La vida siempre está en un eterno devenir, un
movimiento permanente que nunca se detiene. Frente a
ella, tienes dos opciones: te estancas o te montas a la ola
que recorre el universo. Reconozco que algunas personas
prefieren la comodidad y el regazo de lo conocido (así
sea malo), a la incertidumbre de lo desconocido o lo
nuevo. Sin embargo, una existencia sin riesgos, anclada
en la rutina y en lo predecible, es una manera de aquietar
el cosmos, un reduccionismo existencial cuya premisa
es arriesgar poco y vivir menos. La triste quietud de la
resignación que niega cualquier posibilidad de cambio.
Entonces, tú decides:
rigidez mental
(por lo tanto:
estrés, angustia, amargura e inmovilidad) o
flexibilidad
mental
(por lo tanto: alegría, tranquilidad y desarrollo
del potencial humano)
Del libro el poder del pensamiento flexible.
Yuls.
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