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General: LO QUE DEBERÍA PASAR EN UCRANIA
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De: Margarita (Mensaje original) |
Enviado: 17/03/2022 16:50 |
Primero, retirada inmediata de las tropas invasoras rusas.
Segundo, Ucrania no debería entrar en la OTAN porque es una organización militar al servicio del imperialismo "occidental", por llamarlo de alguna manera, en realidad y ante todo es imperialismo yanqui. La OTAN no debería existir.
Tercero, Ucrania debería democratizarse bastante, y al menos volver a legalizar los partidos comunistas, que están allí prohibidos desde hace tiempo.
En cuanto a los territorios pro rusos que hay allí, es un asunto que no se puede tratar superficialmente, aunque siempre se debería tener en cuenta la Historia y la voluntad de la población de esos territorios.
No veo a rusos ni a ucranianos muy en disposición de llegar a un acuerdo. Lo ideal sería que hubiera una Rusia y una Ucrania socialistas ambas. No lo son ni una ni otra.
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QUE MATEN AL ASESINO DE GUERRA PUTIN,
ES LO QUE DEBERTÍA PASAR EN EL GLORIOSO PAÍS, UCRANIA
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Entonces tendrían que matar también a los criminales de guerra Nixon (en el más allá), Kissinger, Reagan (en el más allá), Bush padre, Bush hijo, Condoleza Rize, Cheney, etc. Son criminales impunes a los que ni siquiera les afecta el Tribunal Internacional para Crímenes contra la humanidad, sencillamente porque ellos se consideran intocables. Y con Putín va a pasar lo mismo.
El putón de Putín invade y bombardea pero el campeón de las invasiones y bombardeos es Yanquilandia.
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Los yanquis, por su poder militar, no admiten ser juzgados por tribunales internacionales, como sí ocurre en otros casos (recordemos los serbios, por ejemplo). Se limpian el culo con la legalidad internacional, pero lo mismo va a pasar con la Rusia de Putín y sus responsables.
Los tribunales internacionales cuentan para los débiles pero no para los fuertes.
Ya les llegará su hora...
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EL IMPERIO ES EL TRIBUNAL PERO EN ESTOS MOMENTOS TENEMOS UN VIEJO TIRA PEDOS INERTE Y PENDEJO SI ESTUVIERA EL RUBIO LOCO COMO LOS OTROS DICEN QUE NO LE DAN UN ÁPICE DE LO BUENO QUE HIZO EN ESTOS MOMENTOS OTRO GALLO CANTARÍA .
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QUE MATEN AL ASESINO DE GUERRA PUTIN (Cubanet)
¿Asesino de guerra?
El asesino es Zelensky, que todos los días manda a su pueblo al matadero.
Los asesinos también son los yanquis y ciertos países europeos, que siguen enviando armas a los nazis ucranianos.
Putin es sólo la cara visible de una Rusia que, con todo derecho, se defiende de las constantes agresiones del mundo occidental.
¿Oíste hablar de LA TRAMPA DE TUCÍDIDES?
Es cuando una potencia en decadencia se encuentra con una potencia en formación. El choque armado se vuelve inevitable.
Y fueron los Estados Unidos quienes empezaron el quilombo, desesperados por no perder su hegemonía. Y Rusia no tuvo más opción que ponerles un freno.
Como dice Vladimir: ¿qué parte no entendés?
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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SI ESTUVIERA EL RUBIO LOCO COMO LOS OTROS DICEN QUE NO LE DAN UN ÁPICE DE LO BUENO QUE HIZO EN ESTOS MOMENTOS OTRO GALLO CANTARÍA . (Adamar)
Si hubiera estado Trump, creo yo... la sangre no llegaba al río.
Se habría resuelto todo sin un disparo.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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Noam Chomsky: EE.UU. no quiere una salida diplomática en Ucrania y abre la puerta a la guerra nuclear
El reconocido intelectual plantea la necesidad de pelear por una salida negociada urgente a la guerra y analiza cómo Occidente juega con la vida de los ucranianos, y el hambre en todo el mundo, para tratar de acorralar a la Rusia de Putin.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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Quién gana y quién pierde con la guerra
Conflicto Rusia - Ucrania: Las otras guerras que crecen más allá del campo de batalla
Estados Unidos impide cualquier salida dipomática, convencido de que puede doblegar a la Rusia de Putin. En el medio, los ucranianos ponen millones de víctimas, Europa ve crecer la amenaza nuclear mientras se desangra su economía y el mundo se hunde en la peor crisis alimentaria y energética en décadas.
