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General: CRIMEN SIN CASTIGO: REMOLCADOR 13 DE MARZO
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De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 14/07/2023 15:48
CRIMEN SIN CASTIGO: REMOLCADOR 13 DE MARZO
El 13 de julio se conmemoro otro aniversario del ataque por orden del régimen castrista a una embarcación en la que murieron ahogados 37 cubanos
 
 ©CUBA ETERNA GABITOS
En los crímenes sin resolver de la dictadura se encuentra el hundimiento del remolcador 13 de marzo. Cada 13 de julio, los cubanos por el mundo recuerdan lo que fuese una de las más duras tragedias de la comunidad, que expuso la desesperación de los antillanos por abandonar la isla y también la atrocidad de un régimen que ve a los ciudadanos como piezas desechables.
 
El remolcador 13 de marzo fue una embarcación en la que 72 personas partieron de Cuba rumbo a la libertad. Aquel siniestro, los cubanos recuerdan cómo el régimen los embistió con otro barco lanzándole fuertes chorros de agua para impedir que continuaran su viaje.
 
De la atrocidad de su acción, un total de 37 cubanos perdieron la vida. Y de ese total, 10 eran niños inocentes a los que el régimen cubano les quitó la vida, en dos ocasiones. La primera obligándolos a salir de su país, la segunda ahogándolos en el mar.
 
El grupo zarpó a unos trescientos metros de la Capitanía del Puerto de La Habana, el 13 de julio de 1994. La embarcación bordeó despacio el área de Regla, en silencio, para que nadie sospechara que se trataba de una fuga.
 
Entre besos y abrazos silenciosos para no alertar a los vecinos, pero también en medio de efervescentes deseos de libertad, catorce familiares del escritor Jorge García se despidieron la trágica madrugada del 13 de julio de 1994 para emprender un viaje que, sin saberlo, no tendría retorno ni mucho menos una llegada feliz a Estados Unidos, país en el que cifraban sus esperanzas de un mejor porvenir lejos de la tiranía y una isla que se hundía en la más severa penuria.
 
García recuerda hoy que el ómnibus que los llevaría hasta el sitio donde abordarían el remolcador 13 de Marzo era conducido por su primo Felo, quien trataría de huir del sistema totalitario de los hermanos Castro, “aprovechando la oscuridad”, junto a su esposa, el tío de su esposa y su pequeña Giselle. El plan estaba hecho y nada debía fallar.
 
A punto de emprender el viaje, García relata que se acercó a su hijo Joel en la puerta de su casa en La Habana, desde donde saldrían sus familiares al encuentro con una “muerte trágica” que desconocían entonces, y le dijo unas palabras de las que todavía se arrepiente: “Nos vemos en la eternidad”. A partir de ese momento —cuenta entre lágrimas—, su vida ha sido “un calvario”, a tal punto que dice sentirse “muerto en vida” o “como algo parecido a un duende que deambula por las calles de Miami, con una cruz a cuestas”.
 
Su nieto, hijo de su hija María Victoria García, también sigue vivo en su memoria. “Juan Mario me dijo muy alegre que me iba a traer un pescado bien grande para que me lo comiera yo solo. ¡Qué nietecito! Era mi primer nieto, una gran ilusión en mi vida”, rememora mostrando unos ojos rojizos.
 
El testimonio de García, que ha sido llevado a los más disímiles escenarios del mundo para “mostrar la crueldad de ese régimen asesino” se enmarca dentro de la conmemoración de los 29 años del hundimiento de la embarcación, hecho tras el que murieron 37 cubanos, entre los que se encontraban 27 adultos y 10 niños, cuya única culpa —si acaso existiese— consistió en querer cambiar de vida y dejar atrás las carencias de un fallido modelo social.
 
Los hechos
Fidencio Ramel Prieto Hernández, cuñado de García, por su condición de jefe de operaciones del puerto de La Habana y secretario del Partido Comunista era el líder de la expedición. “Él era una persona que, por esos cargos, podía moverse con libertad por la instalación portuaria, sin despertar ninguna sospecha”, señaló el escritor.
 
