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REFLEXIONES ♦
Todos hemos pasado
muchos días, o semanas enteras, sin recibir ningún gesto de cariño del
prójimo.
Son momentos difíciles, cuando el calor humano
desaparece, y la vida se reduce a un arduo esfuerzo por
sobrevivir.
En esos momentos en que el fuego ajeno no le da calor a
nuestra alma, debemos revisar nuestro propio hogar.
Debemos agregarle
más leña y tratar de iluminar la sala oscura en la que nuestra vida se
transformó.
Cuando escuchemos que nuestro fuego crepita, que la madera
cruje, que las brasas brillan o las historias que las llamas
cuentan, la esperanza nos será devuelta.
Si somos capaces de
amar, también seremos capaces de ser amados. No es más que cuestión de
tiempo...
PAULO COELHO
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