El niño
interior
A veces nos invade una
sensación de tristeza que no logramos controlar. Percibimos que el instante
mágico de aquel día pasó y que nada hicimos. Entonces la vida
esconde su magia y su arte.
Tenemos que escuchar al niño
que fuimos un día y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de
momentos mágicos.
Podemos reprimir su llanto,
pero no podemos acallar su voz.
Ese niño que fuimos un día
continúa presente. Bienaventurados los pequeños, porque de ellos es el Reino de
los Cielos. Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la
inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo.
Existen muchas maneras de
suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo ofenden la ley de Dios. Los que
tratan de matar el alma también ofenden la ley de Dios, aunque su crimen sea
menos visible a los ojos del hombre.
Prestemos atención a lo que
nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho. No nos avergoncemos por causa
de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha.
Permitamos que tome un poco
las riendas de nuestra existencia. Ese niño sabe que un día es diferente a otro.
Hagamos que se vuelva a sentir amado. Hagamos que se sienta bien, aunque eso
signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca
estupidez a los ojos de los demás.
Recuerden que la sabiduría de
los hombres es locura ante Dios. Si escuchamos al niño que tenemos en el alma,
nuestros ojos volverán a brillar. Si no perdemos el contacto con ese niño, no
perderemos el contacto con la vida...
Paulo
Coelho
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