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General: **UN BONITO DIA**
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De: ॐSherezhadaॐ (Mensaje original) |
Enviado: 24/11/2011 01:13 |
**UN BONITO DIA**
Por fin, cuando estaba anocheciendo y apenas quedaba ya luz en el camino que le permitiese ver dónde pisaba, llegó a casa.
Era un bonito día de invierno, con nubes negras que cubrían todo el
cielo impidiendo el paso de los en esa época tímidos rayos de sol, la
lluvia cayendo por momentos con furia, el viento silbando y agitando
todo alrededor en una carrera sin meta, el frío tan intenso como
acostumbraba, apaciguando y ocultando casi toda vida.
Cerró la puerta con fuerza, impidiendo entrar a una ráfaga de viento que
parecía también querer refugiarse allí, en la calidez de un hogar, y se
quitó la ropa empapada. Por suerte, aún quedaban unas pocas ascuas en
la gran chimenea que pudo reavivar, y la habitación, junto a la comida
que colgaba sobre el fuego, comenzó a calentarse.
Se sentó frente a ella. Le dolían las piernas, pero era un dolor
soportable, debido a no ser el que más sentía, ni temía. Un poco de agua
caliente podía aliviarlo. A menudo soñaba con un mundo en el que todo
dolor fuese tan fácil de curar.
Pero aún así, se creía afortunado. Le reconfortaba escuchar la tormenta
tras los sólidos muros de la cabaña, el viento golpeando todo alrededor,
recordar la sensación del frío en el camino, y ahora sentirse protegido
de ello.
Ojala todo en su vida hubiese estado tan protegido. A veces se
arrepentía de no haber resguardado cosas demasiado valiosas como para
ofrecerlas sin estar seguro de que serían aceptadas.
Su perro apareció somnoliento, acercándose para darle un lametón de
bienvenida, y se tumbó a sus pies, cerca del fuego que ardía ya
vivamente.
- ¿Cómo estas? ¿Qué tal el día? - le preguntó, como siempre hacía, aún
sabiendo que no iba a obtener más respuesta que la del día anterior.
Ciertamente, añoraba escuchar esas preguntas de otros labios.
Al final, ayudado por la calidez del ambiente, el sueño le venció, igual
que sus sentimientos lo habían vencido en tantas ocasiones. Y soñó,
pues para él era como vivir otra vida.
Al rato, una caricia lo despertó suavemente. Su perro. Tenía hambre.
No pudo evitar sonreír, a pesar de lo quizá triste del hecho, al
compararlo con quien, en el sueño, le acompañaba y compartía caricias.
Sus tripas rugieron. Vaya... también él tenía hambre.
Los sueños, aunque alimenten el espíritu, no llenaban estómagos.
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Buen relato mantiene al lector atento,felicidades por ponerlo
Besos pa las damas
Dukesin
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