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PANEL DE BARILOCHENSE: VERDADES QUE INCOMODAN A LOS FALSOS RELIGIOSOS
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El juicio comenzo y los libros fueron abiertos, Apocalipsis 14:7 7 Decía con fuerte voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Daniel 7:10.
Los libros del cielo, en los cuales están consignados los nombres y los actos de los hombres, determinarán los fallos del juicio. El profeta Daniel dice: “El Juez se sentó, y los libros se abrieron”. San Juan describiendo la misma escena en el Apocalipsis, agrega: “Y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:12.
El libro de la vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el servicio de Dios. Jesús dijo a sus discípulos: “Gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”. Lucas 10:20. San Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, “cuyos nombres están en el libro de la vida”. Filipenses 4:3. Daniel, vislumbrando un “tiempo de angustia, cual nunca fue”, declara que el pueblo de Dios será librado, es decir, “todos los que se hallaren escritos en el libro”. Daniel 12:1. Y San Juan dice en el Apocalipsis que sólo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres “están escritos en el libro de la vida del Cordero”. Apocalipsis 21:27.
Delante de Dios está escrito “un libro de memoria”, en el cual quedan consignadas las buenas obras de “los que temen a Jehová, y de los que piensan en su nombre”. Malaquías 3:16. Sus palabras de fe, sus actos de amor, están registrados en el cielo. A esto se refiere Nehemías cuando dice: “¡Acuérdate de mí, oh Dios mío,... y no borres mis obras piadosas que he hecho por la Casa de mi Dios!” Nehemías 13:14. En el “libro de memoria” de Dios, todo acto de justicia está inmortalizado. Toda tentación resistida, todo pecado vencido, toda palabra de tierna compasión, están fielmente consignados, y apuntados también todo acto de sacrificio, todo padecimiento y todo pesar sufridos por causa de Cristo. El salmista dice: “Tú cuentas los pasos de mi vida errante: pon mis lágrimas en tu redoma: ¿no están en tu libro?” Salmos 56:8...
La obra de cada uno pasa bajo la mirada de Dios, y es registrada e imputada ya como señal de fidelidad ya de infidelidad. Frente a cada nombre, en los libros del cielo, aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra, cada acto egoísta, cada deber descuidado, y cada pecado secreto, con todas las tretas arteras...
Todo el más profundo interés manifestado entre los hombres por los fallos de los tribunales terrenales no representa sino débilmente el interés manifestado en los atrios celestiales cuando los nombres inscritos en el libro de la vida desfilen ante el Juez de toda la tierra. El divino Intercesor aboga por que a todos los que han vencido por la fe en su sangre se les perdonen sus transgresiones, a fin de que sean restablecidos en su morada edénica y coronados con él como coherederos del “señorío primero.
La ley de Dios del Sinaí LA NORMA DE JUICIO DE LA HUMANIDAD .
Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad la ley del Sinaí y la Santa Biblia . Santiago 2:12.
El primer ángel de (Apocalipsis 14) llama a los hombres: “Temed a Dios y dadle gloria”, y los invita a alabarlo como creador de los cielos y la tierra. Para hacer esto, deben obedecer su ley del Sinaí ... Sin la obediencia a sus mandamientos, ninguna adoración puede ser agradable para Dios, “pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” 1 Juan 5:3.
Muchos maestros religiosos dicen que Cristo, por su muerte, nos liberó de la ley, pero no todos tienen este punto de vista... La ley de Dios, por su misma naturaleza, es inalterable. Es una revelación de la voluntad y el carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al hombre. “El cumplimiento de la ley es el amor”. Romanos 13:10. El carácter de Dios es justicia y verdad, y tal es la naturaleza de su ley. El salmista dice: “Tu ley la verdad”; “todos tus mandamientos son justicia”. Salmos 119:142, 172. El apóstol Pablo declara: “La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Romanos 7:12. Una ley tal, expresión de la mente y la voluntad de Dios, tiene que ser tan perdurable como su Autor.
Y esta ley es la norma por la cual las vidas y los caracteres de los hombres serán probados en el juicio. Después de señalar nuestro deber de obedecer sus mandamientos, Salomón agregó: “Porque Dios traerá toda obra a juicio”. Eclesiastés 12:14. El apóstol Santiago amonesta a sus hermanos: “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad”.
Jesús aparecerá en el juicio como el abogado de su pueblo, para abogar en su favor ante Dios. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1. “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse por nosotros ante Dios”. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” Hebreos 9:24; 7:25.
En el juicio, todos los que se han arrepentido realmente del pecado, y por fe han reclamado la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, han tenido el perdón registrado junto a sus nombres en los libros del cielo; al haber sido participantes de la justicia de Cristo, y sus caracteres encontrados en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán borrados, y ellos mismos serán considerados dignos de la vida eterna... Jesús dijo: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.
