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General: EL GRAN TEATRO DE DANIEL ORTEGA
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De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 07/11/2021 15:24 |
El gran teatro de Daniel Ortega
Nicaragua vivirá hoy domingo 7 de noviembre la coronación del autoritarismo. La tendencia de restricciones y represión que ha rodeado a la campaña electoral, con siete candidatos opositores en prisión, sellará en las urnas una cruda paradoja. Los nicaragüenses que acudan a votar no tendrán la posibilidad de elegir.
JACOBO GARCÍA
Daniel Ortega, de 75 años, ganará las elecciones a la presidencia de Nicaragua. Poco importa cuándo ocurran los comicios, como los de este domingo. Con sus rivales encarcelados o en el exilio, el comandante sandinista ha dado buena cuenta de que no permitirá que alguien le arrebate su cuarto mandato. Lo logrará con cerca del 100% de los votos, resultado de la suma de los sufragios obtenidos por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), más el resto de formaciones, algunas creadas hace solo unas semanas, con permiso de tener papeleta. El guion apunta a que en su discurso de victoria, previsiblemente, rechazará la “injerencia yanki”, las presiones internacionales y los supuestos intentos golpistas. Hasta ahora disentir con el Gobierno sandinista consistía en votar a otro partido, pero para millones de nicaragüenses la única posibilidad de rechazo es no acercarse a las urnas, quedarse en casa en señal de protesta. Ese dato, el de participación, también estará bajo control del régimen.
En Nicaragua no se ha descuidado nada para que el teatro se parezca a una elección. La cartelería callejera exhibe rostros diferentes, los analistas simulan incertidumbre ante el resultado, la televisión llama a acudir a las urnas para fortalecer la democracia, la policía y los soldados llevan urnas y papeletas a todo el país, el consejo electoral celebra sesiones, se barren colegios electorales y hasta una encuestadora publicó sondeos esta semana. Además, las autoridades anunciaron que no ofrecerán resultados oficiales hasta la medianoche para poder tener una tendencia clara sobre el ganador. La realidad, sin embargo, es que el ganador está claro, y será Ortega.
La votación es un teatro construido a partir de la represión de 2018 en el que el decorado sigue intacto. Caminar por Managua es un paseo de los horrores de la represión más reciente. La capital tiene la estética habitual de esta zona del mundo. Exuberante naturaleza, vendedores ambulantes, cierto desorden callejero y la simpatía risueña de la gente de a pie. Menos visible es el manto de miedo, profundo miedo que el tándem de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, han conseguido inocular en el país, de 6,6 millones de habitantes.
El miedo es que en la decena de entrevistas realizadas para este reportaje nadie quiera ser citado; el miedo es que los dos últimos colaboradores hayan tenido que dejar Nicaragua de forma clandestina teniendo que meter sus cosas en pocas horas en una bolsa en mitad de la noche. Miedo también a usar las redes sociales, comunicarse por WhatsApp, que suene el teléfono a medianoche o cruzarse con soldados y policías armados en estado de alerta en cada esquina. Miedo es ser señalado por los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), delatores creados a imagen y semejanza de los comités de Defensa de la Revolución cubana para el espionaje vecinal, o el temor a que una nueva embestida esté por llegar desde que Estados Unidos aprobó un nuevo paquete de sanciones (Ley Renacer) o miles de cuentas fueran suspendidas por Facebook y Youtube por ser consideradas granjas de troles diseñadas para mentir y contaminar la conversación. “La sensación es que algo peor está por llegar en los próximos días. Esa es la dinámica habitual ante cada ataque que reciben Ortega y Murillo. Pueden ser empresarios, curas, profesores de universidad...”, dice una periodista que conoce bien a la pareja presidencial. “Buscan siempre una venganza y alguien que se la pague”.
Hasta en eso ha perdido elegancia la revolución que un día enamoró al mundo y hoy carece de cualquier mística. Ni siquiera la revolución cubana, y mucho menos la venezolana, contó con iconografía, imágenes, símbolos, música y adhesiones como la sandinista. Todo ello se esfumó. Al sandinismo lo sostiene ahora apenas un 20% de la población. El resto, sus aliados de antaño, le dieron la espalda a inicios de los noventa; después Ortega fue acusado en 1998 (luego el caso fue sobreseído) de violar a su hijastra repetidas veces entre los 11 y los 19 años. Y ahí están los cientos de asesinados durante la represión de las protestas de 2018, los 120.000 exiliados o los casi 200 detenidos, mientras Ortega se presenta como feminista en un Gobierno paritario que decidió nombrar a su esposa copresidenta de Nicaragua.
