Cerrillos es un pueblo situado a pocos kilómetros de la ciudad de Salta, con la que prácticamente hoy se encuentra unido. Sin embargo, hace más de un siglo atrás, era una población muy bien diferenciada a la que se tardaba unas horas en llegar dadas las condiciones del camino y la poca velocidad de los carruajes de tracción a sangre propios de la época.
Por aquel entonces vivía en el lugar un hombre muy singular: Don Mariano Alemán, quien, un buen día decidió levantar en lo alto de un cerrito ubicado al este de la población, su propio mausoleo.
El lugar constituye un excelente mirador desde el cual puede observarse todo el pueblo y buena parte del valle de Lerma.
Don Mariano concretó su proyecto aunque luego de muerto nunca lo ocupó en calidad de inquilino eterno, sino que, por esos avatares el mausoleo devino en "gruta" donde la posterioridad colocó a San José, el Patrono del poblado que crece vigoroso a sus piés.
Hecha esta presentación consigno en lo que sigue un extracto aparecido en el diario El Tribuno de Salta de fecha 8 de mayo de 2.011 escrito por el Sr Borelli, un amigo mío de la infancia:
Don Mariano Alemán “era un hombre alto, de tez blanca, cabellos negros y con el infaltable bigote de la moda masculina de principio de siglo. Era amigo de todos, del cura párroco, del director de la escuela de varones y de los vecinos en general. Encabezaba todos los asados, las pescas y las cacerías de los domingo. Y como era demás apegado a los festejos se hacía querer por todos.
Un buen día don Mariano resolvió construir en uno de los cerritos del pueblo, su propio mausoleo. Pagó 10 centavo por ladrillo transportado al cerro, y habían vecinos que ganaban un peso llevando ladrillos en bolsa por día, cuando el jornal era de 40 centavos. De este modo, don Mariano, con mucho dinero, logró no sólo trasladar el material sino también construir el mausoleo para dos tumbas. Concluido los trabajos, don Mariano hizo que toda fiesta, pesca o caza, terminara irremediablemente en su mausoleo. Pasó el tiempo y la situación económica de Alemán se deterioró tanto que llegó un momento que no pudo pagar las deudas. Un día le embargaron los bueyes y otro el negocio. Los acreedores, que ya eran varios, presentaron entonces, una demanda ante el juez. Ante tamaña situación, don Mariano resolvió tomar una medida drástica: organizar una gran fiesta en el mausoleo del cerro con todos sus amigos, y como postre, suicidarse. Consigo llevó un revolver que se ocupó que todos los asistentes lo vieran.
Antes de la comilona don Mariano dijo palabras como estas: “Hemos subido el cerro con asado, empanadas, vino y chicha y con abundantes velas. Al terminar de comer, cuando ya la noche todo lo envuelva con sus sombras, entraremos al mausoleo, prenderemos las velas, me acomodaré en la covacha y Adiós al mundo y los amigos!” al tiempo que sacó de su bolsillo el revolver, que haciendo girar el tambor, dejaba ver las relucientes y mortíferas balas de su carga completa.
Algunos intentaron quitarle el arma diciéndole que debía usarla para ahuyentar los ladrones.
Ahuyentar ladrones....! gritó don Mariano amenazante. “Todos mis acreedores, que ahora me demandan para dejarme en la calle, después de una vida de generosidad, todos repito, se han aprovechado de mi persona y me deben muchos favores. Yo no me suicido, ellos me asesinan, aunque usen mi propia mano. Ya verán con el finadito....”, vociferó.
Y así, la fiesta pasó del jolgorio al disgusto. En eso, un grupo de los invitados se apartó un poco y conversaron detenidamente. Luego de un rato regresaron y comunicaron a todos los presentes que habían resuelto romper la demanda que habían hecho contra Mariano Alemán.
A partir de allí, el clima de cordialidad ganó a todos, las cargas de revólver sólo sirvieron para hacer tiros al aire por la “resurrección” de don Mariano que duró tres días y sus respectivas noches”. Desde entonces, las juntaderas en el mausoleo se llamaron “resurrecciones”.
Nota: La "chicha" es una bebida alcohólica que se obtiene por fermentación de los granos de maíz en agua.