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General: LOS VUELOS DE LA MUERTE
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De: Gran Papiyo  (Mensaje original) Enviado: 13/04/2011 03:13
Un fiscal pidió detener a los tripulantes de un vuelo de la muerte

Navegación nocturna

Los tripulantes del Skyvan de Prefectura, Enrique José De Saint Georges, Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino, fueron identificados en el vuelo que arrojó al mar a Azucena Villaflor y a la monja francesa Léonie Duquet.

Por Diego Martínez
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El 14 de diciembre de 1977, entre las siete y las ocho de la tarde, un secuestrado de la ESMA fotografió a Alice Domon y Léonie Duquet con un cartel de Montoneros de fondo y un ejemplar de La Nación en primer plano. La imagen de las monjas francesas, ideada por el capitán Jorge Acosta para desviar las miradas que se posaban sobre la Armada, es la última prueba de vida del grupo de Madres de Plaza de Mayo y familiares de desaparecidos secuestrados en la iglesia de la Santa Cruz. A las 21.30 de aquel miércoles, día habitual de “traslados” en la ESMA, el Skyvan PA-51 de Prefectura Naval Argentina despegó desde el aeroparque Jorge Newbery. Según la planilla del vuelo, no transportó pasajeros, voló tres horas y diez minutos, y, sin escalas, regresó al punto de partida. Seis días después aparecieron en playas de San Bernardo y Santa Teresita los restos de Duquet, que en 2005 identificó el Equipo Argentino de Antropología Forense. El uso de los Skyvan está denunciado desde 1983 y es el avión del que estuvo a punto de caer Adolfo Scilingo mientras arrojaba prisioneros al mar. A partir de documentos obtenidos por el fiscal federal Miguel Osorio y del trabajo de la Unidad Fiscal de coordinación y seguimiento de causas de lesa humanidad de la Procuración General de la Nación, que permitió por primera vez identificar un vuelo de la muerte concreto, el fiscal Eduardo Taiano pidió ayer la detención e indagatoria de los tripulantes del Skyvan: Enrique José De Saint Georges, Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino. La decisión sobre sus futuros depende del juez federal Sergio Torres, que a más de tres lustros de la confesión de Scilingo todavía no indagó al abogado Gonzalo Torres de Tolosa, el superior que le acercaba a las personas drogadas para arrojar al vacío. Ayer al mediodía, a pedido de Página/12 y con el fin de evitar una nueva fuga en la causa ESMA, la fiscalía informó al juzgado de Torres que Arru debía volar a las nueve de la noche rumbo a Madrid como comandante de un Boeing 747 de Aerolíneas Argentinas.

Veintiocho años no es nada

El primer testimonio sobre los Skyvan lo aportó en marzo de 1983 el inspector Rodolfo Peregrino Fernández, ex ayudante del general Harguindeguy. “Escuché al teniente de navío Norberto Ulises Pereiro afirmar que se utilizaban aviones de la Prefectura Nacional Naval para el transporte y lanzamiento en altamar de prisioneros políticos secuestrados –dijo–. Estos aviones, de fabricación irlandesa, de buena capacidad de carga, y con una rampa en la parte trasera, cuya marca no recuerdo, resultan apropiados para la misión encargada”, precisó. El marino le contó “que un prisionero había arrastrado en su caída al vacío al suboficial encargado de su eliminación”. El contraalmirante retirado Pereiro era piloto de los L-188 Electra, el otro avión que la Armada usó para desaparecer enemigos. Fue agregado naval en Washington durante el menemismo y es el actual vicepresidente de la Sociedad Militar Seguro de Vida.

La segunda denuncia, sobre la que el Poder Judicial tomó nota la semana pasada, está en la Conadep desde enero de 1984. Es una carta firmada por la “oficialidad joven y no corrupta de la Prefectura Naval” sobre camaradas que “actuaron en la represión antisubversiva dentro y fuera de la ESMA”, que recibió el ministro del Interior de Alfonsín, Antonio Tróccoli. La nota ratificó el dato sobre los Skyvan y señaló a un responsable directo: “Hilario Ramón Fariña. Prefecto general –aviador–- era quien se encargaba de tirar desde los aviones Skyvan al mar a la gente secuestrada y torturada en la ESMA”, precisa el escrito. Fariña tiene hoy 82 años, 35 impune. Entrevistado por Página/12, negó los vuelos y luego relativizó: “De todo lo que se dice habrá un cincuenta por ciento de verdad y otro cincuenta de fantasía”.

