Era tan alto, tan alto que tropezó el jueves y se cayó el domingo
Era una vaca tan flaca, tan flaca que en vez de dar leche daba lástima
Era tan simple, tan simple que ponía azúcar en la almohada para tener dulces sueños
Era un príncipe tan feo, tan feo que Cenicienta se fue del baile a las once y media
Era tan tonto, tan tonto que no usaba clips porque no traían manual de instrucciones
Era una adivina tan buena, tan buena que aparte de adivinar el futuro adivinaba también el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo
Era tan lento, tan lento que corrió una carrera él solo y llegó el último
Era una iglesia tan pequeña, tan pequeña que el cura en vez de decir "podéis sentaros" decía: "¡cuerpo a tierra!"
Era un verano tan caluroso, tan caluroso que las gallinas ponían los huevos fritos.