El Árbol de Navidad
Cuando el Niño Jesús nació en Belén, el mundo se llenó de alegría y a Belén llegaban gentes de todas partes para ofrecer regalos al Niño.
Cerca del establo donde el Niño Dios descansaba, se dice que había tres árboles: una palmera, un olivo y un pino. Al ver tanta gente que iba y venía, ellos también sintieron deseos de ofrecer algo al Niño Jesús.
-Yo- dijo la palmera- voy a desgajar una de mis ramas. La voy a colocar cerca de la cuna y cuando el Niño Jesús tenga calor, yo, suavemente, dulcemente, le abanicaré. No puedo hacer otra cosa.
-Pues yo- dijo el olivo- pienso hacer aceite de mis olivas y ofrecérselo a su madre, la Virgen, para que haga comida y puede ungir los piececitos del Niño.
El pino estaba tristísimo. No sabía que ofrecer. Además, la palmera y el olivo se burlaban de el y le decían: -No, tu no tienes nada que regalar. Con tus hojas, que parecen agujas, pincharías al Niño. Nadie te quiere ni te querrá.
Y el pino tenía mucha pena.
Pero un ángel que contemplaba la escena, se compadeció de él y decidió ayudarle
-No tengas pena- le dijo- Yo te voy a ayudar. Pediré a las estrellas que bajen del cielo y se posen en tus ramas y con su luz alumbrarás al Niño y además servirás de guía a todos los caminantes que acudan a la cueva.
Así lo hizo, y al poco tiempo el pino se vio todo lleno de luces de colores, porque muchas estrellas bajaron del cielo y se posaron en sus ramas.
Y hasta el Niño Jesús desde su cunita se fijó en el pino. Sus ojitos brillaron al contemplar luces tan bellas. El pino se llenó de alegría.
La gente que llegaba a la cueva vio aquel pino tan adornado, tan lleno de luces, tan bonito... Y al llegar a sus casas ponían un pino tan bonito en recuerdo de la cueva de Belén. Desde entonces, el pino es elemento de adorno en todos los hogares del mundo en la época de Navidad, como recuerdo de aquel pino que un día brillo ante la cuna del Niño Jesús.
(Leyenda alemana)