Su empresa de encuestas (M&R) señala que Ortega tiene un apoyo del 75%, lo que augura que se atribuirá la victoria de este domingo con más del 70% de los votos. La empresa Gallup, sin embargo, publicó esta semana que su apoyo no pasa del 19%, el nivel más bajo desde que la dupla Ortega-Murillo regresó al poder en 2007. Para cerrar el desfase entre la realidad y la farsa electoral, los CPC se esforzaban hasta última hora del sábado movilizándose puerta por puerta, listas en mano para arrastrar a las urnas al mayor número de gente posible. La estrategia es el 1x10 consistente en que cada simpatizante, trabajador público o militante sandinista debe llevar a 10 personas a votar, algo que siempre le ha dado buenos resultados al chavismo en Venezuela. La misma estrategia se sigue en los centros de trabajo. “Nos han pasado listas y aseguran que el lunes nos mirarán si tenemos el pulgar pintado de azul (la tinta con la que se marca el voto). Aquí son muchos los que están viendo cómo pueden pintarse en casa el dedo para no tener problemas en el trabajo”, confiesa una torcedora que trabaja en una fábricas de puros de Estelí.
“Yo creo que el Gobierno ha ayudado a muchos campesinos con una vaca, un cerdo o semillas. También ha traído agua a algunos municipios y ha favorecido que podamos tener casa”, asegura. Precisamente la vivienda es uno de los logros sandinistas más publicitados. El año pasado se anunció la construcción de 50.000 viviendas de las que se han entregado unas 7.000 en barrios como Nueva Jerusalén. “Y solo pagamos 20 dólares mensuales para tener un título en propiedad”, detalla un taxista que hace guardia junto a la terminal de autobuses de Managua y que ha sido beneficiado con una de ellas. Otro de los avances sandinistas tiene que ver con el combate a la pobreza. Durante la etapa sandinista en el segundo país más pobre del continente después de Haití, la pobreza pasó de 29,6% a 24,9%, mientras que la pobreza extrema disminuyó del 8,3% al 6,9%, según cifras oficiales. Paralelamente, el número de trabajadores públicos ha pasado de 40.000 a casi 170.000, un aumento estratégico en épocas de movilización como la actual.
Si bien la descomposición de la democracia nicaragüense comenzó hace tiempo, en los últimos meses tomó un giro radical. Las biografías escritas sobre el comandante sandinista recuerdan que fue Rosario Murillo quien en 1990 le advirtió una y otra vez que iba a perder las elecciones. Pero él insistió y nunca se repuso del golpe de ser rechazado por su pueblo. No había ganado una guerra para volver a la oposición, pero terminó aceptando que Violeta Chamorro encabezara el país. Aquella derrota marcó su vida política y ya no pretende competir en igualdad de condiciones. “Esto era un clamor. Soy comerciante y me dedico a hablar con la gente de ello y ocho de cada 10 personas decían que iban a votar a la señora”, dice una vendedora de ropa de 45 años en el populoso barrio de San Judas de la capital, en referencia a la candidata Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta. La respuesta fue ordenar su detención en junio pasado; después, de quienes podían tomar el testigo en las elecciones frente a Ortega; luego, de integrantes de las ONG, y posteriormente sus antiguos aliados exguerrilleros, periodistas y hasta una miss Nicaragua que se atrevió a entrar de vicepresidenta en una lista. Uno a uno, en cuestión de pocos meses, Ortega terminó con cualquiera que pudiera hacerle sombra.
Cuatro jóvenes almuerzan vigorón, el plato típico de yuca y ensalada de col y cerdo adobado, bajo el poderoso calor de Managua a las puertas de la Universidad Autónoma (UNAN). Son estudiantes de ingeniería. Tienen ganas de todo menos de hablar con un periodista. Finalmente, aceptan conversar a regañadientes con la condición de ocultar su nombre. Durante la media hora de conversación la palabra “farsa” es la más repetida. “Esto es un engaño colectivo y una dictadura familiar. Han conseguido imponer el silencio”, dice el más joven, con lentes y cara de buen chico. “Se han convertido en algo peor que Somoza. Una basura cruel y despiadada que no tuvo pudor en abrir fuego contra gente inocente. Somoza luchaba contra una guerrilla armada, pero nosotros salimos a protestar envueltos en banderas y nuestros teléfonos como único instrumento para registrar lo que sucedía”, explica sobre las protestas que se desencadenaron en 2018. El resto asiente y mira hacia los lados evitando subir la voz.
Las siguientes tres cuadras alrededor del comedor callejero son una especie de paseo por los horrores. Unas calles más adelante está la redacción de 100% Noticias. Donde antes estaba el nombre del canal, hoy hay un enorme cartel en rosa pastel con los rostros de “los compañeros Daniel y Rosario”, como les llaman sus simpatizantes. La televisión desmantelada por el Gobierno con patadas y golpes es ahora un centro de rehabilitación para alcohólicos. La tradición de arrebatar propiedades ajenas es una costumbre muy arraigada en el sandinismo desde la época de la piñata, cuando se apropiaron masivamente de viviendas antes de dejar el poder en 1990. Precisamente la actual casa del matrimonio presidencial, que es también su despacho, y la sede del Gobierno, y la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional ubicada en la colonia El Carmen, fue expropiada a un rico empresario llamado Jaime Morales Carazo en 1979. Ortega vivió como presidente en ella desde el 1979 a 1990, pero tras perder las elecciones ante Violeta Chamorro se quedó con la casa. Y allí sigue. La única novedad es que desde el levantamiento estudiantil de 2018 ha movido el cerco de seguridad y obliga a evitar la zona si no se quiere ser interceptado por los soldados y policías.
