LA HABANA.- Dos días antes del referéndum para delegados a la monocorde Asamblea Municipal del Poder Popular en Cuba, varios operarios montaron con urgencia una decena de quioscos en la avenida Dolores del populoso municipio Diez de Octubre. Por un megáfono acoplado al techo de un automóvil de la era soviética se anunciaba a los transeúntes que ese fin de semana se efectuaría una ‘feria de servicios y venta de productos agrícolas.
En la madrugada del sábado, Carlos Alberto, cajero de un banco, marcó en la cola para comprar malanga, tomate y piña a precios módicos. "Se corrió la bola de que iban a vender huevos. Pero fue mentira. Solo sacaron viandas y algunas frutas. De proteína cero. Gasté 1.700 pesos ($70 aproximadamente) en dos bolsas de galletas, masa para elaborar croquetas, tres libras de tomates y cinco de guayabas apolismadas”.
Mientras las personas deambulaban por los tenderetes en busca de hortalizas, en los altavoces invitaban a “votar bien temprano el domingo para elegir al delegado del barrio. Un sí por la revolución. Un sí por Cuba. No faltes”, repetía el agitador político.
“Esta gente (el régimen) no cambia su discurso. Cuando quieren utilizar al pueblo para sus planes y maniobras sacan de los almacenes un poco de comida. Pretenden matarnos el hambre a cambio de ir a votar. Ese truco ya no cuela. La mayoría de los cubanos sabemos que esas elecciones de delegados no tiene ningún sentido práctico. Desde que se creó el Poder Popular, los delegados de circunscripciones no tienen autonomía ni poder alguno. Son peleles del Estado para aparentar que vivimos en un país democrático”, comentó Carlos Alberto.
El domingo 27 de noviembre por la mañana, Diario Las Américas recorrió tres colegios electorales en las barriadas de Lawton, Víbora y Santos Suárez, pertenecientes al municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana.
En el colegio ubicado en las inmediaciones de la Plaza Roja de la Víbora, entre siete y nueve de la mañana, solo habían votado once personas, todos mayores de 50 años. La jefa del colegio propuso a dos funcionarios electorales que recorrieran las zonas aledañas “y exhortara a la gente a ir votar. Hay algunos que se les pega las sábanas. Pero otros, si no se les avisa, no vienen a votar”, dijo.
En el colegio del Consejo Popular Vista Alegre, el salón estaba desierto. Una obesa funcionaria dormitaba encima de una mesa escolar. Jorge, residente en la barriada, cuenta que “supervisores del colegio electoral pasaron por la cuadra voceando para que fuéramos a votar. A los afiliados del partido y la UJC los llamaban por teléfono a su casa. Estoy seguro que en mi barrio votó menos del 30 por ciento de los electores. Y sabrá Dios de los que votaron, cuantos anularon las boletas”.
En todo el país se habilitaron 23 mil 480 colegios electorales para que más de ocho millones de cubanos eligieran a delegados de circunscripciones. Fueron nominados 26 mil 746 candidatos. Orlando, quien durante años trabajó en la organización de elecciones del Poder Popular, reconoce que “hace tiempo la gente dejó de creer en ese mecanismo, porque ingún organismo del Estado los escucha. Esos delegados son mero tramitadores. No tienen poder que les permita solucionar las quejas de sus electores”.
Llamémosle Nuria. Forma parte de esa generación que nunca alzó la voz y su opinión jamás contó para Fidel Castro. Nuria es hija de la revolución. Ingresó en el servicio militar voluntario cuando cumplió 20 años y allí alcanzó el grado de subteniente de las FAR. Fue delegada del Poder Popular durante cinco años. Cuando le preguntamos cuál fue el porcentaje de gestiones resueltas en su mandato, lacónicamente responde:
“Muy bajo. De diez planteamientos que me hacían los electores, si podía resolver uno me sentía satisfecha. A los delegados de base las instituciones estatales les hacen el caso del perro. No los tienen en cuenta. A las reuniones de rendiciones de cuentas asistía solo el diez o quince por ciento de los vecinos. La gente sabía que no podemos solucionar sus problemas”.
El Poder Popular fue una idea de Fidel Castro y Blas Roca y su intención era empoderar al ciudadano. “En teoría era una propuesta democrática que buscaba que el delegado fuera un líder de la comunidad capaz de gestionar o administrar las deficiencias de su localidad", explica Jacinto, ex funcionario del Poder Popular. Después que el experimento del Poder Popular se probara en 1974 en la provincia Matanzas, elegir a mano alzada a un delegado de barrio era, teóricamente, el único escenario democrático en la vida nacional.
