Calixto y el pesebre
La puerta se abre despacio y Calixto asoma la nariz. El olor familiar de la habitación le da confianza, pero aún así, Calixto pega un salto y aterriza en el interior de una zapatilla. Éste es un escondrijo seguro. ¡Lo sabe bien!.Y desde ahí inspecciona la habitación hasta que lo ve.
Si, ve aquello que la niña de la casa ha estado preparando toda la tarde. El corazón empieza a palpitarle muy deprisa. ¿Será capaz de subirse hasta la mesa para verlo de cerca?. El es un ratón muy pequeño, nunca se ha atrevido a husmear más allá del suelo... Pero ahora la curiosidad lo rodea con sus finas alas y es más fuerte que el temor que siente. Silenciosamente sale del calzado, pasa veloz por debajo de la cama de la niña que duerme placidamente y llega a su objetivo. Y con cuatro saltos planta sus patitas en la superficie de la mesa. Encima de ella hay un pesebre. Pero Calixto no sabe que es. Y admira, fascinado, esas montañas nevadas, esos arbolillos que son tan altos como el, y esas figuras que, de pie en medio del camino, parecen que quieran echar a correr hacia el portal.
El ratón se ha quedado tan impresionado que no se atreve a moverse, además, si lo hace, sus patitas se hundirán en el musgo suave y aún húmedo. De pronto oye un ruido y sin detenerse a comprobar si encierra algún peligro o no, salta al suelo y sale disparado de la habitación. Al galope cruza el vestíbulo, trepa por las escaleras, llega a su escondrijo y no se detiene hasta que tropieza con el abuelo Pascual, que duerme cerca de la chimenea.
-Abuelo -dice Calixto jadeando-. ¿Qué es lo que ha hecho la niña de la casa? Hay montañas, árboles, muñecos...
El abuelo abre los ojos y lo mira con las cejas fruncidas hasta que, bajo el poblado bigote, nace una ancha sonrisa. -¡Ah!- exclama-. Es el pesebre. Las personas lo ponen cuando llega la Navidad.
Calixto abre los ojos de par en par.
-¿Por qué?.
Esta noche Calixto no ha querido acostarse hasta que el abuelo le ha explicado con todo detalle todo lo referente al pesebre y sus figuras. Lo que mas le ha emocionado ha sido lo de los Reyes Magos. Al final le ha preguntado al abuelo si el podía escribir les su carta y el le ha dicho que si.
Ahora el abuelo esta preocupado porque los Reyes nunca han traído juguetes a los ratones.
Por fin llega la noche de Reyes y el ratón esta tan excitado y feliz que no puede dormir, por fin cae rendido.
El abuelo se prepara para llevar a cabo su idea. Se pone una capa roja, una corona y coge el regalo que ha preparado para su nieto. Con el a cuestas sale por un agujerito para ir a ponérselo en la ventana a su nieto. Cuando pone sus patitas en la nieve del alfeizar, aparece ante sí el rey Baltasar en persona que le pega un buen susto.
El rey Baltasar se dirige a el amablemente y le pregunta:
-Buenas noches, ¿es aquí donde vive Calixto el ratón?
-Sss...sssi- tartamudea el abuelo.
El rey mira un pequeño papelito y le dice que han recibido su carta y le pregunta donde prefiere que dejen los juguetes de Calixto.
El abuelo le señala donde espera encontrarlos el ratoncito, el Rey los deposita con suavidad y se despide hasta el año siguiente. El abuelo le contesta emocionado y tembloroso.
Al día siguiente se puede ver a un ratón pequeño, pequeño, pequeño que, envuelto en una larga bufanda, chilla y brinca de alegría en medio de la nieve y los juguetes que hay en el vano de la ventana.
Mercè Company (Revista Parastú)