Después de doce horas de debate, y 38 votos a favor, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, obtuvo la media sanción del Senado.
Es ley. Después de 15 años de militancia, ocho presentaciones parlamentarias, una media sanción en 2018, el aborto es legal en Argentina. Este miércoles 30, durante la madrugada, el Senado convirtió en ley el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) por 38 votos a favor, 29 negativos y una abstención. La brecha entre los positivos y negativos fue mucho más alta de lo esperado por el propio oficialismo.
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La sesión especial duró doce horas. Comenzó puntual cuando la presidenta del cuerpo Cristina Fernández la dio por iniciada con 67 senadores presentes en el edificio, pero no así en el recinto, debido al protocolo sanitario. Había expectativas positivas para el oficialismo, pero por una ventaja ajustada. Entonces, desde el Poder Ejecutivo hablaron con el senador rionegrino Alberto Weretilneck, quien había criticado la penalización de los profesionales de la salud y quería quitar la palabra “integral” de la definición de salud en el artículo de la interrupción legal del embarazo (ILE), dentro del proyecto de la IVE. El Ejecutivo se comprometió a corregirlo durante la reglamentación, y así sumó al patagónico, pero también al entrerriano Edgardo Kueider, ambos en duda. El anuncio lo hizo la miembro informante, la senadora pampeana Norma Durango, presidenta del plenario de comisiones y titular de la Banca de la Mujer.
El concepto de salud integral lo aconseja la Organización Mundial de la Salud, excede cuestiones médicas e incorpora dimensiones sociales, como la situación económica, familiar o social de una mujer. Es por eso que el senador argumentaba que había mujeres que bajo el criterio de peligro de su “salud integral” pedían la interrupción legal del embarazo en etapa avanzada, posterior a las 14 semanas previstas en la ley de IVE. Sin embargo, las estadísticas del sistema de salud muestran que la gran mayoría de las ILEs se dan dentro de las 14 semanas. Por lo tanto, el cambio era apenas semántico. Y sumó dos votos claves.
Pero la seguridad plena del triunfo llegó a las nueve de la noche cuando tres senadores que se contaban entre los indecisos anunciaron su voto a favor: la entrerriana Stella Maris Olalla (UCR), Lucila Crexell, del Movimiento Popular Neuquino, que en 2018 se había abstenido, y el salteño Sergio Leavy, que había votado en contra también. De esta manera, la sanción del aborto legal lograba tres apoyos estratégicos para avanzar hacia la madrugada con tranquilidad.
"El aborto no lo queremos, pero existe", dijo Leavy, de Salta, quien en 2018 votó en contra, y esta vez lo hizo a favor. "Hay mujeres que deciden no ser madres y ahí debe participar el Estado para resolver esa situación" sostuvo. "En 2018 voté en contra porque era una ley totalmente diferente. Me di cuenta que esto no se trata de mí, de mis creencias y formación, sino que compete a muchas mujeres", señaló el senador que días antes se reunió con el presidente Alberto Fernández.
El Poder Ejecutivo estuvo siguiendo el debate de cerca. Mientras, dos integrantes del Gabinete nacional se hicieron presentes en el Senado: la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, y el ministro de Salud Ginés González García. De esa cartera también concurrió la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, acompañada de la asesora presidencial Cecilia Nicolini. La secretaria de Legal y Técnica y autora del proyecto que lleva la firma del presidente, Vilma Ibarra también siguió el debate desde los palcos del recinto, acompañada por la asesora presidencial sobre género Dora Barrancos y la histórica militante feminista Nelly Minyersky. También se acercó la titular de la Anses, Fernanda Raverta, quien había seguido el debate de Diputados por la fórmula jubilatoria. El presidente Alberto Fernández seguía el debate desde la Quinta de Olivos.
Cristina Fernández se mantuvo dentro del edificio tras inaugurar el debate que siguió desde su despacho y bajó para los discursos de cierre. Desde el palco miraba el diputado Máximo Kirchner, quien se cruzó desde la cámara baja tras haber conseguido la sanción de la fórmula jubilatoria.
Los discursos cambiaron desde aquella madrugada del 9 de agosto de 2018. Por ejemplo, el senador del PRO Esteban Bullrich pasó de leer un poema escrito por un supuesto feto a pedir la no criminalización de las mujeres que abortan.
También sorprendió su compañera de bancada, la bonaerense Gladys González, quien contó que perdió un embarazo al día siguiente de haber votado a favor en 2018 y llegó a pensar por un momento que había sido un castigo. Habló como católica y pidió autocrítica a la iglesia por haber llegado tarde a la educación sexual y a la importancia de los anticonceptivos. "Me pregunto ¿qué hará falta para que la Iglesia haga una autocrítica? ¿Por qué queremos imponer castigo y criminalizar con la vara de nuestra religión cuando no pudimos hacerlo con la oración y la fe de nuestros propios fieles?", dijo. "Hemos fallado porque parte de nuestra iglesia no acepta la educación sexual y los anticonceptivos. Esa parte prioriza el castigo y la culpa", criticó.
Otro de los discursos más potentes de la noche fue el del senador Jorge Taiana, quien explicó qué es el patriarcado y qué huellas dejó en toda la legislación argentina. También mencionó las leyes que lo fueron deconstruyendo. En su cierre, señaló el origen popular y asambleario del proyecto.
La correntina Ana Almirón, una de las más jóvenes del recinto, sostuvo: "Cuando la revolución del feminismo dice que la maternidad será deseada o no será no es solamente un slogan, no es una frase vacía. Decir que la maternidad será deseada es la libertad de poder elegir, es tener soberanía sobre nuestros propios cuerpos. Las gurisas correntinas son obligadas a parir a los 10 años. Y nosotros no podemos ser el ala progresista de un partido conservador”.
Para los cierres, se distribuyó la palabra en dos representantes por bloque, uno por cada postura. Por la oposición hablaron la tucumana Silvia Elías de Pérez, férrea opositora. En tanto, el presidente del interbloque de Juntos por el Cambio, el radical Luis Naidenoff, hizo un discurso intenso en defensa de la libertad para decidir. "Voto a favor porque en mi provincia hay una mayoría silenciosa de mujeres marcadas por la hipocresía social y no estaría mi provincia representada si un senador no las acompaña", dijo en un enfático discurso hacia las tres de la mañana.
En el oficialismo tuvieron la palabra la mendocina Anabel Fernández Sagasti, una de las articuladoras políticas del proyecto que trabajó con el Ejecutivo para llegar a más concensos entre sus pares. "Gracias al debate social nos enteramos de que las madres y las abuelas abortaban, pero recién hoy lo pueden decir. Abortaban de la peor manera", aseguró. También criticó la falta de cumplimiento de la ESI en su provincia y la prohibición de vender misoprostol en las farmacias que rige para Mendoza y San Juan.
Luego del emotivo y picante discurso de la senadora, el cierre quedó a cargo de Mayans, en su carácter de titular del bloque. Usó todo su tiempo en hablar de la concepción de la vida. Pero también dijo que estaba en contra de la despenalización.
La ansiedad crecía. Cristina Fernández se acomodó en su silla para convocar a la votación. El tablero mostró el triunfo y el aborto fue ley. A partir de ahora, en el sistema de salud público, privado y de las obras sociales se deberá garantizar la interrupción voluntaria del embarazo. El feminismo argentino marcó un hito verde e indeleble en la larga cronología de luchas y derechos adquiridos por las mujeres y disidencias. De paso, avisó que va por más.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)