La partida se había pospuesto tres veces por diversas razones, pero “esa noche las condiciones meteorológicas eran las apropiadas”. La decisión ya estaba tomada: zarparían antes de la salida del Sol.
 
“Un grupo se reunió en mi casa y de ahí salieron a encontrarse con los otros en la terminal del puerto de La Habana, donde estaba la embarcación 13 de Marzo, un remolcador industrial de 25 metros de largo. Prieto se había encargado de probarla”, precisó.
 
Testimonios de algunos sobrevivientes del denunciado crimen dan cuenta de que el zarpe se produjo al promediar las 3 de la mañana, a unos 300 metros de la capitanía del puerto habanero. “El plan se había hecho muy bien y era un viaje seguro porque de lo contrario no hubiera permitido que viajaran nuestros niños”, acotó.
 
Casi de inmediato, los siete tripulantes de la embarcación, quienes también laboraban en el terminal y se habían sumado a la travesía,.. se percataron de que estaban siendo seguidos por dos de los tres remolcadores tipo Polargo que participaron en la operación de hundimiento, cuya misión primordial era impedir que llegaran a aguas internacionales rumbo a EEUU.
 
El ataque contra el remolcador 13 de Marzo comenzó a la altura del Castillo del Morro cuando las embarcaciones del régimen dispararon sus potentes chorros de agua. Según García, “estos asesinos disparaban las ráfagas contra todas las personas que pedían clemencia en cubierta, sin importarles que fueran mujeres con niños de brazos o personas mayores”.
 
Para este hombre, la embarcación ocupada por cubanos “que buscaban su libertad” zozobró “no por accidente como lo quiso mostrar el mismo Fidel Castro”, sino porque fue embestida “con alevosía”, a siete millas de la costa, por los remolcadores Polargo 2, Polargo 3 y Polargo 5.
 
“La actuación despiadada de estas bestias con ropaje castrense, los llevó a disparar chorros de agua a presión sobre los cuerpecitos de los niños que pedían clemencia, que viajaban abrazados a sus madres”, agregó con lágrimas en sus ojos.
 
Los “potentes cañonazos de agua a alta presión” que impactaron a la embarcación desde varias direcciones continuaron durante unos 45 minutos. “Estas eran personas que iban desarmadas. A esos asesinos no les bastaron las súplicas de esas mujeres y esos niños, que alzaban los brazos pidiendo auxilio a gritos”, subrayó.
 
La noticia
García y su esposa no pudieron conciliar el sueño. “La radio oficial dio la noticia muy temprano sobre el robo de una embarcación en el puerto y mi esposa quedó en shock; las piernas le temblaban. Yo le dije que a diario estaban robando embarcaciones para poder huir de Cuba, intentando calmarla”, afirmó.
 
Al filo de las 11 de la mañana —recuerda— “llegó un carro encubierto de la Seguridad del Estado, con un oficial de grado mayor, que venía con un médico y mi hija, que estaba toda destruida”.
 
Las noticias no eran alentadoras. “Cuando yo veo a mi hija con la cabellera llena de grasa, pensé que había ocurrido un accidente con el ómnibus. Pregunté por mi hijo Joel y me dijo que había muerto. Y así fui preguntando por cada uno de mis familiares; su respuesta fue la misma: murieron”, relató.
 
En ese momento, según la narración, “a mi mujer le dio un ataque y empezó a gritar”. El oficial de la Seguridad del Estado se fue “porque la situación con nosotros y los vecinos que empezaron a llegar se podían salir de control”.
 
Fue en ese instante que, “decidí cargar mi cruz y buscar justicia para mis muertos, que nunca me los devolvieron. Su cementerio es este mar [la entrevista fue realizada frente al malecón de la Ermita de la Caridad]”.
 
Justificación de Cuba
Una versión del régimen cubano sobre los hechos, publicada por el medio oficialista Cubadebate indica que “el penoso acontecimiento del naufragio del remolcador” fue motivado por un “accidente” y “como resultado de una colisión contra otra embarcación perteneciente a la Empresa de Servicios Marítimos del Ministerio de Transporte, mientras se encontraba en su persecución cerca de 7 millas al norte de la Bahía de la Habana”.
 
