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LA PAREJA Y EL AMOR
por Francisco-Manuel Nácher
El problema convivencial en las parejas no tiene otro origen que una
concepción errónea del amor o, mejor aún, una ausencia de verdadero
amor en uno o en ambos protagonistas.
El amor supone, fundamentalmente, el sentirse suficientemente
recompensado con amar y, consecuentemente, tener por meta la felicidad
del otro y no la propia. Porque, si el amor es verdadero, la felicidad del
ser amado produce automáticamente la propia felicidad.
Todos los padres saben que si los hijos son felices, ellos también lo
son, aunque esa felicidad de los hijos les cueste sacrificios y problemas
que, vistos egoístamente, parecerían hacer imposible su dicha. Y también
saben que, si sus hijos no son felices, ellos tampoco lo serán.
Si en el matrimonio o en la relación de pareja no hay verdadero
amor, sino deseo, pasión, interés, orgullo, presunción, etc., entonces lo que
se pretende obtener de la convivencia es la propia felicidad, pasando la
felicidad del ser "querido" a un segundo plano. Con lo cual, uno se hace
incapaz de admitir y aceptar las imperfecciones del cónyuge o compañero,
esperando y exigiendo, en cambio, ser aceptado con todos los defectos
propios. Por eso, pasados los primeros momentos de pasión, de curiosidad
o de novedad, la pareja se rompe de modo inevitable porque, en realidad,
entre ellos no ha habido nunca verdadero amor.
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