Dividido --pero no confrontado-- el orbe Occidental no llega a diseñar una solución para un conflicto cuyos contornos esbozan cada vez más la perspectiva de una guerra de extensa duración y una mayor crisis mundial en varios sectores, desde el alimenticio hasta el de los hidrocarburos. A su vez, tres meses después de haber invadido Ucrania, las tropas de Vladimir Putin no pudieron tomar el control de Kiev y de Kharkiv pero, en cambio, se apoderaron de la estratégica Mariupol y cercan ahora el Donbass sin que la “operación especial” lanzada por el mandatario ruso el 24 de febrero de 2022 haya alcanzado las metas fijadas en los tiempos marcados.
La reinvención de Occidente
En estos 90 días, la guerra en Ucrania se ha ido reencarnando en otras que multiplicaron por 100 el impacto de este conflicto: crisis energética tanto europea como mundial, inflación, escasez de materias primas, tensión en el mercado mundial de alimentos, falta de fertilizantes y de granos, aumento del gasto militar, crisis humanitaria con los millones de desplazados que provocó la guerra, restauración de un injerto fuera de uso como la OTAN, readaptación de las alianzas estratégicas entre los polos de poder y reestructuración global del mercado de los suministros energéticos (gas y petróleo) han sido las consecuencias de una guerra que tiene fecha de inicio pero no un guion final.
Hasta hoy, no ha habido ni victoria militar contundente ni acción diplomática decisiva capaz de cambiar el rumbo de la guerra. Más bien, vista desde Europa, la guerra dio lugar no al quiebre del eje occidental sino, todo lo contrario, a su refuerzo y, en su seno, a la revitalización de la posición y el poder de Estados Unidos. A pesar de las intensas divergencias que los atraviesan y del intento de Estados Unidos de servirse de esta guerra y de Europa como títere de su disputa imperial con Moscú, el conflicto en Ucrania acercó más de lo que fracturó a los occidentales. El politólogo Dominique Moïsi (Geopolítica de las series: O el triunfo global del miedo) resume la situación con una fórmula de una insolente exactitud: "a corto plazo, Vladimir Putin reinventó Occidente”.
Los cambios en la guerra
Como tal, la invasión de Ucrania cambió de blanco y de naturaleza cuando, el pasado 29 de marzo, el ministro ruso de Defensa, Sergueï Choïgou, reconoció que el “el objetivo principal de la operación especial era la liberación del Donbass”. Sin que hayan sufrido derrotas significativas, las tropas rusas se retiraron de los alrededores de la capital (Kiev) y reorientaron su estrategia hacia el Este de Ucrania en lo que fue la tercera fase de la guerra: la primera fue una ofensiva relámpago contra cinco puntos, entre ellos Kiev y otras capitales importantes, la segunda se desplegó a lo largo del mes de marzo con la intención de ganar el control de grandes ciudades del país y la tercera y última recuperó la dirección de la retórica de Vladimir Putin, es decir, poner término “al genocidio de los habitantes del Donbass”.
Occidente, a su vez, también retocó su respuesta. Pasó de una sólida salva de sanciones de toda índole contra Moscú a convertirse en un actor periférico pero decisivo de la guerra a través de la entrega de armas pesadas a Kiev. Occidente es hoy una suerte de cobeligerante en las sombras. Se pasó de la llamada “ayuda defensiva” al respaldo ofensivo para apuntalar la capacidad del ejército ucraniano y estancar la ofensiva rusa en el Donbass.
”Lo esencial era evitar que Ucrania se hunda”, reconoce Léo Péria-Peigné, un especialista de la estrategia militar, miembro del Instituto francés de Relaciones Internacionales (IFRI). Obuses, misiles, tanques, helicópteros de combate, vehículos blindados, cañones Caesar, sistemas de defensa anti aéreos y otros dispositivos ofensivos de envergadura reemplazaron al carburante y las municiones suministradas al principio de la guerra. Aquí, los intereses que estaban ya en juego divergieron desde el inicio entre la postura europea de “frenar la ofensiva” para negociar luego con el mandatario ruso y la posición norteamericana que consiste en “ganar la guerra” (reunión de los aliados en la base militar de Ramstein, Alemania, el pasado 26 de abril).