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LOS QUE TEMEN A CRISTO Y LE AMAN .Malaquías 3:16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
Malaquías 3-> Ver. 16
[V.16-> Temían a Jehová. Malaquías trae un mensaje de esperanza y consuelo para los que todavía son fieles a Dios. Hay un gran contraste entre los inicuos quejosos ya mencionados (Mal 3:13-15) y los que son realmente justos. Libro de memoria. El profeta alienta a los que se esforzaban por hacer lo correcto, con el pensamiento de que Dios recuerda el servicio consagrado de los suyos (ver com. Dan 7:10). ]
La justicia imputada
Cristo es un Salvador resucitado, pues aunque estuvo muerto, ha resucitado y vive siempre para interceder por nosotros. Hemos de creer con el corazón para justicia y con la boca hemos de hacer confesión para salvación. Los que son justificados por la fe confesarán a Cristo. “El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Juan 5:24. La gran obra que ha de efectuarse para el pecador que está manchado y contaminado por el mal es la obra de la justificación. Este es declarado justo mediante Aquel que habla verdad. El Señor imputa al creyente la justicia de Cristo y lo declara justo delante del universo. Transfiere sus pecados a Jesús, el representante del pecador, su sustituto y garantía. Coloca sobre Cristo la iniquidad de toda alma que cree. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 2 Corintios 5:21.
Cristo pagó por la culpabilidad de todo el mundo y todo el que venga a Dios por fe, recibirá la justicia de Cristo, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. 1 Pedro 2:24. Nuestro pecado ha sido expiado, puesto a un lado, arrojado a lo profundo de la mar. Mediante el arrepentimiento y la fe somos liberados del pecado y contemplamos al Señor, nuestra justicia. Jesús sufrió, el justo por el injusto.
Aunque como pecadores estamos bajo la condenación de la ley, sin embargo Cristo, mediante la obediencia que prestó a la ley, demanda para el alma arrepentida los méritos de su propia justicia. A fin de obtener la justicia de Cristo, es necesario que el pecador sepa lo que es ese arrepentimiento que efectúa un cambio radical en la mente, en el espíritu y en la acción. La obra de la transformación debe comenzar en el corazón y manifestar su poder mediante cada facultad del ser. Sin embargo, el hombre no es capaz de originar un arrepentimiento tal como éste, y sólo puede experimentarlo mediante Cristo, que ascendió a lo alto, llevó cautiva a la cautividad y dio dones a los hombres.
¿Quién desea llegar al verdadero arrepentimiento? ¿Qué debe hacer? Debe ir a Jesús, tal como es, sin demora. Debe creer que la palabra de Cristo es verdadera y, creyendo en la promesa, pedir para que reciba. Cuando un sincero deseo mueve a los hombres a orar, no orarán en vano. El Señor cumplirá su palabra, y dará el Espíritu Santo para inducir al arrepentimiento con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El pecador orará, velará y se apartará de sus pecados, haciendo manifiesta su sinceridad por el vigor de su esfuerzo para obedecer los mandamientos de Dios. Mezclará fe con la oración, y no sólo creerá en los preceptos de la ley sino que los obedecerá. Se declarará del lado de Cristo en esta controversia. Renunciará a todos los hábitos y compañías que tiendan a desviar de Dios el corazón.
El que quiera llegar a ser hijo de Dios, debe recibir la verdad que enseña que el arrepentimiento y el perdón han de obtenerse nada menos que mediante la expiación de Cristo. Asegurado de esto, el pecador debe realizar un esfuerzo en armonía con la obra hecha para él y con una súplica incansable, debe acudir al trono de gracia para que el poder renovador de Dios llegue hasta su alma. Cristo únicamente perdona al arrepentido, pero primero hace que se arrepienta aquel a quien perdona. La provisión hecha es completa y la justicia eterna de Cristo es acreditada a cada alma creyente. El manto costoso e inmaculado, tejido en el telar del cielo, ha sido provisto para el pecador arrepentido y creyente, y él puede decir: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia”. Isaías 61:10.
Se ha dispuesto gracia abundante para que el alma creyente pueda ser preservada del pecado, pues todo el cielo, con sus recursos ilimitados, ha sido colocado a nuestra disposición. Hemos de extraer del pozo de la salvación. Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree. Somos pecadores por nosotros mismos, pero somos justos en Cristo. Habiéndonos hecho justos por medio de la justicia imputada de Cristo, Dios nos declara justos y nos trata como a tales. Nos contempla como a sus hijos amados. Cristo obra contra el poder del pecado, y donde abundó el pecado, sobreabunda la gracia. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Romanos 5:1, 2.
