Podemos desear muchas cosas en el año que entra: dinero, dicha, salud, que baje el euribor, que se acabe el hambre en el mundo (algo que, por cierto, ya no es una utopía), paz, fin de cualquier tipo de violencia e, incluso, una pila enorme de libros, para evadirnos de lo anterior o para conocer más acerca de todo ello. El caso es que a mí me mueve desear otra cosa, mucho más pequeña y humilde y centrada en mí mismo, pero que me gustaría compartir con todos vosotros. Quiero pensar al año que viene en cada uno de los que me rodea, ponerme en su pellejo y entenderlos, intentar hacerles felices. No me cabe duda de que así seré yo también dichoso.
Un saludo a todos y feliz año.
Antonio Tejado