Unos 115,000 cubanos —más del 1% de la población de la isla— abandonaron su país huyendo de la pobreza y la represión y llegaron a Estados Unidos en los últimos siete meses, una ola migratoria masiva en una escala no vista en cuatro décadas que ha provocado cambios recientes en la política estadounidense y ha ayudado al gobierno cubano a liberar la presión luego de las protestas sin precedentes del año pasado.
Entre octubre del año pasado y abril, las autoridades migratorias detuvieron a 114,916 cubanos, la gran mayoría en la frontera entre Estados Unidos y México, según los datos más recientes publicados por Aduanas y Protección Fronteriza. Los cubanos representaron el segundo grupo más grande de migrantes detenidos en la frontera durante marzo y abril, superados solo por los mexicanos.
El éxodo cubano ha sido denominado “un Mariel silencioso”, en referencia al puente marítimo del Mariel, cuando 125,000 cubanos llegaron a Florida entre abril y octubre de 1980. Si bien la Aduana proporciona la cantidad de detenciones en lugar del recuento exacto de cubanos admitidos legalmente—algunas personas pueden contarse más de una vez si cruzan la frontera repetidamente— las últimas cifras muestran que este “es sin duda el mayor éxodo de Cuba en las últimas cuatro décadas”, dijo Jorge Duany, un experto en emigración que dirige el Cuban Research Institute en la Universidad Internacional de Florida.
Duany dijo que múltiples factores han creado “una tormenta perfecta” que impulsa la migración masiva desde Cuba: “la recesión económica en la isla, el recrudecimiento de las sanciones económicas impuestas por la administración Trump y mantenidas hasta ahora por la administración Biden, la pandemia del coronavirus y el estallido social del 11 de julio de 2021”.
Los venezolanos y los nicaragüenses también están tratando de llegar a los Estados Unidos en cantidades masivas, lo que subraya cómo el afianzamiento de los regímenes autoritarios puede desestabilizar la región. La Patrulla Fronteriza reportó más de 90,000 detenciones de venezolanos y una cifra similar de nicaragüenses durante este año fiscal, que comenzó en octubre.
Casi 2,000 cubanos han sido interceptados por la Guardia Costera estadounidense desde octubre. Pero la mayoría de los recién llegados llegaron por tierra, muchos después de cruzar varios países antes de llegar a la frontera. El viaje involucra rutas peligrosas a manos de coyotes, carteles de la droga y autoridades locales corruptas, como reportó el medio independiente cubano 14ymedio en un relato en primera persona escrito por el colaborador Alejandro Mena Ortiz, quien decidió hacer el viaje él mismo para emigrar a los Estados Unidos.
Mena Ortiz escribió que una “falta de esperanza” lo empujó a dejar a su familia y emprender el peligroso viaje que le costó a su familia alrededor de $10,000 y comenzó en Nicaragua. Desde noviembre, los cubanos han podido viajar a Nicaragua sin visas, de las cuales muchos siguen camino a Estados Unidos. Los expertos atribuyen la exención del requisito de visa a un acuerdo entre Cuba y Nicaragua para usar la migración para presionar contra las sanciones de Estados Unidos.
En el caso de Cuba, la estrategia parece haber dado resultado, forzando a los funcionarios de la administración de Biden a actuar en una revisión largamente demorada de la política hacia Cuba.
Luego de las primeras conversaciones de alto nivel entre funcionarios estadounidenses y cubanos el mes pasado, supuestamente centradas en la migración, el presidente Biden restableció un programa de reunificación familiar y vuelos a varias provincias la semana pasada, se comprometió a aumentar el procesamiento de visas de inmigración en La Habana y eliminó el límite a las remesas.
Cuba también recibió la ayuda de uno de los socios más cercanos de Estados Unidos, México, cuyo presidente, el populista Andrés Manuel López Obrador, amenazó con boicotear la próxima Cumbre de las Américas en Los Ángeles por la exclusión de Cuba.