“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Romanos 3:24-26. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Efesios 2:8. Se cita Juan 1:14-16.
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El libro de los pecados (EL CATECISMO ES EL VINO DE FORNICACION DEL MUNDO IMPIO.666 Apoc 17:2 ) “Pues que Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”, Eclesiastés 12:14. Dice el Salvador: “De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”, Mateo 12:36, 37. Los propósitos y motivos secretos aparecen en el registro infalible, pues Dios “sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón”, 1 Corintios 4:5. “He aquí que esto está escrito delante de mí… vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres juntamente, dice Jehová”, Isaías 65:6, 7. Los pecados de los cuales no haya habido arrepentimiento y que no hayan sido abandonados, no se perdonarán ni se borrarán de los libros de registros, sino que permanecerán como testimonio contra el pecador en el día de Dios. El pecador pudo haber cometido sus malas acciones a la luz del día o en la oscuridad de la noche; pero son conocidas y manifiestas para Aquel a quien tenemos que dar cuenta. Siempre hubo ángeles de Dios que fueron testigos de cada pecado y lo registraron en los libros infalibles. El pecado puede ocultarse, negarse, encubrirse del padre, la madre, la esposa, los hijos y las amistades; nadie, fuera de los mismos culpables, tendrá quizá la más mínima sospecha del mal; pero aparece desnudo ante los seres celestiales. Eclesiastés 12-> Ver. 14 [V.14-> Obra. O, “hecho”. En el juicio se juzga tanto los hechos como las palabras (Mat 12:36; Mat 12:37); pero Dios requiere que la obediencia sea aun de pensamiento (ver 2Co 10:5; ver com. Mat 5:22; Mat 5:28; etc.). Toda cosa encubierta. La gente puede ocultar de los demás, sus palabras y sus hechos, pero “todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Heb 4:13). Aun nuestros motivos más íntimos son escudriñados por Dios (1Sa 16:7; Sal 7:9; Jer 17:10; cf. Hch 1:24; Heb 4:12), quien lee los motivos secretos del corazón humano. El nos hará responsables por cada rayo de luz de la verdad que haya penetrado en las tinieblas de nuestro corazón (ver Rom 2:16; 1Co 4:5). En el gran día del cómputo final, entrarán en el reino celestial sólo los que hayan hecho la voluntad de Dios (Mat 7:21-27). Profesar lealtad a Dios y al mismo tiempo desobedecer, aunque sea un solo mandamiento que su sabiduría y amor hayan colocado sobre nosotros, es negar la realidad de dicha lealtad (ver Jn 15:10; Jn 2:3-6). Una obediencia menor que ésta equivale a rendir culto a Dios en vano (ver Mar 7:7-9), pues en aquel gran día se recompensará a cada persona “conforme a sus obras” (Mat 16:27 : cf. Ap 22:12). ]
Cosa creada. Sin duda se trata del hombre del Heb 4:12, cuyos pensamientos y motivos han sido juzgados por la “palabra” de Dios la Santa Biblia y la ley del Sinaí . Los hombres pueden juzgar teniendo en cuenta únicamente las palabras de otro y sus hechos; pero la “palabra” de Dios penetra mucho más allá de las palabras y acciones humanas; llega hasta el lugar donde se originan y juzga teniendo en cuenta lo que ocurre en la mente. “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1Sa 16:7). No sea manifiesta en su presencia. O quede “oculta delante de él”. Nadie puede ocultarle a Dios sus pensamientos y motivos. No importa cómo intente hacerlo, es imposible huir de Dios (cf. Sal 139:7-10). Todas las cosas. Es decir, los pensamientos y motivos de cada hombre. Desnudas y abiertas. O “descubiertas y expuestas”. Nada puede ocultarse de la presencia de Dios. Aquel a quien tenemos que dar cuenta. La comprensión de que debe dar cuenta de las palabras y los hechos ante un Juez que todo lo discierne, puede hacer sensato al pecador más endurecido. Este conocimiento debería impulsar a quien se llama cristiano a prestar la más completa atención a sus pensamientos y motivos. Cf. Rom 14:10-12; 2Co 5:10. ]
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- No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero". Apocalipsis 21:27
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- "Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro". Apocalipsis 22:19
- "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala". Eclesiastés 12:13,14.
