausto es uno de los centros de investigación y exposición que a través de objetos, documentos y testimonios da cuenta del proceso de exterminio llevado a cabo por el nazismo. Inaugurado a mediados del año 2000, es la principal institución en materia de archivo, investigación y contacto con sobrevivientes.
 
Después de dos años de trabajo intenso, el 1 de diciembre se realizó la reinauguración –en febrero se informará sobre los días y horarios en que se puede visitar–. Entre las novedades, se incorporó tecnología que habilita una mayor cantidad de opciones para aprender sobre la tragedia, y la ampliación de 988 m2 que antes estaban en desuso. La inauguración contó con un mensaje del entonces presidente Mauricio Macri y líderes políticos de los principales partidos opositores. Fue una empresa que costó cuatro millones y medio de dólares, financiada por donantes, empresas y por la Ciudad de Buenos Aires a través del programa de mecenazgo.
 
“En materia de memoria, Argentina es vanguardia en América Latina”, explicó a DEF Jonathan Karszenbaum, director del Museo. “Ha tenido una política de estado consistente: a pesar de los distintos signos políticos, fue una auténtica política de Estado porque todos los gobiernos han mantenido un compromiso, ya sea con programas educativos o a través de impulsar leyes de recordación, con actos conmemorativos y con organizaciones de la sociedad civil como el Museo”.
 
Además, se incorporaron piezas que antes no eran exhibidas. Una de ellas es un rollo de la Torá de más de 800 años que tuvo un recorrido particular. Durante el Holocausto fue protegido por vecinos musulmanes que lo devolvieron a judíos sobrevivientes en la Isla de Rodas, y en la década del ‘80 los sobrevivientes los trajeron a Buenos Aires, a la comunidad Chalom, y la comunidad lo cedió al Museo en comodato para poder exhibirlo. “Nosotros buscamos destacar a aquellos que en medio de la persecución y exterminio extendieron una mano solidaria para proteger un documento tan valioso”, destacó Karszenbaum. También se cuenta con el salvoconducto –así se denomina a los documentos falsos elaborados en 1945 para que los desplazados y apátridas pudieran encontrar asilo en otros países– con el que Eichmann ingresó a la Argentina bajo el falso nombre de Ricardo Kleiment. En general, los objetos acompañan la narrativa del Holocausto, que es lo principal.
 
Otra institución de relevancia para recordar el Holocausto es el Centro Ana Frank Argentina. La historia de Ana Frank, adolescente judía que se escondió de los nazis en 1942 durante la ocupación de los Países Bajos y fue descubierta 2 años después, es un caso emblemático en todo el mundo. En el barrio de Coghlan se encuentra la primera institución miembro de la Casa Ana Frank en América Latina, donde además de la muestra permanente se suelen realizar presentaciones de libros y charlas.
 
“Trabajamos con una línea de tiempo para alternar el contexto histórico con la historia específica de la historia de Ana Frank. Trabajamos también con la representación escenográfica del escondite de Ana Frank, una réplica del que se encuentra en la casa original en Holanda”, explicó a DEF Victoria Penas, guía del Centro ubicado en la calle Superí.
 
Memoria y pedagogía
Uno de los objetivos prioritarios de ambos museos es educar a los más jóvenes. Además de recibir visitas de colegios durante el año, el Museo del Holocausto cuenta con el Proyecto Aprendiz, una travesía conjunta entre un sobreviviente y un joven, precedida por una capacitación integradora. Los encuentros transcurren en un marco íntimo y personal, elegido por ellos mismos. El sobreviviente comunica lo que sabe, lo que recuerda, quién ha sido y quién es, y el aprendiz se compromete a incorporar el relato y su esencia para transmitirlo en forma oral durante mucho tiempo más.
 
Por su parte, el Centro Ana Frank tiene un fuerte vínculo con la tarea pedagógica, tanto por la historia de vida de la joven Frank como por los recursos escenográficos que facilitan la empatía, el asombro y finalmente la reflexión por parte de los estudiantes que realizan la visita guiada.
 
“El desafío es que entiendan que la democracia no es algo que se dé por sentado y que por esa ausencia de democracia muchas personas fueron sacrificadas. Desde nuestra parte, nos apoyamos en la pedagogía de la memoria y la esperanza. A la hora de trabajar con estos temas la memoria es un valor que hay que aprender a enseñar. Es un desafío que la memoria no sea angustiante y que sea inspiradora, tiene que transformar el pasado en un aprendizaje”, destacó Victoria Penas.
 


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