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Muchos son los casos
que me llegan de personas que encuentran cosas que no les agradan o que pueden
despertar cierta sospecha al revisar el correo de su pareja. Y eso pasa tanto de
hombre a mujer como de mujer a hombre.
En algunas ocasiones estas
intromisiones en las casillas de mails se producen porque el 'investigador' le
roba la clave o se la hackea, pero en muchos casos se dan porque 'ambos
comparten dichas claves'.
Y las comparten como una forma de demostrarle
al otro que no tiene secretos, que ambos son una sola persona, que jamás serían
capaces de un engaño.
Del otro lado de la moneda muchas veces estamos
ante personas con mucha inseguridad, que necesitan 'saber' todo del otro. Que
viven pendientes y sospechando que pueden estar siendo estafadas
emocionalmente.
Pero hay algunos casos que me parecen espantosos y son
aquellos en los que un integrante de la pareja 'exige' a su otra media naranja
que lo ponga en conocimiento de sus claves.
Las personas que ponen esas
exigencias suelen también ser de esas a las que el otro debe mantenerlas
informadas constantemente de todo lo que hace y deja de hacer.
No hablo
de parejas que conviven, en las que tener información sobre las actividades del
otro forma parte del orden y la organización de una casa, sino de parejas de
novios en las que cualquier actividad 'no informada' puede ser motivo de una
pelea y hasta de una ruptura.
'Mi novia me dejó porque me encontré con un
amigo, fuimos a tomar un café y no se lo informé', me dijo hace poco un hombre
que buscaba un camino para recuperar a su ahora ex.
Y sí… el tipo tenía
que informarle hasta si se metía en el baño de un bar porque no llegaba al de la
casa.
Era sometido a interrogatorios diarios para ver que no haya
ocultado nada y por supuesto su casilla de mail era revisada diariamente por su
novia.
Cuando intenté explicarle que la clave del mail es algo privado
que nadie puede por que tener, me miró como si yo fuera un
marciano.
'Ella jamás aceptaría seguir conmigo si le oculto mis claves',
me respondió.
Ok… sé que este es un caso extremo, pero sirve para
ilustrar. Tengamos en cuenta que si bien el ejemplo pone a la mujer como la mala
del cuento y al hombre como el idiota, esto suele darse también a la
inversa.
No sé que piensan ustedes al respecto pero en mi opinión tener
la obligación de compartir las claves de nuestros mails, o de informar
constantemente todos nuestros movimientos, está en el extremo opuesto de lo que
sería una 'demostración de confianza'.
Lo único que deja a la vista esa
actitud es una desconfianza extrema. Y sin la confianza como base es bastante
difícil, por no decir imposible, construir algo sólido.
CARIÑOS
AIMAR
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De: MARYA |
Enviado: 15/04/2011 16:49 |
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