Siguiendo unos metros de donde comen los estudiantes, está la iglesia de la Divina Misericordia, cuya fachada parece un colador por la cantidad de impactos de bala que alberga en sus paredes, resultado de la persecución a la que fueron sometidos los alumnos durante la embestida de abril de 2018 que dejó casi 400 muertos, muchos de ellos con un balazo en el cuello y la sien.
Precisamente la Iglesia, la Institución con mayúsculas, ha tenido un papel ambiguo en esta crisis. O, lo que es lo mismo, “el Papa ha guardado un silencio que se escucha en todo el mundo”, dijo recientemente el escritor Sergio Ramírez, obligado a exiliarse cuando el régimen lo puso en la mira. Paradójicamente, mientras el Vaticano calla, el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, emulando la mejor tradición de religiosos comprometidos con su pueblo como Óscar Romero o Ignacio Ellacuría, que pagaron con su vida enfrentarse al rodillo autoritario, se enfrentó con firmeza a los sandinistas. Además de su tono firme, muchos aún lo recuerdan cuando se vino abajo ante una periodista recordando cómo arrancaron las uñas a tres jóvenes de su parroquia torturados por la policía. Poco después de aquello, en junio pasado, el Papa lo mandó llamar y callarse al mismo tiempo y desde entonces vive alejado de su pueblo en Roma.
Dejando a la izquierda la parroquia, sobre la avenida que viene de la ciudad de Masaya, está el colegio Teresiano. Hace siete días en este colegio de clase media la situación se agitó nuevamente cuando reconocieron a María Alejandra como la mejor alumna de su promoción. La adolescente subió entonces a hablar ante sus compañeros y dedicó la distinción a su madre, María Oviedo, una defensora de los derechos humanos que lleva varios meses encarcelada por defender a presos políticos. “Si ella estuviera aquí, tengo la certeza de que estaría infinitamente orgullosa de mí, pero más lo estoy yo de su valentía y fuerza, ¡Viva Nicaragua libre!”, dijo emocionada frente a padres y alumnos que rompieron en un largo aplauso.
A 15 minutos de distancia, entre las extrañas calles de Managua se llega a El Chipote. La cárcel rodeada de altos muros grises y vegetación se ha convertido en un símbolo de los horrores o en un verso de Ernesto Cardenal dedicado al héroe nacional Augusto C. Sandino que la juventud nicaragüense se sabe de memoria: “Te mataron y no nos dijeron dónde enterraron tu cuerpo, pero desde entonces todo el territorio nacional es tu sepulcro. O más bien, cada palmo del territorio nacional en que no está tu cuerpo resucita”. La cárcel de El Chipote, que también podría ser una Asamblea paralela por el número de candidatos encerrada en ella, mantiene entre 130 y 150 presos políticos, entre ellos, cuatro candidatos presidenciales: el economista Juan Sebastián Chamorro, el exembajador en EE UU Arturo Cruz, el activista Félix Maradiaga y el periodista Miguel Mora, además de disidentes, activistas, empresarios y periodistas detenidos a golpes o de madrugada por la policía. Entre los encarcelados por Ortega en la última embestida están varios de sus antiguos compañeros de armas en la victoria sandinista de 1979 contra Anastasio Somoza como Dora María Téllez, el general Hugo Torres o el antiguo canciller sandinista Víctor Hugo Tinoco. Hasta Humberto Ortega, jefe del Ejército impuesto a Violeta Chamorro para lograr una transición en paz en 1990, rompió con su hermano pequeño, Daniel, y ha pedido desde Costa Rica la libertad de los presos políticos.
Pero no todo es miedo en la Managua de estos días: 170 invitados del Gobierno pueblan los mejores hoteles de la capital recién llegados de Estados Unidos, Argentina, Francia o España. Ataviados de los colores rojo y negro sandinista, camisetas de Chávez o de apoyo a Cuba, ríen, beben y rellenan una y otra vez platos piramidales del bufet invitados por el Gobierno para fungir como observadores internacionales. El arte de la simulación ha encontrado en los nostálgicos de la revolución al grupo capaz de reírle las gracias mientras el resto del país llora sus muertos, visita a sus presos o administra sus penurias. El teatro de Ortega no ha descuidado ningún detalle.