“La tripulación normal”

Scilingo confesó en 1990, en una carta al dictador Videla, su participación en dos vuelos, ambos desde Aeroparque. “El primero, con trece subversivos, a bordo de un Skyvan de la Prefectura”, apuntó. Cinco años después relató la historia. “El sistema para eliminar a los elementos subversivos era orgánico. Mover aviones no los mueve una banda, sino una fuerza armada”, explicó. En un pizarrón del casino de oficiales de la ESMA leyó los nombres de los verdugos. Vio cuando adormecieron a los secuestrados, cuando los cargaron al camión y luego al avión. Subió con su jefe, el “teniente Vaca”, a quien luego identificó como Torres de Tolosa. “Estábamos tan convencidos que nadie cuestionaba, no había opción. La mayoría hizo un vuelo, era para rotar gente, una especie de comunión”, aclaró, y categorizó victimarios: oficiales superiores, suboficiales, médicos que daban la última inyección en vuelo e “invitados especiales” que daban “apoyo moral”.

“Al salir de Aeroparque se daba un plan de vuelo: la base aeronaval de Punta Indio. Al llegar a Punta Indio se enfilaba mar afuera”, relató. “Se los desvestía desmayados y, cuando el comandante daba la orden en función de dónde estaba el avión, se abría la portezuela y se los arrojaba desnudos, uno por uno”, dijo. “En el Skyvan, por la portezuela de atrás, que se abre de arriba hacia abajo. Es un gran portón pero sin posiciones intermedias. Está cerrada o está abierta, por lo cual se mantiene en posición de abierta. El suboficial pisaba la puerta, una especie de puerta basculante, para que quedaran 40 centímetros de hueco hacia el vacío. Después empezamos a bajar a los subversivos por ahí. Yo, que estaba bastante nervioso, casi me caigo y me voy por el vacío”, contó.

–¿Qué personal naval iba en cada vuelo?

–En la cabina iba la tripulación normal del avión.

–¿Y con los prisioneros?

–Dos oficiales, un suboficial, un cabo y el médico. En mi primer vuelo, el cabo de Prefectura desconocía totalmente cuál era la misión. Cuando se da cuenta entra en una crisis de nervios. Se puso a llorar. No entendía nada, se le trabucaban las palabras. Eso me puso nervioso. Le empecé a explicar y le dije que hable con los pilotos. Yo no sabía cómo tratar a un hombre de Prefectura en una situación tan crítica. Al final lo mandan a cabina. El Skyvan es una gran caja, con la cabina separada.

El Estado bobo

El juez Sergio Torres está a cargo de la causa ESMA desde 2003, cuando la confesión de Scilingo se conocía en todo el mundo. La investigación sobre los vuelos, sin embargo, nunca se activó. En 2005, el juez Julián Ercolini declinó su competencia para investigar la confesión del capitán Emir Sisul Hess, quien relató que los secuestrados caían “como hormiguitas”, y se la envió a Torres, que recién acusó recibo cuatro años después, cuando Página/12 publicó la historia. Su procesamiento fue confirmado, pero el juez no avanzó contra sus superiores. En el caso del teniente Julio Poch, el impulso de la investigación no fue de jueces argentinos, sino del Reino de los Países Bajos. Sus superiores siguen impunes, igual que el suboficial Rubén Ricardo Ormello, autor de la tercera confesión judicializada, que Página/12 informó en 2009. Torres tampoco indagó a los aviadores y técnicos aeronáuticos condecorados por Massera por su actuación en “operaciones de combate” (sic) como miembros del Grupo de Tareas 3.3, capitanes Hugo Roberto Ortiz, Guido Paolini y Rodolfo Alberto Bogado. Hasta el imputado Carlos Capdevila renegó por la indiferencia de Su Señoría ante los datos precisos sobre represores que aportó el médico de la ESMA. “Mi colaboración no ha sido tenida en cuenta”, lamentó.

El disparador de la investigación sobre los Skyvan fue un informe de la periodista Miriam Lewin, sobreviviente de la ESMA, quien filmó en Estados Unidos uno de los cinco aviones que Prefectura usó durante la dictadura. Lewin volvió al país con una copia del “Historial técnico de vuelos”, que acompaña al aparato hasta el fin de sus días e incluye información valiosa, como apellido del comandante, fecha, procedencia, destino y duración de cada vuelo. A fines de 2009 los datos ya estaban en el juzgado de Torres, abocado desde hace quince meses a conseguir una copia certificada de los documentos. No menos frustrante fue la respuesta del entonces ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, Julio César Alak, al pedido de Página/12 de tomar vista de los legajos de los pilotos: lo rechazó sin explicitar motivos, contrariando la política oficial de promover las investigaciones sobre el terrorismo de Estado.

