Tal como mi casa puede comenzar a sentirse abarrotada cuando no me deshago de aquello que no necesito o uso, mi vida interna puede sentirse saturada por pensamientos y sentimientos que no promueven mi bienestar. Mi mente puede estar atribulada y enredada debido a creencias obsoletas. Mi corazón tal vez esté abatido por heridas y resentimientos pasados.
Hoy hago un inventario de mis pensamientos y sentimientos, y suelto aquello que no sustenta mi mente y mi corazón. Con gentileza y compasión, libero aquellas creencias y emociones que no están alineadas con la Verdad de mi ser. Desisto de sentimientos de miedo, rabia y amargura que prevengan que experimente el amor perdonador y confortador de Dios.