Soñando con el amor
Me pregunto por qué los humanos somos tan frágiles cuando el amor acierta a hacer diana, de pleno, en el corazón.
A lo largo de mi vida, he podido observar cómo personas de gran fortaleza de ánimo y voluntad, se derrumban ante la misteriosa llegada de una sensación que nadie puede explicar, pero que invade el alma y los sentidos y hasta,
en ocasiones, llega a cambiar los patrones de conducta.
El Amor es caprichoso, imprevisible, sorprendente y autoritario.
Es caprichoso porque elige a su antojo.
¿Quién es capaz de explicar por qué se enamoró de esa persona y no de otra? ¿Alguien puede escoger a quien amar,
hasta ser capaz de dar la vida por el ser amado?
Verdaderamente, la llegada del amor a la vida de alguien,
se produce sin que medie la voluntad de la persona que se enamora.
Es imprevisible porque llega cuando uno menos lo espera.
Nadie está al acecho de cómo y en qué momento,
puede aparecer alguien que cautivará el corazón más duro.
Personas que se jactan de ser insensibles al amor, de repente,
sin aviso y sin razón que lo explique,
aparece alguien que rompe todos sus esquemas.
El alma se enardece, la voluntad flaquea, los sentimientos se disparan y
las emociones toman el control en muchas ocasiones.
Es sorprendente porque actúa sin patrones, sin métodos,
sin esquemas preconcebidos.
El amor se instala donde, cómo y cuando quiere,
de la forma más insospechada y hace que el enamorado se comporte de forma, muchas veces, poco habitual en sí mismo.
¿Quién no ha visto cómo alguien, cuando se enamora,
parece que las cosas que hace no eran las esperadas en esa persona?
Es autoritario porque maneja al enamorado a su antojo,
a su voluntad (¿la voluntad de quien?)
El amor se comporta como una entidad con naturaleza propia.
Maneja conductas, estados de ánimo y decisiones personales,
al margen de la propia voluntad del individuo que ha caído en los lazos del amor.
Pero con todo, una cosa es evidente y es que quien se enamora,
suele sentir una dicha y un gozo interior especial,
en tanto el objeto de su amor no desprecie sus sentimientos.
Si esto ocurre, la felicidad se transforma en dolor profundo,
en tristeza sin límite, en carencia de deseos de vivir...
Cuando alguien se enamora y es correspondido en ese amor,
todo a su alrededor se transforma.
La vida parece adquirir un nuevo sentido.
Los deseos de alcanzar metas elevadas se multiplican.
La ilusión por la vida aparece como una necesidad imperiosa
y hay una disposición inusitada por entregar lo mejor de uno mismo
a quien ha capturado nuestro corazón.
Si el ser amado desea algo, se hace lo imposible por proporcionarle eso que desea. Y si el ser amado recibe algún daño, se siente en carne propia.