FUENTE: EL PAÍS INTERNACIONAL
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‘Aquí nadie va a elegir’: Ortega aplasta a la disidencia en Nicaragua
El presidente Daniel Ortega acalló a la oposición y sembró el miedo en los votantes, lo cual prácticamente garantiza su victoria en la contienda presidencial del domingo.
Por Yubelka Mendoza
MANAGUA, Nicaragua — Después de sofocar de una forma muy metódica a la competencia y la disidencia, el presidente Daniel Ortega prácticamente se aseguró la victoria en las elecciones presidenciales del domingo, lo que indica la caída de Nicaragua en un régimen autocrático.
Ortega, en su búsqueda de un cuarto mandato consecutivo como presidente del país, arrestó a todos los adversarios con credibilidad que planeaban contender contra él, cerró los partidos de oposición, prohibió los actos de campaña multitudinarios y clausuró todos los centros de votación.
La comisión que supervisa las elecciones quedó en manos de sus leales y no ha habido debates públicos entre los cinco candidatos restantes, todos ellos miembros poco conocidos de partidos alineados con el gobierno sandinista de Ortega.
“No son elecciones, una farsa es lo que va a haber”, dijo Berta Valle, la esposa de uno de los líderes de la oposición que está en prisión. “Aquí nadie va a elegir. Es que el único candidato es Daniel Ortega”.
El control casi absoluto de Ortega sobre Nicaragua, según los analistas, ha dado paso a una nueva era de represión y terror en el país, lo cual marca un giro hacia un modelo abiertamente dictatorial que podrían imitar otros líderes en toda América Latina. Su declaración de victoria supondría otro golpe a la agenda del presidente estadounidense, Joe Biden, en la región, donde el gobierno no ha conseguido frenar la caída antidemocrática ni el éxodo masivo de personas desesperadas hacia Estados Unidos.
Se ha interceptado a un número inédito de nicaragüenses al cruzar la frontera suroeste de Estados Unidos este año, ya que miles de personas huyeron del país después de que Ortega comenzó a reprimir a la oposición. Y más de 80.000 nicaragüenses viven como refugiados en la vecina Costa Rica.
“Este es un punto de inflexión hacia el autoritarismo en la región”, dijo José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, quien describió la represión de Ortega como “una película de terror en cámara lenta”.
“Ni siquiera está tratando de mantener una especie de fachada de gobierno democrático”, dijo Vivanco del líder nicaragüense. “De manera flagrante y abierta, está decidiendo hacer de las elecciones una representación”.
En junio, Ortega acusó a la oposición de intentar organizar un golpe de Estado. “No estamos juzgando candidatos”, dijo sobre sus críticos que habían sido arrestados. “Aquí se está juzgando a criminales que han atentado contra el país, contra la seguridad del país”.
Ortega llegó al poder por primera vez tras ayudar a liderar la revolución que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza en 1979. Más de una década después, fue destituido por los electores nicaragüenses, en la que se consideró la primera elección democrática del país.
Esa lección sobre los riesgos del gobierno democrático parece haber marcado el resto de la vida política de Ortega. Regresó a la presidencia en 2007, tras conseguir que un partido rival aceptara una reforma legal que permitía a un candidato ganar las elecciones con solo el 35 por ciento de los votos, y luego pasó años debilitando las instituciones que sostenían la frágil democracia nicaragüense.
Dejó claro que no toleraría la disidencia en 2018, cuando envió a la policía a reprimir con violencia las protestas contra su gobierno, lo que provocó cientos de muertos y acusaciones de grupos de derechos humanos de crímenes contra la humanidad.
Pero la repentina oleada de detenciones antes de las elecciones, que envió a siete candidatos políticos y a más de 150 personas a la cárcel, transformó el país en lo que muchos activistas describieron como un Estado policial, donde incluso las expresiones leves de disidencia son silenciadas por el miedo.
Hace poco, un cronista deportivo fue encarcelado por una serie de publicaciones en Twitter y Facebook que criticaban al gobierno, en virtud de una nueva ley que impone hasta cinco años de cárcel a quien diga algo que “ponga en peligro la estabilidad económica” o el “orden público”.
Tras el inicio de las detenciones, Estados Unidos impuso nuevas sanciones a funcionarios nicaragüenses y la Organización de los Estados Americanos condenó al gobierno. Este mes, el Congreso estadounidense aprobó una ley que exige más medidas punitivas para Nicaragua. Pero esa presión no le ha impedido a Ortega eliminar de manera sistemática cualquier obstáculo a su victoria del domingo.
Una encuesta reciente mostró que el 78 por ciento de los nicaragüenses considera que la posible reelección de Ortega es ilegítima y solo el 9 por ciento apoya al partido gobernante. Sin embargo, muchos se niegan a cuestionar al gobierno en público, por miedo a ser detenidos o acosados por los representantes del partido sandinista que están apostados en todos los barrios para vigilar las actividades políticas.
