Cuando seamos viejos, todo este amor enorme se irá por los caminos y brotará en los huertos, y será una ilusión muy lejana y deforme que enturbiará la paz de nuestros ojos muertos.
A la tarde, soñando con lo que ya no se ama, mascaremos recuerdos de amor en el tabaco, y el amor temblará como una débil llama en nuestra carne vieja y en nuestros rostros flacos.
Todo el pasado claro se asomará a tus ojos y dormirá en tus ojos una eterna agonía, ya no nos dolerán ni guijarros ni abrojos y apenas sufriremos de vivir todavía.
Sólo nos quedará la voz, y no la misma con que hoy, serenamente, nos besamos de lejos. De esta ternura inmensa que en nosotros se abisma, ¡cómo iremos a hablar, cuando seamos viejos!