DIOS NUNCA NOS DA LARGAS….
Como el evangelio de hoy es una pequeña parábola, corremos el riesgo de escuchar sólo la historia y olvidar el objetivo de Jesús al contárnosla. Lo dice el evangelista en la primera frase: Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola…
Orar continuamente, sin desanimarnos… Vivir en relación personal y continua con Dios, sin desanimarnos. Y si no lo hacemos por el puro placer de la relación en sí, del encuentro y el diálogo con Cristo, hagámoslo al menos por el bien que recibiremos de Dios. Ahí entra en escena nuestra persistente viuda y nuestro juez. Si hasta aquel que se sitúa por encima de Dios y de los hermanos, es capaz de hacer justicia para que le dejen en paz, ¿cuánto más no hará Dios por nosotros? Ciertamente, Dios no nos da largas…Podemos acudir a él siempre que queramos. Está tan cerca de nosotros que nos habita, como veíamos en el evangelio de ayer. ¡Qué distinta sería nuestra vida y nuestra oración si creyéramos esto de verdad, si no lo olvidáramos!
No cambiaría sólo nuestra vida, como cambió la de la viuda. Cambiaría también el mundo, las relaciones humanas, nuestras esperanzas y nuestras alegrías. Eso sí, para ello, necesitamos fe, persistente fe. Así lo dice el último versículo de hoy: pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?...¿encontrará fe en mí?
Sin fe, no hay oración. Puede haber proyectos, planes, compromisos… pero no habrá oración.
Se acerca el Adviento, la venida del Hijo del Hombre a nuestra tierra. Me acojo a las palabras de Gloria Fuertes. Que Dios transforme el deseo en realidad hecha carne:
Vamos a ver si es cierto que Le amamos,
vamos a mirarnos por dentro un poco.
¡Hay cosas colgadas que a El le lastiman,
freguemos el suelo y abramos las puertas!,
que salgan las lagartijas y entren las luces.
Borremos los nombres de la lista negra,
coloquemos a nuestros enemigos encima de la cómoda,
invitémosles a sopa.
Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos
que Dios se encuentre a gusto si baja.
Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
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