El compromiso de Occidente se cifra aquí en miles de millones de dólares: entre febrero y principios de abril, Estados Unidos suministró un total de 4 mil millones de dólares en ayudas. Entre mediados de abril y finales de mayo la suma se elevó a más de 50 mil millones de dólares. La Unión Europa entregó más de tres mil millones de dólares en ayuda militar sacados del “Fondo Europeo para la paz”. La suma, no obstante, es más importante porque muchos Estados suministran armas de forma directa sin declararlas a los fondos europeos. Más de 20 países participan de una u otra forma en el respaldo militar a Ucrania para un total, hasta hoy, de 60 mil millones de dólares en ayudas diversas, incluidos los 40 mil millones de dólares que la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el pasado 10 de mayo y que se repartirán entre ayuda militar, ayuda humanitaria y material civil.
Tecnología del Pentágono
Mientras los europeos ni siquiera han concertado una posición coherente sobre el embargo de los hidrocarburos rusos, el volumen de dinero movilizado por Washington revela la ambición de la estrategia que la administración de Joe Biden está implementando: hacer de esta guerra una suerte de conflicto interpósito a través del cual, sin poner en juego la vida de un solo soldado, vencer al otro imperio.
Detrás de las ayudas formales hay, de hecho, otra guerra secreta tanto o más decisiva que la que se ve. Todas las capitales de Europa lo reconocen: gracias a sus capacidades tecnológicas y a sus avanzadísimos sistemas informáticos el Pentágono desempeñó un papel central en las respuestas militares de Ucrania. El hundimiento del buque lanzamisiles ruso, El Movska, a mediados de abril en aguas del Mar Negro nunca hubiese sido posible sin “la información del Pentágono”.
Según una información revelada por el New York Times a principios de mayo, el espionaje estadounidense permitió a Ucrania localizar y matar a una docena de generales rusos. ”Ayudar a Ucrania a defenderse” sigue siendo la bandera retórica de Washington. Esta, sin embargo, se mezcla con posicionamientos más sinceros como el que expresó a finales de marzo el Secretario de Defensa de Joe Biden, Lloyd Austin, para quien el objetivo, en adelante, consiste en “ver a Rusia tan debilitada que ya no pueda más hacer cosas como las que hizo al invadir Ucrania”.
El pasado 28 de abril, ante el Congreso, Joe Biden dijo: ” invertir en la libertad y la seguridad de Ucrania es pagar un precio muy bajo para castigar la agresión rusa y disminuir el riesgo de conflictos futuros”. Pocos días después, en Alabama, Biden ponía la guerra en Ucrania bajo una óptica mucho más amplia: «hay en este momento una guerra entre la autocracia y la democracia”.
¿Salida diplomática?
Washington no evoca nunca una salida diplomática, los europeos aún creen que es posible, incluso cuando admiten que la guerra será forzosamente extensa hasta que se plasme o se visualice una estabilización. Este sábado, durante el diálogo telefónico que mantuvieron durante 80 minutos con Vladimir Putin, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán Olaf Scholz, le pidieron al mandatario ruso que acepte “lo más pronto que se pueda” una conversación directa” con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, con la meta de pactar un alto el fuego.
Macron y Scholz puntualizaron sin ambigüedad la posición europea cuando insistieron en que "toda solución a la guerra debe ser negociada entre Moscú y Kiev y debe respetar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania" (comunicado del Palacio del Elíseo). A su vez, el Kremlin aseguró en su comunicado que Putin resaltó que las negociaciones “están paralizadas por culpa de Kiev” al tiempo que le exigió a Europa y Estados Unidos que cesaran el suministro de armas a Ucrania porque ello “torna inestable la situación”.
Las otras guerras
Los tres jefes de Estado evocaron también una de las temáticas que tensan la situación más allá de sus propias fronteras, es decir, la crisis alimentaria mundial derivada de esta guerra. Putin exigió el levantamiento de las sanciones occidentales para que Rusia pueda así “aumentar” el suministro de “fertilizantes y productos agrícolas rusos” y, por consiguiente, ”bajar la tensión en el mercado mundial de alimentos”.
Según los comunicados cruzados, Moscú accedió al pedido de Macron y el canciller alemán para que se levante el bloqueo de la ciudad portuaria de Odessa, en el mar Negro, y liberar así la exportación de cereales. París indicó que Vladimir Putin prometió abrir el puerto siempre y cuando Ucrania retire las minas que colocó.
El tema no es menor ya que, según cifras de las Naciones Unidas (la FAO), Rusia y Ucrania concentran más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales (19% de la cebada, 14 % del trigo y 4 % del maíz) mientras que Rusia es el primer exportador mundial de fertilizantes nitrogenados.
