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♣♣♣ LEYENDAS ♣♣♣: Leyendas de Chile
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Leyendas de Chile
Leyenda de Tierra del
Fuego YINCIHAUA (Leyenda Selk’nam -
Ona) Todos los años en la primavera, las jóvenes
mujeres onas se juntaban en una choza especial, para la importante fiesta
llamada “yincihaua”. Acudían desnudas, con el cuerpo pintado y en sus rostros
máscaras multicolores. Tenían gran imaginación para hacerse hermosos dibujos
geométricos, que representaban los distintos espíritus que viven en la
naturaleza. Ellos les daban los poderes que ejercían sobre los
hombres. Ese día una de las niñas tomó con mucho cuidado
un poco de tierra blanca y empezó lentamente a trazar las cinco líneas que
pensaba pintar desde su nariz hasta las orejas. Las otras jóvenes trataron de
imitarla, ya que las figuras en el rostro eran muy
importantes. La fantasía de cada una se echó a volar y se
pintaron de arriba abajo con armoniosas figuras. Unas a otras se ayudaban, pero
para no ser reconocidas, se pusieron en sus rostros unas máscaras talladas.
Blanco, negro y rojo eran los colores preferidos. En un momento dado, cuando ya
estaban todas preparadas, salieron de la choza con grandes chillidos y mucho
alboroto para asustar a los hombres que las esperaban
afuera. La bulliciosa ceremonia se encontraba en su
apogeo y todos daban gritos, cuando sobre el tremendo ruido reinante se escuchó
una fuerte discusión entre el hombre sol y su hermana, la
mujer-luna. -Yo no te necesito- insistía con altivez la
luna. -Sin mí, no puedes vivir- le contestó
sarcástico el sol. -Perdería mi brillo
quizás, pero seguiría viviendo. -Sin el brillo que yo
te doy no vales nada. -No seas tan
presumido, hermano sol. -Tú deberías ser más
humilde, hermana luna. Y así siguieron la
disputa como dos niños chicos. Todos los hombres se pusieron de parte del sol y
las mujeres apoyaron a la luna. La discusión fue creciendo, creciendo y ni
siquiera el marido de la mujer luna, que era el arcoiris o “akaynic”, pudo
lograr que la armonía volviera a reinar entre la gente de la
tribu. De pronto, un gran fuego estalló en la choza
del “yincihaua”, donde las mujeres habían ido a buscar refugio cuando la pelea
se hizo más fuerte. Allí estaban encerradas cuando las alcanzaron las
llamas. Aunque el griterío fue inmenso, ninguna logro
salvarse. Todas murieron en el incendio. Pero se transformaron en animales de
hermosa apariencia, según había sido su maquillaje. Hasta hoy mantienen esas
características y las podemos ver, por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en
el cóndor o en el ñandú. Afortunadamente ellas
nunca supieron lo que había sucedido. Les habría dado mucha pena, porque fueron
los propios hombres los que prendieron el fuego. Es que tenían envidia del poder
que en el comienzo de los tiempos ostentaban las mujeres, y querían
quitárselo. Después de este penoso episodio, la mujer-luna
se fue con su esposo “akaynic” hasta el firmamento. Detrás de ellos, queriendo
alcanzarlos, se fue corriendo el hombre-hermano-sol, pero no pudo lograrlo.
Todos se quedaron, sin embargo, en la bóveda celestial y no
volvieron a bajar a las fiestas de los
hombres. Fuente: Del Libro “El Mundo de Amado”. Leyendas
de Tierra del Fuego. Lucía Gevert.
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