La lideresa de un grupo de vigilancia electoral, Olga Valle, abandonó el país después de que el gobierno de Ortega comenzó a perseguir a cualquiera que hablara en su contra.
“Había mucho temor de dar la cara”, explicó Valle. “Hay una restricción absoluta de las libertades, la ciudadanía está sin ninguna posibilidad de reunirse, de organizarse”.
La primera aspirante a la presidencia que fue atacada fue Cristiana Chamorro, la principal opositora nicaragüense e hija de la mujer que desbancó a Ortega en 1990 tras su primera etapa en el poder.
La policía puso a Chamorro bajo arresto domiciliario un miércoles de junio, el día después de que Antony Blinken, el secretario de Estado estadounidense, pronunciara un discurso en la vecina Costa Rica sobre la importancia de fortalecer la democracia.
Félix Maradiaga, quien también aspiraba a contender contra Ortega, fue encarcelado días después, y permaneció ahí durante meses antes de que a su hermana se le permitiera una visita de 20 minutos.
Su esposa, Berta Valle, exiliada en Estados Unidos desde que recibió amenazas tras las protestas de 2018, dijo que su marido ha perdido 20 kilos y que durante meses el único baño en su celda era un agujero. El político nicaragüense le contó a la familia que se le obliga a permanecer en completo silencio, excepto cuando se le somete a interrogatorios diarios. “Es una tortura psicológica”, dijo su esposa.
A Maradiaga se le ha permitido reunirse con su abogado en una sola ocasión, rodeado de guardias fuertemente armados, añadió su esposa. Poco después, el abogado huyó del país.
Para el mes de agosto, el único de los partidos de la oposición que quedaba en pie era Ciudadanos por la Libertad, un movimiento de la derecha al que algunos especulaban que se le permitiría contender para dar al menos la impresión de una lucha justa. Pero después la comisión electoral dio una conferencia de prensa en la que anunció la desaparición del partido.
“Ni siquiera terminé de verla”, comentó Kitty Monterrey, presidenta del partido. “Cogí mis pasaportes y salí corriendo. No miré atrás”.
Se escabulló al caer la noche, a fin de evadir a la policía que se había apostado en la entrada. Para llegar a Costa Rica, Monterrey atravesó ríos a pie y a caballo durante 14 horas. Cumplió 71 años el día de su viaje.
“Esto no es un proceso electoral en absoluto”, denunció Monterrey. “Las elecciones se dan cuando se tiene derecho a elegir, pero todos están en el exilio o en la cárcel”.
En Nicaragua no hay observadores electorales, solo los llamados “acompañantes” electorales, una mezcla de funcionarios traídos de países como España, Argentina y Chile, muchos de los cuales son miembros de sus partidos comunistas locales. Su trabajo, dijo hace poco una integrante de la comisión electoral, no consiste en “intervenir” sino en “ver” y “disfrutar” del proceso electoral.
En todo el país hay pocos indicios de que se esté disputando el cargo más alto de la nación.
Imágenes gigantescas de Ortega y su esposa, la vicepresidenta del país, se ciernen sobre las calles. Los sitios de vacunación reproducen estribillos revolucionarios con títulos como “el comandante se queda”. En los edificios gubernamentales ondea la bandera del partido sandinista junto a la bandera de Nicaragua.
Pero además de un puñado de folletos con logotipos de los partidos de la oposición en Managua, la capital, no hay espectaculares ni carteles de campaña en los que aparezca nadie más.
“A Ortega se la cayó la máscara”, dijo Valle, la esposa del líder opositor encarcelado. “Él no va a poder esconderse nunca más”.
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¿Gran Teatro de Daniel Ortega?
La FICCIÓN corre por cuenta de ustedes, los reaccionarios, la Derecha recalcitrante que se retuerce y destila odio cuando los países con Gobiernos dignos se plantan ante la insolencia imperial y extranjera construyendo soberanía.
A llorar a la Capilla ! ! ! ! ! ! !
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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La injerencia y el odio se lanzan contra Nicaragua
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) refutó las declaraciones de funcionarios del Gobierno de EE. UU. respecto al proceso electoral nicaragüense, por constituir ataques e intentos desestabilizadores contra el ejecutivo de ese país
Autor: Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu
Como fieras dominadas por el odio se expresa la actuación de Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea, contra Nicaragua, descalificando desde ahora las próximas elecciones generales.
El Gobierno estadounidense aseguró que los comicios del venidero 7 de noviembre en la nación centroamericana serán una «farsa y han perdido toda credibilidad», según afirmó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, citado por la agencia alemana DW.
Para el vocero de Estados Unidos, cuyo Gobierno ha impuesto sanciones económicas a altos funcionarios, es «ya una conclusión inevitable que Ortega se asegurará de que las elecciones de noviembre sean una farsa, y que se proclamará a sí mismo victorioso».
