Hace 41 años,  para esta fecha, los Estados Unidos, con la inconciencia y el espíritu de gendarme mundial que siempre los ha caracterizado,  pusieron al planeta entero al borde de una guerra nuclear. 

A continuación, recordando aquellas dramáticas jornadas, expongo unos breves textos donde se describe la actitud que tomó el pueblo cubano ante semejante situación y el peligro de una inminente invasión:

(…), una atmósfera de expectativa e inquietud reinaba en la ciudad después de haber finalizado la primera parte de la movilización. Tanto en los medios oficiales como entre la población civil, todo se hallaba supeditado a las noticias procedentes del exterior. La impresión general que recogían los enviados de la prensa mundial consistía en “una sensación de espera” que flotaba en el aire de la isla. Espera inquieta, nerviosa, de centenares de miles de hombres y mujeres que sabían que su destino se jugaba en cada minuto que pasaba. Y aquel destino se jugaría en el caso, para ellos más esperado que hipotético, de que se produjera una invasión a la isla por parte de tropas de los Estados Unidos.

La movilización había sido casi total. Los hombres, formando parte de las unidades militares y de la milicia, se hallaban en sus puestos, a lo largo de las costas. En lo que podría llegar a ser retaguardia las mujeres los habían reemplazado en sus ocupaciones cotidianas. Otras muchas cubrían los puestos de socorro y los hospitales de sangre, próximos a la eventual primera línea.

Por su parte, los alumnos de los colegios y universidades habían sido movilizados igualmente, siendo enviados a reforzar las unidades combatientes.

Informaciones emanadas de corresponsales extranjeros en La Habana señalaban que “a pesar de la lluvia torrencial que cae desde hace dos días en forma casi constante, largas filas de camiones cargados de hombres parten con destino desconocido. Durante la noche las calles de La Habana están desiertas y tristes. Los proyectores de la defensa pasiva barren la bahía. Viajeros procedentes del interior afirman que la movilización se lleva a cabo sin incidentes en las provincias y refieren cómo las tropas ocupan posiciones preparadas con antelación a lo largo de la costa. El acceso a las playas está terminantemente prohibido y las comunicaciones terrestres entre la capital y la parte central de la isla se hallan prácticamente interrumpidas. La carretera central fue cortada en varios puntos. Testigos presenciales afirman que las carreteras del interior aparecen frecuentemente bloqueadas por filas interminables de camiones cargados con equipo militar. Al parecer, sólo una parte reducida del material bélico recibido del exterior se encuentra emplazado. Al mismo tiempo, los radares escrutan el mar y el aire día y noche. El primer ministro Castro se encuentra en La Habana y su hermano Raúl, viceprimer ministro y ministro de las fuerzas armadas, salió de la capital, así como el comandante Ernesto “Che” Guevara, ministro de Industrias, quien, según se cree, asume una alta función en el mando militar.”(...)

Para el que quiera ahondar en el tema, podrá informarse con más amplitud  visitando el espacio “La Crisis de los misiles” en el Sitio “Cuba heroica”.

También les recomiendo la película “Trece días” (EE.UU./2000, 145´), un sólido thriller político que atrapa desde el primer momento.

He aquí, para que tengan una idea, la opinión de un crítico de cine:

“Roger Donaldson se propuso cumplir en “13 Days” el sueño de muchos: ser una mosca en la pared y poder estar presente en las intrigas políticas de los más altos poderes internacionales. En el caso, durante las deliberaciones en la Casa Blanca cuando la famosa crisis de los misiles en 1962. El hecho – olvidado por muchos – pudo haberse convertido en un episodio funesto de la historia: cuando un avión U2 de los Estados Unidos descubrió misiles soviéticos emplazándose en Cuba, el gobierno americano lanzó un ultimátum al Kremlin para que los retiren. La nerviosa y desesperante negociación que siguió durante los trece subsiguientes días es la que cuenta la película, que reúne al director y protagonista de otro thriller de sesgo militar: “Sin salida”. Es Kevin Costner (Kenneth O´Donnell) el encargado de ser la mosca en cuestión. Asistente de los Kennedy, es el hombre presente en todas las negociaciones, el testigo que el espectador necesita para sentirse parte del relato. Los conflictos son varios: la pulseada con los soviéticos, las luchas internas entre el ala militar dura y la búsqueda de salidas negociadas por parte de los demócratas representados por JFK y su hermano Robert. En ese sentido, la película involucra al espectador de manera creciente, y su segunda hora alcanza niveles de suspenso importantes aún cuando se sabe el desenlace de la contienda. Es raro el aporte de Costner a este proyecto: el asunto jamás pasa por él (los contendientes son los Kennedy, Robert McNamara y los generales) y su tarea consiste en colaborar con los Kennedy y dar el marco familiar a la historia. De los hermanos, el lucimiento es de Steven Culp, idéntico a Robert. En conjunto, se trata de una película narrada con precisión y los recursos justos.”