MADUREZ ESPIRITUAL
Casi todos los seres humanos escuchan una llamada que les llama a vivir la vida espiritual
– porque esta llamada se encuentra en todo ser humano –
pero la respuesta suele ser muy pobre.
Esta respuesta se orienta hacia el prójimo,
y se encuentra dentro del campo de la fe redentora y de las creencias.
Por todo esto, casi todas las personalidades importantes,
los líderes del mundo económico, político o religioso, carecen de madurez.
Y esto es así en una medida que parece inconcebible,
porque estas personas suelen ser irrealistas, prisioneros de sus egos,
ávidos de poder, dependientes de las críticas, ansiosos,
emotivos e incapaces de comunicarse de verdad.
Todo esto muestra hasta que punto les falta encontrar a su maestro interior
y andar el sendero espiritual.
Pero, aunque ya sabemos que este panorama no significa realización ni madurez espiritual alguna,
en realidad no todo está perdido,
porque las circunstancias en las que cada ser humano se sumerge,
son una excelente oportunidad para ejercer y ensanchar la consciencia
y retomar al más elevado sendero espiritual.
El ser humano sólo alcanza la madurez de su verdadero sí mismo
– es decir, llega a ser él sin sus egos –
cuando está en contacto con lo más profundo de sí mismo,
con su núcleo del Ser y obra apropiadamente.
Una vez que se hace consciente de su espacio interior el descontento interior,
que en algunas ocasiones puede rayar un profundo desasosiego,
no desaparece ni con la fe en las creencias ni con el mayor logro material o social.
En estos momentos es necesario un guía, un verdadero maestro,
el que cada uno sólo puede encontrar en su maestro interior.
Tomado del libro: La luz de uno mismo
“La llamada al maestro”
“ Cuadernos de La Página de la Vida, www.proyectopv.org ”