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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: enric pas  (Mensaje original) Enviado: 14/11/2021 18:35



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 14/11/2021 18:59
saludos enri
Ahora quieres poner más de 16 mensajes seguido, después de 5 meses sin participación



Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 14/11/2021 19:07
DISCULPA ENRI, fuerón 19 videos viejos seguido, que todos hemos visto hace años.



Si no es hoy es mañana, pero Cuba saldrá del clóset
La policía y el poder reconocen que la marcha puede no ser el día fijado, pero será otro día, quizá sin planificación, sin convocatorias, quizá con ellas.
POR JORGE ÁNGEL PÉREZ
Quien podría ser el más famoso entre los muchísimos Alfred que en el mundo han sido, dijo alguna vez que no estaba en contra de la policía…, pero luego acotaría: “simplemente les tengo miedo”. Y ese Alfred, el director de “Psicosis” y de apellido Hitchcock, nació, como aquel “policía en jefe” a quien le dieron por nombre Fidel Castro, un 13 de agosto. Raras coincidencias tiene la historia del mundo; un policía en jefe y un director de cine de terror con idénticas fechas de nacimiento, y bajo el mismo signo zodiacal.
 
Y ese Hitchcock, incluso cuando trabajara con el horror y la muerte, nos advirtió también que le tenía miedo a los policías; aun después de dirigir “Psicosis” y “Los pájaros”, y “Crimen perfecto”, y un montón de películas en las que mostró a asesinos y ladrones. Aun así, el que para algunos fue un genio del cine, confesó temer a los policías. Y muy extraña resulta esa confesión que sale de un hombre que trabajó con la muerte, que la diseñó para desbrozarla luego ante los ojos atónitos de un montón de espectadores.
 
Hitchcock, que gracias a la ficción fue un genio del crimen, temía a la policía, y eso me resulta extremadamente curioso, casi increíble. ¿Qué descubrió en ellos el cineasta? ¿Qué hechos le provocaron tales recelos? ¿Por qué desconfiaba de quienes debían velar por el bienestar suyo y el de sus semejantes? Por ahora no tengo muchas respuestas para explicar la fobia de aquel geniecillo, pero puedo advertir que yo padezco esa misma fobia “hitchckeana”, y a diferencia suya sí puedo reconocer las causas de mi desprecio.
 
Yo puedo reconocer los orígenes de mis aversiones, de esa antipatía que no tiene mengua y que crece en todos los minutos y segundos, y reconozco esa repulsión que se robustece a diario, en cada hora, en cualquier fragmento mínimo del día. Yo puedo explicar mi repulsión, mas no la de Hitchcock. Mi desprecio tiene que ver con mis experiencias, con los acosos y detenciones que me dedicaron esas “genízaras majestades” en Cuba, pero que no pondré en el centro esta vez. Ahora voy a buscar por dónde le entra el agua al coco policial cubano.
 
Mi desprecio infinito podría guardar alguna relación con la manera en que llegaron muchos de esos guardias a La Habana, mi repulsión también tiene que ver con la certeza de que en la mayoría de los casos fue el hambre, y no el orden, el que hasta aquí los trajo, y también guarda relación con el remedio que encontraron por acá para aplacarla, e incluso para llenar sus barrigas por un tiempo. Esos policías no vinieron a procurar nuestros bienestares, no vinieron a cuidarnos de esa prole delincuencial que pulula en La Habana, y también en el resto del país.
 
Ellos, en la mayoría de los casos, son los delincuentes del resto de Cuba convertidos en policías. Ellos son los que se salvaron de una oscura e intrincada unidad militar de las Fuerzas Armadas cuando llegaron a La Habana, a una unidad como la Cuarta del Cerro, como Cuba y Chacón, Zapata y C, pero también llegaron para seducir a un “yuma”, para meterse en la cama con ese que acaba de llegar de España para “comer carne cubana”.  Y ese “cundango” podría ser ahora mismo el que vigila a Camila Acosta en la esquina de su casa, y se liga con un gay que le paga por darle un poco de placer, después de suponer que ella está dormida y que dejó de ser un peligro para la “revolución”, al menos por un rato.
 
Y ese policía que reprime ahora mismo también podría estar reunido con los jefes que trazaron nuevas estrategias después que la marcha cambiara de fecha, pero no se concentra, no atiende a las nuevas estratagemas, porque piensa en su pobre madre que no tiene qué comer allá en oriente, y la última vez que hablaron por teléfono le dijo que se cuidara, que no se metiera en líos, que no reprimiera, que su hermano dice que va a manifestarse, y también su padre…, y antes de colgar le reclama para que cuando pueda le mande unos pesitos, porque la cosa está muy mala por allá.
 
El policía mira una y otra vez la foto de Yunior García y piensa en su madre, en su hermano, mira a ese Yunior que advierte que marchará solo por un tramo de la calle 23 hasta Malecón, que asegura que no quiere comprometer a otros, que no quiere que esas turbas de genízaros le hagan daño a muchísimos cubanos, pero son muchos los que aún se empeñan en salir para hacer reclamos, para al menos hacer visibles sus inconformidades, sus desapegos y sus desprecios al poder.
 
Y resulta que esos policías ya están prestos para salir a la calle el 15 de noviembre, con pistolas y macanas, con deseos de agredir y matar, si es que hiciera falta, a quienes están decididos a salir a la calle a manifestarse y a exigir sus derechos, a demandar, a reclamar la vida y no la muerte, el fin de un atroz comunismo que ha sumido a esta isla en la miseria. Y esos policías están orientados a reprimir, están prestos a matar si hiciera falta, aun siendo parte de ese pueblo, aun cuando reconozcan las crueldades del poder.
 
Y el poder, los policías, saben que la marcha puede ser aplazada. La policía y el poder en Cuba reconocen que la marcha puede no ser el día fijado, pero será otro día, quizá sin planificación, sin convocatorias, quizá con ellas, y podría darse en cualquier lugar y en disimiles circunstancias. Ahora todo cambió, no lo dudemos, aunque quede un poco de nostalgia y quizá algo de desidia, pero volverá el fervor, porque ya todos reconocemos que no hay revolución, que esa cacareada revolución, para decirlo de un modo que no parezca muy grosero, es glande, y con un prepucio redundante que ya no deja verla, que la cubre, la esconde, la hace desaparecer.
 


 
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