Alimentos e hidrocarburos son el otro resorte ardiente de la guerra. Tres meses después de haber comenzado el conflicto y pese a las amenazas y proyectos, Europa aún no encontró la formula interna para decretar un embargo total de los hidrocarburos rusos. Más aún, las empresas energéticas de Europa se sumieron a la voluntad de Moscú. Los clientes de Gazprom juegan en la cuerda floja para, al mismo tiempo, mantener abiertas las importaciones de gas y petróleo ruso sin pasarse por encima las sanciones de la Unión Europea.
El movimiento es pendular: Europa prohíbe aportar fondos (euros o dólares) al banco central de Rusia y Moscú obliga a sus clientes energéticos a pagar en rublos. Los importadores de gas han logrado pasar por encima de las sanciones… gracias a una medida de la misma Unión Europea, la cual acepta que se abra una cuenta en rublos.
Ganadores y perdedores
¿Tres meses después quién perdió y quién ganó? Perdió Ucrania, los 6 millones de refugiados, los 9 millones de desplazados internos, las decenas de miles de muertos de cada lado y, también, perdió Europa. Está bajo la amenaza nuclear de Rusia, ante la perspectiva de una drástica falta de hidrocarburos para sus industrias y el invierno, presionada por una fuerte inflación y con una alianza militar, la OTAN, renacida de las cenizas gracias al mismísimo Vladimir Putin.
En 2017, el ex presidente de Estados Unidos Donald Trump dijo que la OTAN era algo “obsoleto”. Algunos meses después, Emmanuel Macron dijo que la OTAN se encontraba en un estado de “muerte cerebral”. A lo largo de estos años, la Alianza Atlántica fue un mamarracho sin dirección ni coherencia. Putin le devolvió su misión perdida: ser el muro ante la amenaza rusa.
Peor aún, el refuerzo de la legitimidad de la OTAN como consecuencia de la guerra en Ucrania, el ingreso impensable de países como Suecia y Finlandia, aplazó al infinito el siempre truncado proyecto de una “defensa común europea”. La UE depende más que nunca de Estados Unidos, tanto para su defensa a través de la OTAN como para el suministro de hidrocarburos.
François Heisbourg, miembro de la Fundación para la investigación estratégica y autor de excelentes libros de geopolítica, resalta la paradoja de un Occidente que se vio proyectado a otra dimensión por “una potencia (Rusia) dinámica y muy insatisfecha con el orden del mundo”. Quien sabe cómo será en el futuro ese orden. Por el momento es el que están diseñando Washington y Moscú con una víctima cercana entre las cuerdas: Europa.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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Los idiotas de la UE no entienden que sancionando a Rusia se terminan jodiendo ellos mismos.
Basta ya de lamerle el trasero a los yanquis ! ! ! ! ! !
Tengan un poco de dignidad e independencia ! ! ! ! ! !
Las sanciones de la UE son el mejor negocio para Rusia
Medios occidentales registran con sorpresa el incremento de su superávit comercial por el aumento en los precios del petróleo debido a las prohibiciones y la fortaleza que ganó el rublo ante la obligación de liquidar las compras de combustible en divisa rusa.
Los 27 países de la Unión Europea lograron, al cabo de tres semanas de enfrentamientos internos – y sobre la hora- llegar a un acuerdo para reducir significativamente las compras de petróleo a Rusia como parte de un nuevo paquete de sanciones. La medida fue presentada como un modo de “cortar una enorme fuente de financiación para su maquinaria de guerra” en Ucrania. La restricción, sin embargo, no es total ya que -y ese fue parte del problema para consensuar una medida en común- corta la compra de unos dos tercios del fluido, que llegaban por barco, porque hay países que necesitan mantener en funcionamiento las tuberías que alimentan sus redes. Es el caso de Hungría, el principal oponente a este tipo de castigos que terminan afectando a su propia economía, pero también de República Checa, Eslovaquia y Austria.
La divergencia no fue solo por cuestiones logísticas sino porque ya comienzan a aparecer los resultados efectivos de las sanciones contra Rusia al cumplirse los 100 días de la invasión a Ucrania. Y la realidad no acompaña las expectativas con que Joe Biden y los líderes de la UE y la Otan presentaron las primeras penalizaciones económicas contra la decisión anunciada por el presidente Vladimir Putin de una operación para “desmilitarizar y desnazificar” a Ucrania, el 24 de febrero pasado.