Tras la emisión del informe en Canal 13, el fiscal federal Miguel Osorio, que investiga traslados de secuestrados en el marco de la causa Plan Cóndor, le tomó testimonio a la periodista, analizó las irregularidades que surgían de los registros y solicitó a Prefectura la documentación sobre los Skyvan. A diferencia de la Armada, reticente a entregar las planillas de los Electra pese a las intimaciones de Osorio, Prefectura aportó 2758 planillas de vuelos registrados entre 1976 y 1978, que además de la información del libro del avión incluyen datos imprescindibles, como horarios, tripulación y finalidad.

Del estudio y la búsqueda de un correlato documental de los vuelos de la muerte se ocupó la Unidad Fiscal de coordinación de causas de lesa humanidad de la Procuración. Los registros se volcaron en un cuadro para visualizar regularidades y excepciones. En base al relato de Scilingo y a la velocidad de los Skyvan, se seleccionaron vuelos de más de dos horas y media. Descartados aquellos con destinos que la justifiquen, surgió que el despegue y aterrizaje de los restantes siempre tuvo lugar entre Aeroparque y la base aeronaval de Punta Indio. El dato es sugestivo: los dos vuelos que confesó Scilingo partieron de Aeroparque. En su libro Por siempre nunca más, agregó que “todos los ‘traslados’ tenían como plan de vuelo Punta Indio pero sin aterrizar”. La duración es aún más llamativa: los 40 o 50 minutos que tardaba un Skyvan para unir ambos puntos se extienden según los registros hasta cuatro horas y media, al límite de la autonomía del avión. Por último se considera la nocturnidad y la finalidad apuntada.

Los vuelos que sortean todos los filtros y en los que se menciona a Aeroparque como punto de partida y llegada son once en tres años. En ninguno se registraron pasajeros. Diez tienen por finalidad la “instrucción”. Sólo uno, el del 14 de diciembre de 1977, tiene un objetivo diferente: “navegación nocturna”. Según la planilla de vuelo, el PA-51 voló tres horas y diez minutos, sin pasajeros, al mando de De Saint Georges, Arru y D’Agostino. Los primeros se fueron de Prefectura al año siguiente y vuelan tres veces por mes a Madrid como comandantes de vuelos de Aerolíneas Argentinas. D’Agostino, retirado en servicio, es jefe de la división Veteranos de Guerra de Prefectura. Diecisiete días después del vuelo con el grupo de la Santa Cruz un superior elogió el “dominio de sus reacciones emotivas” y aseguró que “aun en situaciones críticas se mantiene sereno”.

La foto de las monjas Alice Domon y Léonie Duquet tomada luego de su secuestro.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)            



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: marce702 Enviado: 13/04/2011 05:41

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 14/08/2014 04:31
Miércoles, 13 de agosto de 2014
Declaran testigos que escucharon a Julio Poch decir que había participado de los vuelos de la muerte

El piloto que se jactaba de los crímenes

El juicio oral por los delitos cometidos en la ESMA entra en un tramo dedicado a los vuelos de la muerte. Hoy está previsto que declaren dos pilotos holandeses a quienes Poch les contó en 2003 cómo habían arrojado personas con vida desde aviones.

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Poch (izquierda) está acusado por secuestros y coautoría de homicidios en treinta casos.

La empresa Transavia es la compañía aérea franco-holandesa en la que trabajó el piloto y teniente de fragata retirado Julio Poch desde el 1º de marzo de 1988. En noviembre de 2003, un grupo de empleados de la compañía viajó a Indonesia por cuestiones de trabajo. En el grupo estaban Poch y su esposa Grethe, junto a pilotos y tripulantes: Tim Eisso Weert, Edwin Reijnhoudt Brouwer, Christiaan Duijker y Frederik Van Heukelom, entre otros. Como una parte del grupo debía irse antes de tiempo, el día 2 de diciembre se organizó una cena con todas las personas de Transavia y de otra empresa. La cena se hizo en el restaurante Gado-Gado, de Bali. Los invitados, miembros de la tripulación y del equipo técnico, se encontraban distribuidos en tres mesas largas y rotaron sus ubicaciones a medida que transcurría la velada. En aquella cena, reconstruida en la “elevación a juicio” de la megacausa ESMA, Poch se jactó ante sus compañeros de haber intervenido en los vuelos de la muerte durante la dictadura: los asesinatos masivos de personas que eran arrojadas con vida desde aviones, al mar o al Río de la Plata.

