Recuerdo con tristeza el desolado lugar, el maravilloso día, cuando con un abrazo me enseñaste lo maravilloso que es la vida. Recuerdo días sublimes, excelsas vicisitudes, eximios momentos cuando con tu compañía me enseñaste lo maravilloso que es la amistad.
Recuerdo con hondo pesar días lejanos y remotos cuando delicadas manos al estrechar mi lánguido ser, me enseñaron lo maravilloso que son tus caricias.
Recuerdo días aciagos execrables, evocaciones a causa de los escarnios aquellos lograron ceñir mi rostro de melancolía, cuando sucedía aquello me enseñaste a sonreír.
Aquellos días todos me enseñaste, pero ahora sin ti… todo lo perdí.
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