Por su parte, el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, aseguró que espera que el bloque comunitario ejerza presión sobre el Gobierno de Nicaragua, antes de las elecciones presidenciales. Sus declaraciones se produjeron en medio de la reunión de los cancilleres de esa organización este 18 de octubre.
Como expresión de la «diplomacia» que aplica la jefatura de la UE, Borrell calificó de «muy nefasta» la situación en el país centroamericano. Incluso dijo que los comicios presidenciales son organizados por una de las peores dictaduras del mundo y, por tanto, el proceso electoral será falso, precisa un despacho de France 24.
El otro componente de esta guerra mediática, la Organización de Estados Americanos (OEA), ha considerado insuficientes los insultos y mentiras que Luis Almagro ha expresado contra el mandatario Daniel Ortega, y ha convocado a una reunión de su Consejo Permanente con un único tema en su agenda: Nicaragua.
El gobierno de la nación agredida rechazó dicha convocatoria por ilegítima, y dijo que no participará en la cita de la OEA.
En este contexto, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) refutó las declaraciones de funcionarios del Gobierno de EE. UU. respecto al proceso electoral nicaragüense, por constituir ataques e intentos desestabilizadores contra el ejecutivo de ese país.
Al respecto, el ALBA también condenó «las acciones injerencistas que, desde la OEA, pretenden inmiscuirse en asuntos que confieren exclusivamente al pueblo y las instituciones nicaragüenses».
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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La Unión Europea declaró ilegítimas a las elecciones en
Nicaragua: “Ortega privó al pueblo de elegir libremente”
El rechazo fue comunicado por el Alto Representante, Josep Borrell. “La integridad del proceso electoral quedó anulada por el encarcelamiento, el acoso y la intimidación sistemáticos de precandidatos presidenciales”, señaló
La Unión Europea (UE) declaró que las elecciones en Nicaragua que consagraron a Daniel Ortega presidente por tercera vez consecutiva no contaron con “garantías democráticas” y señaló que sus resultados “carecen de legitimidad”. El pronunciamiento fue hecho por intermedio del Alto Representante del bloque continental, Josep Borrell en un comunicado dado a conocer en las primeras horas de este lunes 8 de noviembre.
“Las elecciones que han tenido lugar en Nicaragua el 7 de noviembre se han celebrado sin garantías democráticas y sus resultados carecen de legitimidad. Daniel Ortega ha eliminado toda competencia electoral creíble, privando al pueblo nicaragüense de su derecho a elegir libremente a sus representantes”, dijo Borrell en el comunicado al que accedió Infobae. De acuerdo al funcionario europeo, la “integridad del proceso electoral quedó anulada por el encarcelamiento, el acoso y la intimidación sistemáticos de precandidatos presidenciales, dirigentes de la oposición, líderes estudiantiles y rurales, periodistas, defensores de los derechos humanos y representantes de empresas”.
En las primeras horas de la madrugada de este lunes 8 de noviembre, los representantes del Consejo Supremo Electoral (CSE) de Nicaragua ofrecieron un primer balance de las elecciones presidenciales de ese país, calificadas por la oposición y varios países como un “fraude”. En el boletín, el cual fue detallado región por región, pone al Frente Sandinista del dictador Daniel Ortega, como la agrupación aventajada con el 74.99% de los votos del 49,25% de las actas escrutadas.
Los comicios ya habían recibido el repudio de otros países e instituciones. Fue Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, quien primero se pronunció condenando la farsa electoral a la que se sometió al pueblo nicaragüense. “Daniel Ortega y Rosario Murillo orquestaron una pantomima de elecciones que no fueron ni libres ni justas”, dijo ayer domingo el jefe de estado norteamericano.
“Estados Unidos, en estrecha coordinación con otros miembros de la comunidad internacional, utilizará todas las herramientas diplomáticas y económicas a nuestro alcance para apoyar al pueblo de Nicaragua y exigir responsabilidades al gobierno de Ortega-Murillo y a quienes facilitan sus abusos”, advirtió Biden.
Hoy lunes, la UE expresó además que el régimen nicaragüense “no solo ha privado al pueblo de Nicaragua del derecho civil y político a votar en unas elecciones creíbles, inclusivas, justas y transparentes, sino que tampoco ha cumplido sus propios compromisos en materia de derechos humanos y libertades fundamentales con arreglo a la Constitución de Nicaragua, la Carta Democrática Interamericana y los pactos internacionales de los que el país es parte. Además, el pueblo nicaragüense se ha visto privado de su libertad de expresión, asociación y reunión pacífica. Las voces disidentes son silenciadas, decenas de organizaciones de la sociedad civil han sido ilegalizadas y la represión estatal no cesa”.
“Las autoridades nicaragüenses deben poner fin a la represión y restablecer el pleno respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos civiles y políticos. Debe autorizarse el regreso a Nicaragua de los organismos internacionales de defensa de los derechos humanos, como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Por encima de todo, la Unión Europea pide la liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos y la anulación de los procedimientos judiciales abiertos contra ellos”, continúa el documento firmado por Borrell en representación del bloque.