Dice, también, que un “grupo de delincuentes involucraron a numerosas personas, 72 en total, entre ellas a decenas de niños y mujeres en el secuestro de esta embarcación”, la que —según el medio oficialista— “no estaba en condiciones para navegar largas travesías, además de presentar una vía de agua que auguraba su hundimiento”.
 
“El secuestro de la nave se realizó de manera ilegal, inutilizando el sistema de comunicación de la misma con el fin de desoír los llamados de las autoridades cubanas exigiendo su retorno y la peligrosidad de la desafortunada incursión”, se puede leer en un artículo publicado el 14 de julio de 2017.
 
Más adelante asegura que “todos los miembros del personal de las embarcaciones presentes en el lugar realizaron esfuerzos heroicos para salvar las vidas de estas personas, aun cuando las condiciones de navegación y la fuerza del mar (Fuerza 3) hicieron dificultoso el rescate”.
 
LAS MUERTES DEL 13 DE JULIO 
Este 13 de julio arribamos a los aniversarios cerrados de dos hechos sobre los cuales la historiografía castrista, autoproclamada defensora de la memoria histórica de la nación, ha preferido guardar silencio.
 
En 1989, hace ahora 30 años, fueron fusilados cuatro militares acusados de estar vinculados con el narcotráfico internacional y de realizar otras actividades ilícitas: el general Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez.
 
Una amplia cobertura mediática, con destaque para la televisión y la radio nacionales, siguió todo el proceso judicial de los inculpados. Un proceso en el que sobresalió -y hasta asombró a muchos- el encausamiento del general Ochoa, un hombre que pocos años antes había recibido el título de Héroe de la República de Cuba debido a sus exitosas misiones en África, además de la confianza que la cúpula del poder siempre había depositado en él.
 
Parecido a lo sucedido en la Unión Soviética en los años 30, cuando José Stalin se deshizo de varios de sus cercanos colaboradores, lo primero era ensuciar la imagen del héroe de antaño para que la opinión pública se convenciera de sus “crímenes” contra el pueblo o la Revolución. En ese contexto, un selecto grupo de generales se reunió para degradar a Ochoa. Una ocasión en la que se pudo apreciar la envidia que muchos de sus antiguos camaradas sentían hacia él, entre ellos Senén Casas Regueiro, el primero en sugerir la pena de muerte para el brillante jefe militar.
 
A la postre, el cubano de a pie quedó con la duda de si realmente los acusados habían cometido las infracciones que se les imputaban, o si se trató de una hábil jugada de las autoridades, porque los gobernantes, como decimos en buen cubano, “lograron matar dos pájaros de un tiro”. Por una parte se ofreció la imagen de un gobierno que nada tenía que ver con el narcotráfico, el cual había sido obra de algunos militares aislados. Y por otro lado, la aparatosa cobertura mediática de este proceso judicial pretendió desviar la atención del público cubano acerca de lo que estaba ocurriendo en Europa oriental, donde, por esos días, el denominado “socialismo real” se caía a pedazos. Apenas cuatro meses después de estos fusilamientos se derrumbaba el Muro de Berlín, ignominioso símbolo de un sistema político como el que padecían los cubanos.
 
Quiso el azar que otro 13 de julio, cinco años más tarde, sobrevinieran otras muertes, esta vez más horrendas e injustificables. Alrededor de cuarenta personas, entre ellas varios niños, resultaron ahogados muy cerca de las costas cubanas cuando embarcaciones gubernamentales hundieron  el Remolcador 13 de Marzo, en el que esas personas intentaban huir de la terrible crisis económica que afrontaba el país.
 
En más de una ocasión la maquinaria del poder ha pretendido desmarcarse de semejante crimen y presentarlo solo como una acción de los que conducían las embarcaciones oficialistas. Sin embargo, la crueldad del castrismo ha quedado confirmada cuando no permiten que los familiares de las víctimas depositen flores en las aguas del litoral habanero cada 13 de julio.
 
