Las emociones que verás en las
escenas son (o parecen) tan reales que logran contagiar al espectador, al igual
que las de la concertista.
La orquesta empieza desafinada y
a destiempo, un caos; pero la concentración de la solista capta el alma del
director y de toda la orquesta y, de pronto, se obra el milagro... Tchaikovsky
resucita en medio de los sonidos para entregarnos esa inefable pureza melódica
lograda a través del virtuosismo de la bellísima solista. Las escenas son
captadas con delicada y lograda fotografía, capta la intimidad de los músicos
durante el concierto, un privilegio para nosotros, pues el auditorio no puede
verla.
La inspiración gana
al caos, la confianza de una mujer vence y conecta al publico en un auténtico
concierto entre ella, los músicos y, espero, también de quienes vean esto. En la
escena verás las peripecias de los ex-músicos del Bolshoi en París al tocar el
Concierto para Violín y Orquesta de Tschaikovsky.
La historia esta basada en la
realidad, cuando el maestro Andrei Filipov y algunos músicos de la Orquesta del
Bolshoi fueron despedidos por motivos políticos. El maestro, para sobrevivir
financieramente, acepta el cargo de fajinero en el teatro. Un día intercepta un
fax del famoso Teatro Chatelet de París que invitaba a la orquesta a tocar
allí.
Surge una idea del maestro: reunir a los musicos despedidos y
presentarse en París como la orquesta del Bolshoi.
Pues aquí tienen este fragmento
final de la película
¡Disfrútenlo! y, al igual que yo
cuando la terminen de verla, griten: BRAVO!!!