Esta evaluación no parte de medios a los que se podrían calificar de afines a Moscú, como podría argumentarse. Un artículo que firma Larry Elliott, editor de Economía del diario británico The Guardian, señala que “en los primeros cuatro meses de 2022 Putin podría presumir de un superávit de 96 mil millones de dólares, más del triple de la cifra del mismo período de 2021”. Y agrega el dato paradojal de que cuando la UE anunció la prohibición parcial a las importaciones de petróleo, el costo de crudo aumentó fuertemente, “proporcionando al Kremlin otra ganancia financiera inesperada”.
Para más, acota Elliott, las exportaciones de petróleo y gas rusos a China se incrementaron más del 50% sobre el año pasado. Algo de esto entrevió la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen en una entrevista de estos días. “La UE se ve obligada a comprar petróleo ruso para que Putin no lo venda en otros mercados y gane aún más. Te seguiremos comprando petróleo no porque lo necesitemos, sino porque no queremos que alguien más te lo compre y te haga ganar más dinero”, dijo en un tono que intentaba ser desafiante.
Contra los análisis de «mesa de arena» de los dirigentes occidentales, efectivamente las compras en otros mercados se aceleraron y la India, un supuesto aliado del “mundo civilizado”, recibe ahora unos 600.000 barriles diarios de crudo de Rusia contra los 90.000 del año pasado. Y con grandes descuentos.
Chris Weafer, director general de consultora Macro-Advisory, lo advirtió brutalmente: “Las sanciones, por el momento, no son un gran daño financiero para Rusia debido a que los precios globales se encuentran elevados, así que incluso con descuentos probablemente vendan su petróleo al mismo precio que el año pasado”.
Por si fuera poco, India firmó un convenio monetario para comerciar en rupias y en rublos. Esta semana, la empresa Gazprom anunció el cese de suministro a Países Bajos precisamente por negarse a abonar en la moneda rusa, como exige un decreto de Putin, con lo que se suma a Polonia, Bulgaria y Finlandia en los “contracastigos” del Kremlin.
Otro medio británico, el portal de la BBC en español, en un artículo que firma Cristina Orgaz, afirma que “contra todo pronóstico, el rublo se ha convertido en la moneda con mejor desempeño del mundo frente al dólar en lo que va de año, superando incluso al real brasileño” y entre las razones para esta «sorpresa», señala a “los férreos controles de capital impuestos por el Kremlin” desde la primera batería de sanciones. Pero también la exigencia de que los pagos se realicen en la divisa rusa. Y a pesar de los gestos de desagrado y las declaraciones condenatorias, anota Orgaz que “Alemania, uno de los mayores clientes de la estatal gasista rusa Gazprom, ya accedió a pagar en rublos junto con otros grandes compradores europeos”.
Otras voces condenatorias a la estrategia de la UE y EEUU en el laberinto ucraniano van apareciendo en estos días. Según el economista francés Jacques Sapir -citado por el analista Arnaud Bertrand- Occidente evaluó erróneamente el tamaño de la economía rusa. Para Sapir, que da clases en Moscú y Paris, si se calcula el volumen de la actividad en función del Producto Bruto Interno (PBI), convirtiendo rublos a dólares, es claro que el total da que Rusia está a la altura de la economía de Brasil o España.
Pero si se toma en cuenta la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA), que compara la productividad y el nivel de vida en cada país, un valor que tanto el FMI como la OCDE aplican con mayor asiduidad, resulta que la economía de Rusia es comparable a la de Alemania, la mayor de Europa, y sería la sexta del mundo. Con este criterio de mediciones, la economía china supera a la de Estados Unidos desde hace al menos seis años.
El golpe más impactante lo propinó el ex secretario de Estado Henry Kissinger, desde la mismisima la cumbre de Davos. Para celebrar sus 99 ños, el impulsor del acercamiento de EEUU y China en 1970 dijo que Ucrania debería firmar un acuerdo de paz lo antes posible, aunque sea cediendo territorio a Rusia. “Sería fatal para Occidente dejarse llevar por el estado de ánimo del momento y olvidar el lugar apropiado de Rusia en el equilibrio de poder europeo por 400 años”, agregó el tan veterano como controvertido geopolítico. «
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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También, lo que debería pasar es que los países europeos se aparten YA MISMO del plan siniestro de Estados Unidos, para no ser arrastrados al desastre.
Si ustedes siguen colaborando con los yanquis criminales, la vida se les complicará día a día.
