Leer este tipo de noticias sorprende.
Vaya que sorprende saber que vive un hombre de 123 años.
¿ Dieta especial, asistencia médica cotidiana, generosa jubilación ?
No, nada de eso. Si hasta sigue cuidando sus cultivos de siempre, bebiendo el agua que baja de las montañas y defecando a cielo abierto.
Sin calefacción central, sobre un piso de tierra, sin lujo alguno, con recuerdos semiolvidados de una compañera que murió hace años.
Es que vivir no es tener sino ser.