No
tengas miedo del ayer.
Tus
recuerdos se agolpan en la puerta de la memoria
pujando
por salir a la superficie de la conciencia.
No tengas
miedo... Déjalos salir.
Mira
cada recuerdo como si fuera hoy.
Escucha
aquellas palabras que tan lejanas pueden parecerte.
Deja
que todo tu ser se inunde del ayer.
Recuérdalo...
Cada
minuto, cada silencio. Sus nombres, sus voces, sus miradas.
Hay
en cada gota de emoción una lágrima
a
punto de quemarte las mejillas.
No
permitas que tu corazón se quede a mitad
de
camino sin haberse curado.
Y
cuando estés en el silencio de tus recuerdos...
inspira....
profundamente... Inspira.
Toma
todo el aire que quieras, aspira todo ese recuerdo
y
rescata lo mejor.
Incorpora
nuevamente a tu ser interno
toda
esa energía de aquel ayer,
y al
exhalar deja que toda tristeza por los tiempos idos
realmente,
se vaya.
Exhala
toda energía negativa
que
haya quedado en tu interior,
y
deja marchar esos cúmulos energéticos
que
no te hacen bien.
Respira...
Respira... Respira... y déjate ser.
Permite
que hoy sea mejor.
Aspira
todo el universo
que
quiere estar en tu conciencia
y sé
conciencia... y sé universo.
Verás
que con los días todo estará un poco mejor.
Un
rayo de luz llegará a tu conciencia, sin saberlo
has
hecho el trabajo de darle a Dios lo que Dios quería:
Tus
experiencias, tu confesión verdadera.
A
veces nos aferramos tanto a los recuerdos,
que
llega un momento en que nos cuesta caminar,
nos
cuesta entender lo nuevo de cada día,
pues
estamos aún inmersos en las discusiones del ayer.
Yo sé
que cuesta mucho superar un mal momento,
sé
que duele muchísimo acordarse de aquellos
a los
que hemos amado tanto y ya no están,
pero
si limpiáramos nuestro interior
de
excesivas cargas emocionales,
verías
que habría un poco más de lugar
para
ampliar nuestro horizonte espiritual...
Te
darías cuenta que ellos que ya no están en la tierra,
aún
nos sonríen desde el espíritu.
Habría
una oportunidad de acrecentar nuestra conciencia
hasta
límites mayores de los que hoy recorremos.
Vacía
el contenido emocional de tus recuerdos.
No te
aferres a ellos como a una bolsa de tesoros.
Ama
cada instante vivido y suéltalos tal como harías con un
pájaro
que
quiere libertad y lo sueltas una mañana de sol en primavera.
Para
ello utiliza la respiración conciente,
utiliza
el poder de la conciencia,
extrae
de tu interior los recuerdos que te atan
y
desátalos suavemente con el aire.
Al
exhalar, imagina cada escena volando
en el
espacio a tu alrededor hasta que finalmente
levanta
vuelo y.... ya no te pertenece....
Ahora
duerme en tu paz...
TOMADO
DE LA WEB
Salu2
Jose Miguel