Se dice que en la era glacial, en la cual murieron de frío muchos
animales, los puercoespines se dieron cuenta de que juntándose todos
se daban calor el uno al otro y así podían sobrevivir. Pero...había un
problema: ¡las espinas! Al juntarse, se daban calor, pero también se
encajaban las espinas unos a otros, entonces se separaron. Al estar
separados, empezaron a morir de frío, por lo que volvieron a juntarse
nuevamente y a soportar las pequeñas heridas que se causaban entre
ellos, pero ¡vivos!. Así fue que sobrevivieron estos animalitos.
Esta leyenda nos deja una lección en cuanto a las relaciones humanas,
llamémosle amistad, matrimonio, padres e hijos, etc. A veces nuestra
familia o amigos nos causan pequeñas heridas, pero debemos aprender a
aceptarlos tal cual son y aceptarnos a nosotros mismos tal cual somos,
con nuestras propias espinas. Aprender a sobrevivir juntos en este
planeta, a pesar de las espinas que nos clavan los demás, es sabio. No
dejarnos morir porque alguien nos traicionó o nos hizo algún mal. Lo
importante es sobrevivir. La vida es el más precioso regalo que
pudimos recibir de nuestro Creador y tenemos que aprender a
apreciarla, a pesar de todo y con todo, en las condiciones que sea,
con frío o calor, con amor o desamor de parte de los demás.
El Señor quiere que vivamos una vida abundante, plena. Tenemos que
poner mucho de nuestra parte, no esperemos todo de los demás, sino que
pongamos todo de nosotros. Seamos tolerantes unos con otros y a pesar
de las espinas que puedan clavarnos, cumplamos ese mandamiento máximo
que nos dejó nuestro Señor:
"Esto os mando: que os améis unos a otros" Juan 15:17
Angie