Tú, abuelo, que tienes la felicidad de ver a tus nietos, tan encantadores, fíjate cómo te miran sin levantar sus ojos, viéndote como ejemplo y modelo de lo que dices y haces.
Nárrales historias bellas, con su moraleja, y despierta es sus espiritus infantiles el amor a la virtud y al trabajo.
Pero, sobre todo, dales la lección más grande para sus vidas: tu propio ejemplo de trabajo y horadez.
*C. Torres Pastorino |