Ummmm… En ningún sitio del mundo, encajo como entre sus brazos. Aha… Y es que; mis formas están hechas, tan a su medida; tan a la medida de ese hueco en su regazo, que… Ufff… Él, como nadie, sabe sacar el mejor partido de mis curvas, de mi estampa sinuosa… Ahhh, y como respondo… Ummm… Sé que le encanta como lo hago.
¡Ayysssh!... Cuando esos brazos me rodean, tiemblo de puro gusto. Cuando sus mágicos dedos me tocan, me crezco, me transformo… Uuuufff… Me derrito.
Aaahhh… Ellos arrancan los mejores sonidos de mí garganta. De veras; él y yo nacimos para esto, para vivir uno en brazos del otro…
Aun recuerdo la primera vez que consiguió ceñirme. Era casi un niño. El brillo de felicidad e ilusión que había en sus ojos no tenía precio... ¡Cómo olvidarlo!...
Hacía ya unos meses que le había lanzado el anzuelo. Se enamoró solo con verme… Je, je, pero se lo puse difícil; le costó mil sudores y esfuerzos conseguirme. Y es que no soy una chica fácil.
Pero sabe que le soy, y le seré, fiel como ninguna. Mientras yo viva. Sé que me ama, lo sé. Como se ama todo aquello que consigues con empeño. Como se ama lo que te pertenece de verdad; porque yo soy suya, solo suya. De nadie más.
Desde ese primer contacto, ya supimos que la nuestra iba a ser una sólida e interminable historia de amor.
¡Cielos, y como me miraba! Con qué adoración; si es ahora evocándolo y, ummmm… Me derrito.
También recuerdo, como si fuera hoy, el orgullo con el que me presentó a sus amigos. Desde entonces fui con él a todas partes, es más, si alguna vez pretendía dejarme en casa, los colegas le insistían para que volviera a por mí.
Claro, él y yo, les hemos hecho pasar tan buenos ratos a todos. Los dos juntos siempre hemos formado un tándem inmejorable. Pero los mejores momentos… Aaah… Los mejores momentos siempre han sido en soledad.
Es entonces cuando, sin disimulo, saca a flote su lado más tierno y consigue de mí todo cuanto se propone. Ummmm… Es tan habil, que no puedo negarle nada. Y cómo me conoce. Sus dedos arrancan de mi todo aquello que desea. Es tan bueno, que hasta cuida sus manos especialmente para mí.
Desde ese primer día le he acompañado a todas partes: Los primeros viajes, bohemios, solo por el gusto de conocer mundo. Cuando necesitaba dinero, solo tenía que echar mano de mí, y siempre sacaba lo suficiente para subsistir ese día, ¿Y el siguiente?... El siguiente seguramente sería otro país y otra historia…
Gustosa le he acompañado en los otros, los viajes de la fama. Abrazado a mí afrontaba la dura prueba de los escenarios. Cobijada en su regazo superábamos juntos la soledad de las largas noches de hotel.
También los primeros amores, sí, sí; incluso en eso le he ayudado. Conmigo entre los brazos, se atrevía a decirlo todo, y… No es por quitarle mérito, pero yo he sido la artífice principal de sus éxitos con ellas. Gracias a mí se le rendían todas… Je… Es noble, y cuando estamos a solas lo reconoce.
Y los desamores, bueno; los desamores, los sinsabores, los fracasos, las putadas de la vida… Todo, todo ha hallado consuelo a mi lado. Yo le comprendo como nadie. Francamente, no sé cuando es mejor, cuando me acaricia enamorado, o cuando lo hace dejando salir sus frustraciones. Da igual, lo haga como lo haga, yo siempre respondo sumisa a sus deseos.
Con el tiempo llegó el éxito. Y con el éxito el dinero. Y… con el dinero, claro, la competencia. Otras como yo llegaron a su vida; más nuevas, más jóvenes, más modernas… Al principio, he de confesar que me inquieté, incluso me sentí celosa. Ellas podían darle tantas cosas que yo no… ¿Y si se olvidaba de mí? ¿Y si dejaba de importarle?...
Pronto comprendí que mi puesto en su vida, no lo cubría nadie. Jugaba, sí, como un niño con las novedades. Pero, como un niño caprichoso, también pronto se cansaba de ellas. La que de verdad le ataba a sus orígenes, era yo.
Cuando quería algo auténtico, cuando necesitaba aferrarse a él mismo, irremediablemente volvía a mí. Por eso, aprendí a ser paciente y a esperar. A estar siempre dispuesta para él. A dejar que sus sentimientos invadieran mi ser; extrayendo lo mejor de mis entrañas. Solo así seguiría siendo su refugio. La primera.
Las novedades entraban y salían de su vida con rapidez. Pero conmigo volvía a tocar con los pies en el suelo. Yo soy auténtica, no le permito olvidar sus orígenes. Si me abraza y me toca, yo le recuerdo lo que de verdad vale la pena en su vida.
Ahora estoy algo triste, lleva demasiado tiempo sin tocarme, nunca había tardado tanto, y ya le echo de menos.
Soy así, mi cuerpo de granadilla necesita de su calor. Preciso que me cuide, que tense, que me afine, que rasguee mis cuerdas de vez en cuando. Pero es un profesional, él sabe lo que me hace falta y no me abandonará. Sé que no me abandonará. Sé que yo, también le hago falta. Significo demasiado en su historia. No pasa nada soy paciente, ya lo he dicho, no es la primera, ha ocurrido más veces y siempre vuelve. Le conozco como nadie, y lo sabe. Sé cuando es feliz, cuando le han hecho sufrir, cuando le invade la melancolía. Entonces vuelve a mí… Ummm, me abraza… Y, de nuevo, surge el milagro entre los dos.
Es que yo, pase lo que pase, siempre seré su guitarra… La primera, la única... La mejor.