A partir de hoy, una parte de aquellos compañeros de Bali comenzarán a declarar en Comodoro Py, en el contexto del juicio oral y público por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA. El proceso ingresa de esta manera en el tramo de los vuelos de la muerte, entre cuyos acusados se encuentra Julio Poch. En total, está previsto que declaren siete holandeses durante las próximas dos semanas. Todos son pilotos, algunos citados por la defensa. Hoy es el turno de dos de ellos: Tim Eisso Weert y Edwin Reijnhoudt Brouwer, que aquel día compartieron la mesa con Poch.

“Más que nada a la fiscalía le interesa que los testigos sean sinceros con el relato de lo que han escuchado”, dijeron a este diario los fiscales del juicio, Mercedes Soiza Reilly y Guillermo Friele. “Nos interesa que cuenten qué escucharon, después la fiscalía alegará y evaluará cómo hará la acusación sobre el testigo.”

Este es el núcleo de lo que esperan quienes acusan, tanto fiscales como querellas. Durante estos años, los testigos más importantes de aquella cena fueron sometidos a distintas presiones. Recibieron correos electrónicos en los que les pedían que se retractaran de sus declaraciones. Y el tema fue silenciado en los primeros años dentro de la compañía. Poch impulsó una campaña pública en Holanda, donde consideran el asunto como una especie de causa nacional: cada vez que habla provoca revuelo. Y en su indagatoria, en la sala del juicio, estuvo presente el embajador de Holanda.

En este momento, Poch está detenido en Marcos Paz y acusado por privación ilegal de la libertad, aplicación de violencia y coautoría de homicidios en el caso de 30 víctimas de esta causa, entre los que están los casos de la Santa Cruz. En la acusación, la confesión de Bali es sólo uno de los elementos en juego. Sin embargo, Poch construyó buena parte de su defensa sobre ese punto. Negó haber dicho lo que los testigos escucharon, asegura que se trató de un malentendido, construyó una defensa técnica en la que sostiene que no condujo aviones de pasajeros, sino de caza y ataque y en su indagatoria intentó más bien mejorar su perfil más político: “Por supuesto que, como a la mayoría de los que vivimos ese período –dijo– (saber de los vuelos) me provocó incredulidad y rechazo”.

En este contexto, para quienes acusan en este juicio uno de los aspectos más importantes de las próximas declaraciones será reconstruir no sólo la escena de Bali, sino reconstruir quién era el piloto dentro de la línea aérea antes de aquella confesión. En ese sentido, se esperan varios aportes de algunos testigos. Hay quienes presenciaron distintos episodios en los que Poch aparece embanderado con la dictadura. Aunque eso no sirve directamente como prueba, permitiría poner en duda el supuesto perfil de demócrata. Uno de los ejemplos que citan es que tan conocido era ese perfil que dentro de la aerolínea había comenzado a circular como un chiste que, cuando él piloteaba un avión, las azafatas decían: “Hoy maneja Poch, no se acerquen a las puertas”.

Hoy declararán dos de los testigos más importantes del caso. Tim Eisso Weert y Edwin Reijnhoudt Brouwer estuvieron en Bali y se sentaron en la mesa con Poch. Weert quiso hacer público rápidamente todo lo que había escuchado, pero a poco de empezar se encontró con presiones de la compañía. Brouwer volvió de Bali y a la vuelta denunció el hecho ante el jefe del servicio aéreo, pero nadie le preguntó nada más. Pasaron dos años o tres, y recién entonces un jefe piloto se enteró por comentarios en los pasillos e hizo la denuncia. Además, se espera que Brouwer relate un episodio con Poch y otro piloto que ocurrió en la casa de Aldo Ingmar Knip, un piloto jubilado de esa misma línea aérea.

El resto de los testigos va a declarar la semana siguiente. El miércoles 20 también será otro día importante: está previsto que declaren Knip y Geert Jeroen Engelkes. Knip hoy es un testigo convocado por los defensores de Poch y es la persona que escribió e-mails a otros testigos. Engelkes podrá dar cuenta en forma indirecta de lo que sucedió en Bali, porque dijo haber escuchado el relato de los pilotos holandeses cuando hablaban de la confesión de Bali.

