TE PROSIFICARÉ, POESÍA,
HASTA LA MUERTE DE LOS CÍCLOPES
Voy a silenciar
las campanas de tus adjetivos,
de nexos y verbos,
de tu melodía,
de tu abecedario
sostén de metáforas,
cuerpos de la idea.
Voy a componer
densas retahílas recurrentes.
Arrancaré
las ovaciones de los cobardes,
seré otro asesino de tu esencia,
y disfrazaré de sinfonía
el desconcierto.
Mi concitación
de vértigos fósiles,
fundidos al juego de los símbolos,
de mitos confusos,
trepará pedestales precarios.
Cual luz de magnesio entre las sombras,
brillara tu voz agonizante.
Velaré tu sol bajo mis párpados,
la alucinación será misterio,
momentánea flor de una cultura
de incapacidad.
Retorceré claves de tu ritmo,
tu vital latido, tu equilibrio,
huiré de la magia de tu estética.
Voy a abrir
mi diccionario del feísmo,
inventaré el absurdo,
y en crasa oscuridad
te prosificaré.
Te prosificaré
porque aborrezco la sonrisa
de suficiencia estéril
que implanta la atonía de las piedras
y esculpe en frío mármol
lápidas de palabras
con golpes de impotencia.
Te prosificaré
porque cantan sirenas
ocaso y destrucción
bajo la sombra
de los cipreses.
Te prosificaré,
te daré el beso bíblico.
Con el senatorial cuchillo,
patrimonio de dioses,
te eliminaré.
Subiré los peldaños
clavados con grotescos sustantivos.
Alcanzaré la gloria,
me sentaré en el trono de ignorancia
e impondré mis esquemas.
Te prosificaré
con la violencia trágica
de víctima suicida,
conjuro lúdico de olvido,
un paradigma tránsfuga
de la razón pura
y exiliaré tu resplandor
hasta la muerte de los cíclopes
que hoy dominan el mundo y su cultura.
Mas por los surcos diáfanos del alma
transitan los fantasmas de tu ser
y en estremecedor desasimiento
abrazo tu belleza,
las sílabas afloran en tu rayo
con acordes eternos.
Siento en mí
un delirio de amor, de rebeldía.
Vuelvo a ti,
a tu ritmo, a tu acento, poesía.
Emma-Margarita R. A.-Valdés