Mi amigo… el ángel.
Al mirar esa foto, te
internaste en mis ojos, te alojaste en mi alma con inmensa nobleza, y
viste mi verdad y todos los despojos que me causan vivir dentro de esta
tristeza.
Y plasmaste en palabras lo que al verme sentiste y no
dijiste nada, te quedaste callado, más pude adivinar que aquello que
escribiste era pensando en mí y en lo que yo he llorado.
Me adivinaste
toda desnudando mis penas, esas penas que viste a través de mis ojos, y
con dulces palabras, mi corazón lo llenas de suavidad inmensa quitando los
abrojos.
¿Quién eres en verdad, que adivinas mi vida? ¿Acaso eres un
ángel que el cielo me ha mandado? Estando en la tristeza, sumida…
sumergida te presentaste tú como un ángel alado.
Y me has dado la
fuerza de salir adelante; con tus dulces palabras que siempre son
amables saldré de esta tristeza, caminaré adelante; no te calles, por
Dios… quiero que siempre me hables.
Agradezco yo al cielo tenerte como
amigo pues seas tú, quien seas, tienes mucha nobleza; y en este, mi poema,
con cariño te digo muchas gracias, amigo, por calmar mi
tristeza.
Anonimo
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