Las acciones sobre la política hacia Cuba, junto con la relajación de algunas sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, también fueron una señal para México y otros países que expresaron preocupaciones similares de que la administración Biden está adoptando un enfoque regional diferente que su predecesor.
Algunas de las medidas intentan facilitar la migración legal desde Cuba, ya que tanto el programa de reunificación familiar cubana como la tramitación de visas de emigración en La Habana estaban suspendidos desde 2017. Esta último también se reanudó parcialmente este mes.
“Queda claro que el gobierno estadounidense está tratando de frenar el movimiento migratorio irregular desde la isla (y desde otros países latinoamericanos) para paliar la crisis migratoria en su frontera sur”, dijo Duany. “Aún está por verse si los cambios parciales propuestos en la política de Estados Unidos hacia Cuba, como el restablecimiento del Programa de Reunificación de la Familia Cubana, lograrán detener, siquiera mermar, la cantidad de personas que están saliendo de Cuba con destino a Estados Unidos por medios clandestinos”.
Cada éxodo masivo de Cuba en los últimos 60 años se ha relacionado con cambios de política en el lado estadounidense, al obligar a varias administraciones a lidiar con la afluencia de migrantes, particularmente durante el éxodo del Mariel en 1980 y la llamada crisis de los balseros en 1994.
Esta vez, si bien la llegada de tantos cubanos no se ha convertido en un tema candente en la política interna local, su gran número en la frontera ha exacerbado los problemas de una administración que ya lucha por manejar un número récord de migrantes en movimiento.
A la mayoría de los cubanos que llegan a la frontera de Estados Unidos se les permite quedarse y solicitar asilo, pero eso ya está cambiando. Los funcionarios de la administración de Biden llegaron a un acuerdo con las autoridades mexicanas para que México acepte a más cubanos, principalmente hombres jóvenes que viajan solos, expulsados bajo la controvertida política de salud pública conocida como Título 42. La política, que permite la expulsión rápida de la mayoría de quienes cruzan la frontera sin autorización, estaba programada para finalizar el 23 de mayo, pero un juez de Louisiana la mantuvo en pie.
Las autoridades mexicanas también parecen haber estado haciendo esfuerzos para detener a más cubanos en tránsito hacia Estados Unidos. El Instituto Mexicano de Migración dijo que las autoridades de ese país detuvieron a 15,907 cubanos entre enero y abril.
Los activistas cubanos descontentos con los cambios de política de Estados Unidos han señalado que las medidas adoptadas por los funcionarios de la administración de Biden hacen poco para abordar otro factor importante de la migración: la represión del gobierno cubano. Después de las protestas del 11 de julio, varios disidentes, activistas de derechos humanos, artistas y periodistas independientes se vieron obligados a abandonar el país y buscar asilo en Estados Unidos o en otros lugares.
En un contundente mensaje de audio desde el penal de Guanajay donde espera juicio, el artista cubano Luis Manuel Otero Alcántara, fundador del Movimiento San Isidro, dijo que a él también le dieron solo dos opciones: el exilio o la cárcel.
“En estos meses el régimen me ha dado como única salida de prisión el exilio fuera de Cuba. De lo contrario, estaré siete años en prisión”, dijo Alcántara, quien fue arrestado luego de anunciar en Facebook su intención de unirse a las manifestaciones ese día.
“Durante tantos años he padecido, como muchos de mis amigos, la persecución inhumana y la represión del régimen cubano”, continuó. “No me dejen solo. El rumbo de Cuba no lo dejemos en manos de un dictador o del destino”.
Está previsto que Alcántara vaya a juicio el 30 de mayo y enfrente una sentencia de siete años por los cargos de “desacato a las autoridades”, “resistencia a las autoridades” y “ultraje” a la bandera nacional. El último cargo proviene de un caso de 2020 relacionado con una de sus actuaciones con la bandera cubana, dijo al Herald la pareja de Alcántara, la curadora de arte Claudia Genlui.
Ella dijo que hasta ahora, Alcántara se ha negado a unirse a los miles que abandonan la isla.
“El destierro forzado no es una opción”, dijo.