Otro testigo relevante por los datos que puede aportar sobre Poch es Geronimus Johannes Weidenhoff, que no estuvo presente en la cena pero tuvo una conversación con Poch en la cabina de un avión el 18 de abril de 2005.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)           

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 21/12/2020 02:07
20 de diciembre de 2020  

Trabajará el Equipo Argentino de Antropología Forense

Vuelos de la muerte: periciarán aviones desde los que habrían arrojado prisioneros

 
 
 
La causa por los vuelos de la muerte en Campo de Mayo avanzó la semana pasada con una medida clave: la inspección ocular en la que jueces, fiscales, querellantes, testigos y familiares de las víctimas pudieron ver tres aviones Fiat G-222 y un Twin Otter de los que se usaron durante el terrorismo de Estado, abandonados en el Batallón 601 del Ejército Argentino. Luego de eso hubo otro paso importante: El Tribunal Oral Federal 2 de San Martín, a cargo del juicio de lesa humanidad en esa causa, dictó una medida cautelar para preservar pruebas que podrían encontrarse en aviones inutilizados que se encuentran ese predio militar. Y además le solicitó al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que realice pericias en el predio. El lunes el juicio tendrá su penúltima audiencia del año, antes del comienzo de la feria de verano.
 
"Son aviones que hace mucho tiempo que están ahí y que podrían tener elementos que serían útiles para la causa", explicó Mercedes Soiza Reilly, integrante de la Fiscalía General que interviene en este juicio y que encabeza Marcelo García Berro.

Tras la inspección ocular que se llevó a cabo y a pedido de la Fiscalía, el Tribunal ordenó que se preserve también un sector de la cabecera de la pista, para realizar excavaciones en busca de jeringas y ampollas de Ketalar, la droga que usaba el Ejército para adormecer a los secuestrados antes de arrojarlos al río o al mar. En las próximas preicias en ese lugar intervendrá el Equipo de Antropología Forense, en busca de elementos de prueba.
 
Los testimonios de los conscriptos que hicieron el servicio militar en esa guarnición del Ejército durante el juicio dan cuenta, entre otras cosas, del procedimiento para adormecer a los prisioneros antes de los "traslados". Uno de ellos, de hecho, acompañó la inspección ocular e identificó el lugar en el que, en 1976, le ordenaron que levantase cientos de ampollas que tiraban los médicos militares.
 
 

Chatarra

En 2012, durante la instrucción de esta causa, se descubrieron estos aviones aviones en el predio militar. El Ejército informó entonces que se venderían a Italia como chatarra, decisión que entonces se frenó con una cautelar.

El año pasado la existencia de los aviones, que aún seguían en Campo de Mayo, fue testimoniada también en la declaración de Marcelo Castillo, integrante del EAAF, que lo contó en una de las audiencias del juicio.

La Fiscalía solicitó también las planillas de registro de los vuelos que salieron de Campo de Mayo, algo que Soiza Reilly hizo en la causa ESMA III, en la cual se investigaron delitos similares.

"Los Fiat son aviones que se utilizaban para hacer prácticas de paracaidismo; los Twin Otter son naves que se podían abrir en vuelo y se pudieron utilizar para lo que estamos investigando", apuntó.

El foógrafo Gustavo Molfino, militante y familiar de desaparecidos, acompañó la inspección ocular y tomó imágenes de estos aviones, como la que acompaña esta nota.

Preservar pruebas 


El TOF 2 de San Martín, presidido por el juez Walter Venditti, le solicitó al jefe del Ejército, general de brigada Agustín Cejas, que "se adopten medidas necesarias para que no se modifique el estado actual ni la situación jurídica de los aviones: Twin Otter matrícula AE-106 y Fiat G-222 matrículas AE-260, AE261 y AE-262; sin perjuicio de los derechos que pudieren haber adquirido terceros", según la cédula de notificación.

"Dada la indicación in situ realizada por el testigo Escobar Fernández, es procedente como prueba sobreviniente disponer la excavación del ángulo de tierra y vegetación baja ubicado en la cabecera norte de la pista de despegue y aterrizaje con un alcance de 50 metros desde el vértice en la búsqueda de ampollas y todo otro deshecho de material medicinal descartable", indicó la resolución judicial.
 

El tribunal juzga a parte de la cadena de mandos del Batallón de Aviación 601, responsable de desaparecer a miles de víctimas que pasaron por el mayor centro de exterminio del país. Al múltiple condenado Santiago Riveros, quien fue jefe de Institutos Militares, a los aviadores Luis del Valle Arce, Delsis Malacalza (segundo jefe de ese batallón y piloto de uno de los Fiat, único imputado que participó de la inspección ocular)  Eduardo Lance y Alberto Conditi, que integraban diferentes áreas del batallón de Aviación 601 del Ejército que funcionaba en la guarnición militar.

El juicio comenzó el 5 de octubre y las audiencias se realizan de forma virtual. El próximo lunes será la penúltima audiencia del año. 

El juicio se transmite en vivo desde el canal de Youtube de la Dirección General de Tecnología, Videoconferencias, Audio y Video del Consejo de la Magistratura.

https://www.pagina12.com.ar

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)      



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