Celos
Al saber la verdad de tu perjurio, loco de celos, penetré en tu cuarto . . .
Dormías inocente como un ángel, con los rubios cabellos destrenzados, enlazadas las manos sobre el pecho y entreabiertos los labios . . .
Me aproximé a tu lecho, y de repente oprimí tu garganta entre mis manos. Despertaste. . . Miré tus ojos . . . Y quedé deslumbrado, igual que un ciego que de pronto viese brillar del sol los luminosos rayos!
Y en vez de estrangularte, con mis besos volví a cerrar el oro de tus párpados!
Francisco Villaespesa
DolL
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