(GP Mensaje N°3)
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)
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La capital ucraniana no era objeto de ataques desde el 28 de abril
Rusia vuelve a bombardear a Kiev y amenaza con más ataques si Ucrania recibe misiles de largo alcance
"Todo ese alboroto en torno al suministro de armas adicionales (a Ucrania) persigue un sólo objetivo: prolongar al máximo el conflicto armado", aseguró el presidente ruso Vladimir Putin.
Rusia volvió a bombardear a Kiev y sus alrededores en el primer ataque sobre la capital ucraniana en más de un mes, coincidiendo con la amenaza del presidente ruso, Vladimir Putin, de que golpeará nuevos objetivos si los países occidentales entregan misiles de largo alcance a Ucrania. La declaración de Putin se produce después de que Estados Unidos anunciara la semana pasada que proporcionará a Ucrania a sus lanzacohetes múltiples Himars, que según expertos militares es levemente superior al de los sistemas análogos rusos, lo que permitiría a Ucrania atacar la artillería enemiga sin poder ser atacada por esta.
Kiev no era objeto de ataques desde el 28 de abril, cuando el secretario general de la ONU, António Guterres, se encontraba en la capital para reunirse con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. En torno a las seis de la mañana locales, las Fuerzas Armadas de Rusia lanzaron cinco misiles de crucero X-22 desde el mar Caspio en dirección a Kiev, según el Estado Mayor General ucraniano. Uno de los misiles, lanzados desde bombarderos estratégicos Túpolev Tu-95, fue interceptado sobre el distrito de Obujov y el resto impactó en infraestructuras en el norte de la capital.
El ministerio de Defensa de Rusia aseguró haber destruido en las afueras de Kiev tanques T-72 y otros vehículos blindados suministrados por países del este de Europa a Ucrania que se encontraban en una planta ferroviaria de reparación de vagones. El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, dijo que hubo explosiones en los distritos de Darnitsia y Dnipro, por los que una persona fue hospitalizada.
Advertencia de Putin
Los ataques coinciden con la advertencia lanzada a Kiev y Occidente por el presidente Vladimir Putin en una entrevista con la televisión pública rusa. El jefe del Kremlin afirmó que las Fuerzas Armadas rusas atacarán objetivos que hasta ahora se habían librado si Occidente suministra a Ucrania misiles de largo alcance.
"Si llegan a suministrarlos, sacaremos las conclusiones apropiadas y usaremos nuestras armas, que no nos faltan, para atacar aquellos objetivos que hasta ahora no hemos golpeado", señaló Putin, quien hizo estas declaraciones después de que la Casa Blanca anunciara un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por un valor de 700 millones de dólares, que incluye lanzaderas múltiples de misiles HIMARS con un alcance de hasta 70 kilómetros.
Putin aseguró que la decisión tomada por Washington no cambiará fundamentalmente el equilibrio de poderes en el terreno, ya que las armas de Estados Unidos y otros países están destinadas a reponer el material bélico perdido por Ucrania durante las hostilidades. "No hay nada nuevo aquí. En primer lugar, estos sistemas de misiles de lanzamiento múltiple ya los tiene el Ejército ucraniano", afirmó el mandatario ruso, quien consideró que "todo ese alboroto en torno al suministro de armas adicionales (a Ucrania) persigue un sólo objetivo: prolongar al máximo el conflicto armado".
Continúa la batalla en Lugansk
Desde que se retiró del norte de Ucrania, Rusia ha atacado esporádicamente la capital así como otros lugares como Leópolis en el oeste, Chernigov en el norte, Sumy en el noreste y Jarkov en el este, pese a haber concentrado todos sus esfuerzos en el Donbass. Allí continuaba el domingo la lucha por Severodonetsk y la vecina Lisichansk, las últimas grandes ciudades bajo control ucraniano en la región de Lugansk.
En Severodonetsk los rusos controlan la parte oriental de la ciudad, señaló el Estado Mayor General. Después de ocupar el 70 por ciento de la urbe, las tropas ucranianas han recuperado "en dos días" un 20 por ciento del territorio y ahora la ciudad vuelve a estar "dividida en dos" en lo que es una auténtica guerra de desgaste, dijo el gobernador de la región, Serguei Gaidai.
Según el mando militar de Ucrania, las unidades rusas se centran en envolver a las tropas ucranianas no solo en la zona de esta ciudad y en Lisichansk, sino que también intentan bloquear sus principales rutas logísticas. Para ello intentan cortar la ruta entre Bajmut, en la región de Donetsk, y Lisichansk.