La Unión Europea se pronunció casi al unísono con España, cuyo gobierno socialista también repudió el accionar de Ortega y no reconoció los resultados electorales. Las elecciones presidenciales en Nicaragua “han sido una burla,” denunció este lunes el ministro español de Asuntos Extériores, José Manuel Albares, poco después de que el Consejo Supremo Electoral en Managua proclamara la reelección de Daniel Ortega para un cuarto mandato presidencial consecutivo. “Ha sido una burla, una burla al pueblo de Nicaragua, una burla a la comunidad internacional y sobre todo una burla a la democracia”, déclaro el ministro a un grupo de periodistas en Madrid.
Por último, la UE expresó que pedían a “Ortega que devuelva la soberanía de Nicaragua al pueblo nicaragüense, que es su titular legítimo”.
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Lo peor de lo que pasa en Nicaragua es que la gente cree que allí hay socialismo y que el socialismo es eso.
El actual Frente Sandinista (no el de Carlos Fonseca) lleva 15-16 años no solo en el gobierno sino en el poder, puesto que tiene las armas, no como en el caso de Allende en Chile, y SIGUE EL SISTEMA CAPITALISTA EN NICARAGUA, CON GRANDES EMPRESAS EN MANOS PRIVADAS, y no ha erradicado la pobreza extrema de alguna gente.
Y luego, para quedar peor ante el mundo, una torpe política represiva de tener gente detenida e incomunicada durante 90 días, mientras se critica implacablemente, y con razón, lo de Guantánamo.
Creo que lo que hace Ortega-Murillo en nada beneficia la causa del socialismo en el mundo. La pregunta es si el poder real en Nicaragua, la cúpula que reivindica el sandinismo, quiere socialismo o lo que quiere es poder y privilegios.
Y mientras tanto, el imperialismo "prestigiándose" y presentándose ante el mundo como el defensor de la causa de la democracia en Nicaragua, con la mierda esa de la ley "Renacer", cuando Yanquilandia jamás defiende la democracia, solo sus propios y egoístas intereses capitalistas y plutocráticos.
No me gusta el panorama de dos bloques internacionales: El de los países de la OTAN por un lado y por otro, la Rusia capitalista de Putín, la China capitalista disfrazada de comunista, el nefasto, medieval, teocrático y anticomunista régimen de Irán, más Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Prefiero un bloque socialista auténtico frente a los países capitalistas, que deberían ser cada vez menos. Y que la Rusia putiniana vuelva a ser la Unión Soviética, corregida y aumentada.
He dicho.
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Lo peor de lo que pasa en Nicaragua es que la gente cree que allí hay socialismo y que el socialismo es eso. (Margarita)
Se hace lo que se puede, compañera.
No hay que sumarse al coro de los demonios.
Nicaragua es una piedra en el zapato de los yanquis. Sólo por eso, debe contar con nuestro apoyo y simpatía.
Siempre habrá cosas que mejorar. Pero el primer paso para corregir errores y sumar aciertos, es conservar la soberanía.
Y eso es lo que no admiten, tanto el Imperio yanqui como el colonialismo europeo: que Nicaragua sea dueña de su propio destino.
Por eso, celebro la contundente victoria del domingo, que se traduce en frustración y tristeza para la maldita Derecha internacional.
NO PASARÁN ! ! ! ! ! !
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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El actual Frente Sandinista (no el de Carlos Fonseca) lleva 15-16 años no solo en el gobierno sino en el poder, puesto que tiene las armas, no como en el caso de Allende en Chile, y SIGUE EL SISTEMA CAPITALISTA EN NICARAGUA, CON GRANDES EMPRESAS EN MANOS PRIVADAS, y no ha erradicado la pobreza extrema de alguna gente. (Margarita)
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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Opinión
Biden y Nicaragua
Los rigurosos comentaristas del proceso político en Nicaragua no han ahorrado críticas para descalificar al proceso electoral de ayer. El presidente Joe Biden fue terminante: dijo que todo fue una “pantomima” y que la elección “no fue ni libre ni justa, y ciertamente no democrática.” Reproduce, curiosamente, las críticas que millones de personas en Estados Unidos, seguidoras de Donald Trump, vierten sobre la elección presidencial que lo elevó a la Casa Blanca. Tendría que ser más cuidadoso al ver la paja en ojo ajeno, sobre todo cuando en menos de un año el índice de desaprobación popular de su gestión subió del 35 al 51 por ciento. Y también si se comprueba que las credenciales democráticas del mandamás estadounidense son bastante frágiles.