Varios activistas disidentes intentaron jugar en la cancha del régimen, como Roberto Baldoquín en 1987 e Hildebrando Chaviano, que en 2015 estuvo a un paso de ser elegido delegado en El Vedado, donde reside. En las elecciones de 2017, opositores como Manuel Cuesta Morúa y Julio Aleaga Pesant diseñaron diversas estrategias dirigidas a que más de cien candidatos fueran nominados. Pero la autocracia verde olivo, apoyada en su brazo ejecutor, la Seguridad del Estado, violó olímpicamente sus propios estatutos y lo impidió.
En el remedo de elecciones del domingo 27 de noviembre, el Consejo para la Transición Democrática en Cuba respaldó que siete ciudadanos no afines al régimen se presentaran en las asambleas de nominación de candidatos. Pero uno solo lo lograría: José Antonio Cabrera Parada, 30 años, panadero de oficio, nominado por la circunscripción 55 de Palma Soriano, Santiago de Cuba.
Otro sector de la oposición apostó por el abstencionismo. El activista Boris Gonzales Arena es uno de los que promovió la campaña por #YoNoVoto. “Al no votar voto. Voto porque los cubanos no se vayan del país”, escribió en su cuenta de Facebook. “Voto porque Cuba sea una promotora de la democracia y el testimonio más eficiente de la deshumanidad del comunismo”.
Activistas que ejercerían como observadores electorales durante la jornada de votaciones de 2022, fueron sitiados por la policía política para impedirles ejercer su labor. Juan Antonio Madrazo, líder del Comité Ciudadano por la Integración Racial y miembro de la iniciativa de Observadores de Derechos Electorales, refirió a Diario de Cuba que al mediodía, un oficial que se identificó como Carlos lo visitó para decirle que no podía salir de su casa. "Sobre las ocho de la mañana habían cortado el servicio de internet de datos en diferentes municipios", dijo Madrazo.
A Marthadela Tamayo y su esposo Osvaldo Navarro, la Seguridad del Estado les hizo la misma advertencia. A otros disidentes también se les impidió salir a la calle. Manuel Cuesta Morúa, vicepresidente del opositor Consejo para la Transición Democrática, denunció en sus redes sociales que los activistas que se presentaron como candidatos independientes a las actuales elecciones han sufrido un hostigamiento continuo.
Elsa Litsy Isaac Reyes, coordinadora en Palma Soriano, Santiago de Cuba, una de las candidatas independientes a las elecciones, estaba desaparecida desde el sábado 26 de noviembre. “Asumimos que fue detenida la víspera de las votaciones municipales”, tuiteó Cuesta Morúa.
Los números hablan por sí solos sobre la indiferencia ciudadana al ineficaz modelo de supuesta participación popular diseñado por el régimen. María Esther Martínez, secretaria del Consejo Electoral Nacional (CEN), en el programa televisivo Mesa Redonda, informó que solo el 29,95% de los delegados actuales buscará reelegirse en las elecciones municipales. En 2017 el 66,44% de los delegados fueron nominados nuevamente.
La secretaria del CEN reconoció que el promedio de edad de los delegados era de 41 años y que en algunas regiones del país, como la provincia Pinar del Río, el promedio superaba los 56 años. En estas elecciones municipales, solo el 17,07% de los nominados son jóvenes. El número representa un decrecimiento de un 3% en relación con los comicios municipales de 2017.
De los nominados, el 44% son mujeres y el 65% están afiliados al partido comunista. A las seis de la tarde, hora de cierre de los colegios, ante la baja participación, las autoridades electorales decidieron aplazar la votación una hora más.“Lo hacen para cazar los votos de última hora de personas que de una forma u otra están comprometidas con el gobierno”, asegura Jacinto, ex funcionario del Poder Popular.
Un síntoma del agotamiento y la desconexión del ciudadano con el régimen, es el nivel de abstención y anulación de boletas. Durante los primeros 25 años de la revolución fidelista, la participación popular superaba ampliamente el 90 por ciento, llegando al 98,7% en 1984. En el referéndum constitucional de 2019 bajó al 84%. En 2022, la participación para aprobar el Código de las Familias descendió al 66,87%.
El Consejo Electoral Nacional informó, según reseñó la agencia AFP, que hasta las 17H00 acudieron a votar el 63,85% de los ocho millones de personas mayores de 16 años convocadas a emitir su sufragio directo y secreto a 12.427 delegados municipales del Poder Popular.
Aunque a la hora de redactar este trabajo todavía no se habían informado los resultados finales, es evidente que los cubanos, cada vez más, se muestran apáticos e indiferentes a las votaciones convocadas por el régimen castrista.