Los gobernantes aspiran a que las nuevas generaciones de cubanos, esas que no vivieron aquellas jornadas, nunca sepan de tales asesinatos. Por eso, por ejemplo, no mencionan que la Ley Helms-Burton -y tanto que hablan de ella- fue la respuesta a la masacre cometida por la aviación cubana de cuatro jóvenes de la organización Hermanos al Rescate.
 
Pero, más tarde o más temprano, la verdad se abrirá paso. Entonces los libros de Historia con los que estudien los niños y jóvenes de nuestro país se referirán a todas esas muertes.
 
Jorge García Más perdió en la tragedia a catorce familiares, un hombre al que le sobrevivió una hija, y hoy relata:
 
“La cifra total de viajeros a bordo del 13 de Marzo aquella noche eran 68 personas; de ellas, sobrevivieron 31 y desaparecieron 37. De los 37, 10 eran niños, la más pequeñita, Helen Martínez Henrique, tenía cinco meses y medio solo y, el mayorcito de los niños tenía 12 años, que es Eliecer Suárez”, relató García Más.
 
“Ni los propios viajeros, ni el organizador de la expedición, sabían la totalidad de personas que viajaban ahí y esto se puede aclarar muy bien sabiendo que la salida es una salida secreta; que la famosa lista inicial de viajeros la manejaba nada más que Fidencio Ramel Prieto Hernández, que era el organizador de la fuga. Entonces, los propios viajeros no sabían ni el sitio, no sabían la hora”, agregó el superviviente.
 
Según García Más, ninguno se conocía, aunque todos eran familias entre sí.
 
“Se dijo, por parte de las autoridades, que hubo ‘elementos de fuerza’; se había ‘quebrado’ un candado, todo eso es totalmente falso”, dijo García.
 
El remolcador "13 de Marzo" estaba atracado con el motor funcionando, todos montaron normalmente, no hubo elemento de fuerza.
 
Sergio Perodín, sobreviviente de la tragedia, quien perdiera a su esposa y a uno de sus dos hijos, personalmente había contactado a Raúl Muñoz, ex capitán del remolcador, que en aquel momento capitaneaba otra embarcación de la Empresa de Navegación Mambisa.
 
Más tarde, Perodín y Muñoz se reunirían con Fidencio Ramel Prieto, jefe de Operaciones del Puerto de La Habana y secretario del Partido Comunista de Cuba en dicho lugar. Todos tenían el mismo deseo de abandonar el país.
 
García Más asegura al respecto que “Ellos sabían de la salida. Vaya, eso queda demostrado, incluso, por boca del propio Jesusito, de Jesús Martínez, el patrón del Polargo 5, digamos que el que tiene la responsabilidad máxima del hundimiento del remolcador”.
 
Un remolcador del tipo conocido como Polargo sorprendió a los tripulantes del "13 de Marzo" a unos doscientos metros de la Fortaleza del Morro. Comenzaron a lanzar los primeros chorros de agua con mangueras de alta presión. Otros tres Polargo esperaban escondidos detrás de El Morro.
 
Según García Más, las autoridades denominaban la salida.
 
“Las autoridades de la Seguridad del Estado dominaban esa salida y era lógico que lo dominaran, porque el secreto entre tantas personas no es hermético, y ellos dominaban esa salida. Lo que la Seguridad del Estado deja que salgan para dar un escarmiento”, aseguró García Más.
 
Añadió que Jesús Martínez, el patrón de uno de los Polargo encargados de evitar la fuga del "13 de Marzo", dijo: “A las 9 (de la noche) tengo que estar en el puerto, hay un operativo, y esa noche él estaba de franco”.
 
Los tres Polargo rodearon al "13 de Marzo" y continuaron lanzando los potentes chorros de agua. Mientras dos acorralaban al remolcador, uno de ellos se montó encima de la nave fugitiva, logrando que este comenzara a hundirse.
 
A 29 años de la masacre, los reclamos de justicia aún persisten.
 
 ©CUBA ETERNA GABITOS



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