Hay un lago azul en el cielo entre los acantilados de nubes sobre los que tumbada se queda, envuelta en velos de seda, la luna. Y sobre ese lago destellos de estrellas titilantes tejen recuerdos de olas... Casi un ligero temblor de silencio en las espirales de viento que acaricia, discreto y tímido, los edificios desnudos sin perturbar el diálogo íntimo con el cielo. La luz de una lámpara de la calle se rompe en polvo brillante, dibujando sofocos en el mar, que sigue en su canto argentino solitario y rebotando entre destellos de luz. Incluso el tiempo aguanta la respiración... Pequeño rincón en la noche, húmedo y silencioso, que a paso lento cruza la horas azules del tiempo...
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