SONETOS POSTREROS
I Mi voluntad de ser no tiene cielo; sólo mira hacia abajo y sin mirada. ¿Luz de la tarde o de la madrugada? Mi voluntad de ser no tiene cielo.
Ni 1a penumbra de un hermoso duelo ennoblece mi carne afortunada. Vida de estatua, muerte inhabitada sin la jardinería de un anhelo.
Un dormir sin soñar calla y sombrea el prodigioso imperio de mis ojos reducido a los grises de una aldea.
Sin la ausencia presente de un pañuelo se van los días en pobres manojos. Mi voluntad de ser no tiene cielo. II Haz que tenga piedad de Ti, Dios mío. Huérfano de mi amor, callas y esperas. En cuántas y andrajosas primaveras me viste arder buscando un atavío.
Vuelve donde a las rosas el rocío conduce al festival de sus vidrieras. Llaga que en tu costado reverberas, no tiene en mí ni un leve calosfrío.
Del bosque entero harás carpintería que yo estaré impasible a tus labores encerrado en mi cruenta alfarería.
El grano busca en otro sembradío. Yo no tengo qué darte, ni unas flores. Haz que tenga piedad de Ti, Dios mío. III Esta barca sin remos es la mía. A1 viento, al viento, al viento solamente le ha entregado su rumbo, su indolente desolación de estéril lejanía. Todo ha perdido ya su jerarquía. Estoy lleno de nada y bajo el puente tan sólo el lodazal, la malviviente ruina del agua y de su platería.
Todos se van o vienen. Yo me quedo a lo que dé el perder valor y miedo. ~A1 viento, al viento, a lo que el viento quiera!
Un mar sin honra y sin piratería, excelsitudes de un azul cualquiera y esta barca sin remos que es la mía. IV Nada hay aquí, la tumba está vacía. La muerte vive. Es. Toma el espejo y mírala en el fondo, en el reflejo con que en tus ojos claramente espía. Ella es misteriosa garantía de todo lo que nace. Nada es viejo ni joven para Ella. En su cortejo pasa un aire frugal de simetría.
Cuéntale la ilusión de que tú ignoras dónde está, y en los años que incorporas junto a su paso escucharás el tuyo.
Alza los ojos a los cielos, siente lo que hay de Dios en ti, cuál es lo suyo, y empezarás a ser, eternamente.
Poema:
de Carlos Pellicer
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