Como senador apoyó las criminales aventuras militares de su país en Irak y la ex Yugoslavia, en este último caso violando una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Como vicepresidente acompañó las políticas de Obama, que incluyeron sangrientas intervenciones en Siria y Libia, en donde los “combatientes de la libertad” patrocinados por Washington lincharon a Muammar el Gadafi. Y condonó con su silencio las tentativas golpistas en Bolivia 2008 y Ecuador en 2010, a la vez que respaldó el “golpe institucional” contra Mel Zelaya en Honduras 2009, el que destituyó a Fernando Lugo en Paraguay 2012 y la “pantomima” brasileña de impeachment en contra de Dilma Rousseff en 2015-2016. Agréguese a lo anterior su apoyo las tentativas de desestabilización política y social en Cuba (la Operación ZunZuneo) en 2014, y se concluirá que no estamos precisamente en presencia de un santo varón que personifica la esencia más prístina de los valores democráticos. Quien habla es un politiquero del imperio que dice lo que conviene a sus intereses y nada más.
A lo anterior habría que agregar algunas consideraciones en torno a las elecciones nicaragüenses, indispensables aun en su brevedad. En primer lugar, que al juzgar un proceso político o, más acotadamente, electoral no es un dato menor discernir si el país en cuestión vive en una situación de normalidad o no. Con fines didácticos supongamos lo que ocurriría si Estados Unidos estuviera acosado y agredido por una potencia cien veces más poderosa en términos económicos, políticos y militares, y sometido a una interminable y sofocante serie de sanciones económicas, diplomáticas y de todo tipo. Con seguridad el funcionamiento de su democracia se vería profundamente afectado y se producirían situaciones anómalas desde el punto de vista de la pureza normativa de la teoría democrática. El país del Norte jamás vivió una situación como esa, pero Nicaragua (al igual que Cuba, y Venezuela) la padeció desde el mismo triunfo de la Revolución Sandinista en 1979. Pretender que las elecciones en la tierra de Sandino se desarrollen al igual que en un bucólico cantón suizo, obviando el papel desquiciante del acoso, bloqueo y las sanciones que impone Estados Unidos, revela una incapacidad para captar las especificidades del proceso histórico o bien una malévola complicidad con una práctica aberrante en los marcos del derecho internacional como es el pertinaz intervencionismo norteamericano.
En segundo lugar, es sorprendente que el jerarca de la Casa Blanca descalifique al gobierno nicaragüense pero guarde silencio ante la “ejemplar democracia colombiana” tan ensalzada por el portavoz oficial del imperio, Mario Vargas Llosa. Según la agencia noticiosa Deutsche Welle , insospechada de simpatías chavistas, “más de 900 líderes sociales fueron asesinados desde 2016” sin que la Casa Blanca y sus colonizados voceros mediáticos y políticos en toda Latinoamérica abrieran la boca para condenar el genocidio perpetrado por el régimen de Duque. Entre enero y agosto de 2021 son 143 las víctimas de la modélica democracia colombiana, un promedio de un asesinato día por medio. ¿Cómo es posible condenar la imperfecta democracia nicaragüense y sostener y avalar la interminable matanza que producen los gobiernos amigos de Estados Unidos en Colombia. Este doble rasero es suficiente para descalificar moralmente a los críticos de Nicaragua. Si no quieren condenar al gobierno colombiano lo único decente que pueden hacer es callar, si es que todavía conservan algo de decencia.
Por último: hay que recordar que el primer gran teórico de la democracia, Jean-Jacques Rousseau, no se hizo demasiadas ilusiones en cuando a la viabilidad de su propuesta. Más de una vez comentó que “la democracia perfecta sólo puede existir en una sociedad de ángeles”, y las sociedades están formadas por sujetos proteicos, egoístas, raramente virtuosos y muchas veces de pocas luces. Uno de los Padres Fundadores de la nación norteamericana (y cuarto presidente de Estados Unidos) James Madison, inspirado por el ginebrino escribió en su célebre Federalista número 51 que “si los hombres fueran ángeles ningún gobierno sería necesario.” Como los hombres (y las mujeres) no son ángeles ninguna democracia funciona en plena concordancia con las estipulaciones de la teoría, ni en Estados Unidos ni en Europa. Menos todavía cuando un país está asfixiado por una agresión externa. Y eso a veces hace que la elección que enfrenta la ciudadanía no sea entre un elenco de personas virtuosas y angelicales sino entre seres de carne y hueso, hijos de sus biografías, sus neurosis, delirios y fantasías, siempre dominados por sus pasiones y sus intereses. Ante esa realidad la racionalidad atribuida a electores y candidatos sufre un menoscabo y brota la confusión. ¿Cómo hacer para elegir bien? Por suerte hay una brújula infalible, sobre todo en Latinoamérica: si el imperio sataniza a uno de los candidatos, ese es el bueno. O, en todo caso, el menos malo. Porque no hay ángeles en este campo de Marte que es la política. Lo recordaba Max Weber cuando la definía como “la guerra de dioses contrapuestos.” El resto es lirismo.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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