Oposición turca ante Suecia y Finlandia
Rusia sostuvo desde el comienzo de la invasión a Ucrania, que ya superó los cien días, que uno de sus objetivos era disuadir a Kiev de ingresar a la OTAN. Sin embargo, la guerra movilizó a países como Finlandia y Suecia a postularse para ingresar a la alianza atlántica, pese a haber mantenido una posición de no alineamiento, aunque choca por ahora con la oposición de Turquía. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reiteró este domingo que no admitirá la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN hasta que no esté completamente convencido de que ambos países cortaron vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización declarada terrorista por Ankara. "Hasta que nuestras expectativas no queden satisfechas, seguiremos sin cambiar nuestra postura sobre la expansión de la OTAN", dijo Erdogan durante una reunión de su Partido Justicia y Desarrollo. Estambul será la sede "en los próximos días" de una reunión entre Rusia, Ucrania y la ONU para intentar desbloquear la exportación de cereales ucranianos a través de los puertos del mar Negro, sometidos al bloqueo naval de Rusia, según el canal CNN Türk. Turquía es un actor fundamental para la salida de los cereales ucranianos porque la ruta necesaria para la salida de los barcos es a través del río Bósforo, que une el mar Negro en Asia con el mar de Mármara en Europa.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo) |
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Los felpudos europeos siguen haciendo el ridículo juntándose con el payaso ucraniano.
Mientras tanto se precipitan a una crisis económica sin precedentes.
Pobres desgraciados: Miran, pero no ven.
¿Qué van a hacer cuando se queden sin gas?
¿Recién entonces harán como la hacienda baguala, y volverán al jagüel ruso con la seca?
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo) |
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¿Adiós a Europa?
Asoma el holocausto nuclear detrás de la guerra Rusia - Ucrania
El reconocido sociólogo portugués explica cómo el continente con más muertes en conflictos bélicos en los últimos cien años, se encamina hacia uno aún más fatal. Como en la década de 1930, la apología del fascismo se hace en nombre de la democracia y la apología de la guerra se hace en nombre de la paz.
Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez
Un nuevo-viejo fantasma se cierne sobre Europa: la guerra. El continente más violento del mundo en términos de muertes en conflictos bélicos en los últimos cien años (para no retroceder en el tiempo e incluir las muertes sufridas en Europa durante las guerras religiosas y las muertes infligidas por europeos a los pueblos sometidos al colonialismo), se encamina hacia un nuevo conflicto bélico que puede ser aún más fatal, ochenta años después del conflicto hasta ahora más violento, con cerca de ochenta millones de muertos: la Segunda Guerra Mundial.
Todos los conflictos anteriores comenzaron aparentemente sin una razón fuerte, era opinión común que durarían poco tiempo y, al comienzo, la mayoría de la población acomodada siguió haciendo su vida normal, yendo de compras y al cine, leyendo la prensa, disfrutando de las vacaciones y de amenas conversaciones en terrazas sobre política y cotilleo. Siempre que surgía un conflicto violento localizado, la convicción dominante era que se resolvería localmente. Por ejemplo, muy poca gente (incluidos los políticos) pensó que la guerra civil española (1936-1939) y quinientos mil muertos serían la antesala de una guerra mayor, la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que las condiciones estuviesen presentes. Aun sabiendo que la historia no se repite, es legítimo preguntarse si la actual guerra entre Rusia y Ucrania no es el preludio de una nueva guerra mucho mayor.
Medios y polarización
Se acumulan señales de que un peligro mayor puede estar en el horizonte. En el plano de la opinión pública y del discurso político dominante, la presencia de este peligro se presenta mediante dos síntomas opuestos. Por un lado, las fuerzas políticas conservadoras no solo detentan la iniciativa ideológica, sino también una presencia privilegiada en los medios de comunicación. Son polarizadoras, enemigas de la complejidad y de la argumentación serena, usan palabras extremadamente agresivas y hacen encendidos llamamientos al odio.
No les perturba el doble rasero con el que comentan los conflictos y la muerte (por ejemplo, entre muertos en Ucrania y en Palestina), ni la hipocresía de apelar a valores que desmienten con sus prácticas (denuncian la corrupción de los adversarios para esconder la suya). En esta corriente de opinión conservadora se mezclan cada vez más posiciones de derecha y de extrema derecha, y el mayor dinamismo (agresividad tolerada) proviene de estas últimas.