Eclesiastés 12-> Ver. 13
[V.13-> Teme a Dios. Ver com. Deu 4:10; Deu 6:2; Luc 1:50; cf. Ap 14:6; Ap 14:7. Mandamientos del Sinaí Éxodo 20:1,17 . Ver Sal 78:1-7. Heb. mitswah, palabra genérica para todos los requerimientos de Dios y que, por supuesto, incluye la ley moral. Mitswah y torah, “ley” (ver com. Num 19:14), se usan como sinónimos para todos los propósitos prácticos. El todo. La última cláusula del Ecc 12:13 dice, literalmente, “porque esto todo hombre”. Es evidente que el pronombre “esto” se refiere a la declaración precedente: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos”. La misma construcción hebrea se traduce “todo hombre” en Ecc 3:13; Ecc 5:19. Salomón piensa ahora que el propósito supremo de la vida es reconocer a Dios y sus sabios requerimientos. Pablo declara lo mismo en Hch 17:24-31 ; Rom 1:20-23; cf. Stg 2:10-12. El deber, el destino, del ser humano es obedecer a Dios, y al cumplir con esto encontrará la felicidad suprema. Cualquiera sea su suerte -la adversidad o la prosperidad-, siempre deberá tener presente el deber de obedecer a su Hacedor. ]
Eclesiastés 12-> Ver. 14
[V.14-> Obra. O, “hecho”. En el juicio se juzga tanto los hechos como las palabras (Mat 12:36; Mat 12:37); pero Dios requiere que la obediencia sea aun de pensamiento (ver 2Co 10:5; ver com. Mat 5:22; Mat 5:28; etc.). Toda cosa encubierta. La gente puede ocultar de los demás, sus palabras y sus hechos, pero “todas las cosas están desnudas y 1223 abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Heb 4:13). Aun nuestros motivos más íntimos son escudriñados por Dios (1Sa 16:7; Sal 7:9; Jer 17:10; cf. Hch 1:24; Heb 4:12), quien lee los motivos secretos del corazón humano. El nos hará responsables por cada rayo de luz de la verdad que haya penetrado en las tinieblas de nuestro corazón (ver Rom 2:16; 1Co 4:5). En el gran día del cómputo final, entrarán en el reino celestial sólo los que hayan hecho la voluntad de Dios (Mat 7:21-27). Profesar lealtad a Dios y al mismo tiempo desobedecer, aunque sea un solo mandamiento que su sabiduría y amor hayan colocado sobre nosotros, es negar la realidad de dicha lealtad (ver Jn 15:10; Jn 2:3-6). Una obediencia menor que ésta equivale a rendir culto a Dios en vano (ver Mar 7:7-9), pues en aquel gran día se recompensará a cada persona “conforme a sus obras” (Mat 16:27 : cf. Ap 22:12). ]
- "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?" 1ª Pedro 4:17
- 1 Pedro 4-> Ver. 17
- [V.17-> Es. Este verbo no está en el texto griego, pero ha sido correctamente añadido por los traductores. Ver com. “comience”; cf. com. 1Pe 4:7. Tiempo. Gr. kairós, un “tiempo” particular, específico (ver com. Mar 1:15; Hch 1:7). Juicio. Gn kríma, “sentencia” (ver com. Ap 17:1). La escena de¡ juicio de Eze. 9 aparentemente constituye el paralelo de la comparación que hace Pedro entre el fiel cristiano y los impíos ante el trono del juicio de Dios. Comience. La primera sentencia de este versículo podría traducirse: “Porque es el tiempo apropiado de que el juicio comience en la casa de Dios”. Debido a la brevedad del tiempo (ver com. 1Pe 4:7) y del “fuego” que pronto sobrevendría (1Pe 4:12), Pedro instaba a sus hermanos en la fe a que recordaran sus solemnes responsabilidades como cristianos. Compárese esto con Eze 9:6, donde los mensajeros del juicio comenzaron por el santuario llevando a cabo su obra de juicio con los que habían manifestado la más elevada profesión de fe. En el “fuego” y en el tiempo de “juicio”, Dios espera mucho de los que han llevado el nombre de Cristo. Casa de Dios. Es decir, la iglesia (ver com. 1Ti 3:15). El fin. Es decir, el destino eterno. En comparación con los impíos, es evidente que los cristianos sinceros son más dignos de vida eterna. Si Dios se propone tratar con rigor a su propio pueblo, cuánto más severo será con los que deliberadamente se han opuesto a la verdad en la persona de los testigos de Cristo. Por lo tanto, los cristianos no deben temer que Dios no tratará con justicia a sus perseguidores. Aquellos que no obedecen. En otras palabras, los que son responsables del “fuego” por el cual deben pasar los cristianos (1Pe 4:12). ] ACEPTAR EL CATECISMO COMO NORMA DE VIDA ES SI LA MARCA DE LA BESTIA Y LA MARCA DE PECADO666 SANTIFICAR LAS FIESTAS DOMINGO , DESECHANDO A CRISTO Y LA LEY DEL SINAI SABADO SEPTIMO DIA SU SELLO
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