Este dispositivo pretende inculcar la idea del enemigo a destruir. La destrucción por las palabras predispone a la opinión pública a la destrucción por los actos. A pesar de que en democracia no hay enemigos internos sino solo adversarios, la lógica de la guerra se traslada insidiosamente a supuestos enemigos internos, cuya voz ante todo debe ser silenciada. En los Parlamentos, las fuerzas conservadoras dominan la iniciativa política, mientras que las fuerzas de izquierda, desorientadas o perdidas en laberintos ideológicos o en cálculos electorales incomprensibles, giran en torno a un defensismo paralizante. Como en la década de 1930, la apología del fascismo se hace en nombre de la democracia; la apología de la guerra se hace en nombre de la paz.
Pero este clima político-ideológico está marcado por un síntoma opuesto. Los observadores o comentaristas más atentos se dan cuenta del fantasma que acecha la sociedad y convergen de modo sorprendente en sus preocupaciones. Recientemente me he sentido identificado con algunos análisis de comentaristas que siempre he reconocido como pertenecientes a una familia política diferente a la mía, es decir, comentaristas de derecha moderada. Lo que tenemos en común entre nosotros es la subordinación de las cuestiones de la guerra y la paz a los asuntos de la democracia. Podemos diferir en lo primero y coincidir en lo segundo. Por la sencilla razón de que solo el fortalecimiento de la democracia en Europa puede conducir a la contención del conflicto entre Rusia y Ucrania e, idealmente, a su solución pacífica. Sin una democracia vigorosa, Europa caminará, sonámbula, hacia su destrucción.
Guerra interna y guerra externa
¿Estamos a tiempo de evitar la catástrofe? Me gustaría decir que sí, pero no puedo. Los signos son muy preocupantes. Primero, la extrema derecha crece globalmente impulsada y financiada por los mismos intereses que se reúnen en Davos para salvaguardar sus negocios. En los años 30 del siglo pasado, tenían mucho más miedo al comunismo que al fascismo; hoy, sin la amenaza comunista, temen la revuelta de las masas empobrecidas y proponen como única respuesta la represión violenta, policial y militar. Su voz parlamentaria es la de la extrema derecha. La guerra interna y la guerra externa son dos caras de un mismo monstruo y la industria armamentística se beneficia por igual de ambas.
En segundo lugar, la guerra de Ucrania parece más confinada de lo que realmente es. El flagelo actual, que azota las llanuras donde hace ochenta años murieron tantos miles de personas inocentes (principalmente judíos), tiene las dimensiones de un autoflagelo. Rusia hasta los Urales es tan europea como Ucrania, y con esta guerra ilegal, además de vidas inocentes, muchas de ellas de habla rusa, está destruyendo la infraestructura que ella misma construyó cuando era la Unión Soviética. La historia y las identidades étnico-culturales entre los dos países están mejor entrelazadas que con otros países que anteriormente ocuparon Ucrania y ahora la apoyan. Tanto Ucrania como Rusia necesitan mucha más democracia para poder poner fin a la guerra y construir una paz que no las deshonre.
Versalles o Viena
Europa es mucho más vasta de lo que parece desde Bruselas. En la sede de la Comisión Europea (o de la OTAN, que es lo mismo) prevalece la lógica de la paz según el Tratado de Versalles de 1919, y no la del Congreso de Viena de 1815. La primera humilló a la potencia vencida (Alemania) y la humillación condujo a la guerra veinte años después; la segunda honró a la potencia vencida (la Francia napoleónica) y garantizó un siglo de paz en Europa.
La paz según Versalles presupone la derrota total de Rusia, tal como la imaginó Hitler cuando invadió la Unión Soviética en 1941 (Operación Barbarroja). Incluso admitiendo que esto ocurra a nivel de la guerra convencional, es fácil predecir que, si la potencia perdedora tiene armas nucleares, no dejará de usarlas. Será el holocausto nuclear. Los neoconservadores norteamericanos ya incluyen esta eventualidad en sus cálculos, convencidos en su ceguera de que todo sucederá a miles de kilómetros de sus fronteras. America first... and last. Es muy posible que ya estén pensando en un nuevo Plan Marshall, esta vez para almacenar los desechos atómicos acumulados en las ruinas de Europa.
Sin Rusia, Europa es la mitad de sí misma, económica y culturalmente. La mayor ilusión que la guerra de información ha inculcado a los europeos en el último año es que Europa, una vez amputada de Rusia, podrá restaurar su integridad con el trasplante de Estados Unidos. Justicia sea hecha a los Estados Unidos: cuidan muy bien sus intereses. La historia muestra que un imperio en declive siempre busca arrastrar consigo sus esferas de influencia para retrasar la decadencia. ¿Y si Europa supiese cuidar de sus intereses?
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